UN BESO EN TOKIO, CRISTINA CARRILLO DE ALBORNOZ

Fuente: Undine von Reinecke

Ficha Técnica

Editorial: La Huerta Grande

Colección: Las Hespérides: Ficción

Edición: Rustica con solapas

Páginas: 400

Idioma: Español

Fecha de publicación: Mayo 2023

PVP: 24,00€

ISBN: 9788418657399

ISBN e-book: 9788418657405

2ª Edición


Sinopsis de la Editorial

Kengo Ōe, un arquitecto japonés en la cúspide de su carrera profesional, decide romper con todo para encontrar la armonía y el impulso vital perdidos. A lo largo de un periplo vital y emocional, desde China y hasta Zimbabue, su viaje se convierte en un peregrinaje por el universo estético de los siglos XX y XXI que le permitirá redescubrir el deseo y reflexionar sobre el azar en nuestra existencia, sobre la compleja naturaleza del amor y de la ausencia, sobre la realidad y los sueños, el misterio de la belleza, y, en definitiva, sobre la invencible felicidad del ser.


Propuesta musical para este libro



*Crédito del vídeo: Canal de YouTube Ryuichi Sakamoto 

La pieza que el lector está escuchando se titula Aqua, y su autor es Ryuichi Sakamoto (1952-2023), compositor japonés que practicó diferentes disciplinas del arte. Se hizo famoso a finales de la década de 1970 por formar parte de Yellow Magic Orchestra, una banda pionera en la música electrónica que triunfó a escala internacional. Con el tiempo, el músico inició una carrera en solitario que le llevaría a colaborar con grandes artistas del mundo musical, el cine, la televisión, o acontecimientos de la vida social, como fueron los Juegos Olímpicos de 1992 celebrados en Barcelona, contribuyendo con varias de sus composiciones en la ceremonia inaugural del evento. Sin embargo, mis lectores seguramente lo recordarán por haber sido merecedor de un Premio Oscar por su participación en la BSO del filme de Bernardo Bertolucci El último emperador (1987).

El motivo que me ha llevado a elegir Aqua para acompañar la reseña de hoy, se debe a que Cristina Carrillo de Albornoz Fisac cita al final de su obra al compositor de la pieza musical. De hecho, afirma haber escrito Un beso en Tokio escuchando en bucle Forbidden Colours, que es otra melodía escrita  por Ryuichi Sakamoto. Además, la escritora le dedicó calurosamente su novela, porque se enteró del fallecimiento del japonés al poner punto y final a la misma.

Y yo, impresionada por la asombrosa semblanza que ha construido la autora sobre la cultura y el espíritu nipón, me dispongo a adentrarme con la misma empatía en el legado de este carismático y magistral compositor.


Lo que Undine opina del libro


<Hay que haber vivido un poco para comprender que todo lo que se persigue en esta vida sólo se consigue arriesgando a veces lo que más se ama.> André Gide (1859-1951)


Uno de los comienzos de novela más universales que existen se lo debemos a León Tolstói. El escritor ruso iniciaba su aclamada obra Anna Karenina asegurando que todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera. Y, muy posiblemente, esta máxima del insigne literato posea una carga importante de realidad. De hecho, son muchos los intelectuales de toda índole y condición que se aferran a esta idea para dar explicación a sus propias teorías. 

Sofía Tolstáya con uno de sus hijos, Nikolai Ge
Fuente: Wikipedia

En este sentido, aunque la felicidad familiar no esté asegurada para nadie, siempre me he preguntado cómo deben sentirse las personas que pertenecen a una casta singular. Me refiero a esos núcleos familiares que poseen entre sus filas a un individuo con un talento excelente, concerniente a la más alta esfera intelectual. La posibilidad de crecer observando, escuchando y aprendiendo de una persona tan carismática debe ser a priori algo muy especial. Un abuelo ganador del Premio Pulitzer, una hermana concertista de renombre mundial, o un padre arquitecto que triunfa a escala internacional. Sin embargo, como dictan algunos ejemplos del panorama social histórico, convivir junto a un genio no es sinónimo de éxito para quienes buscan la armonía emocional.

Este es uno de los interesantes motivos argumentales que utiliza Cristina Carrillo de Albornoz Fisac en su novela Un beso en Tokio, un título que fue publicado a mediados de 2023 por la editorial La Huerta Grande en su interesante colección Las Hespérides, y que ya va por la segunda edición.

Para quienes no conozcan a la autora, debo decir que su trayectoria profesional es sumamente significativa e interesante, ya que ha trabajado como diplomática en Suiza y Francia para las Naciones Unidas, y desde el año 1996 es comisaria de arte, colaborando con los más prestigiosos museos a nivel global. Por otro lado, también goza de una exitosa carrera como escritora. Su narrativa principalmente se ha centrado en prestigiosas figuras del mundo de la cultura, como Borges, Sorolla, Santiago Calatrava, Manolo Blahnik, a los que hay que sumar otros muchos nombres trascendentes del pasado y la actualidad. Si menciono su currículum es por lo mucho que esto imprime carácter en la obra que voy a comentar.

Un beso en Tokio es la ópera prima dentro del género de la novela. Y, desde mi punto de vista, se ha estrenado con éxito y acierto, ya que ha cumplido con esa máxima literaria que aconseja a los autores a escribir sobre lo que uno conoce bien. En su caso, el mundo del arte y la cultura a nivel internacional.

Sin embargo, este aspecto de su obra es tan sólo el armazón ambiental. Y, aunque la atmósfera de la novela supone una parte importante para el disfrute de la misma, pues cada capítulo ofrece al lector un momento de exquisitez, lo verdaderamente trascendente lo encontramos en lo que subyace en la historia.

Un beso en Tokio narra la historia de Kengo Ōe, un arquitecto japonés de mediana edad que es socio de uno de los estudios más prestigiosos de Japón y de la esfera mundial. Hombre de éxito, guapo, elegante y a punto de cumplir los cincuenta años, son pocas las metas profesionales que le quedan por alcanzar. Sin embargo, la vida personal de Kengo no termina de funcionar, ya que su matrimonio lleva dos años naufragando debido a una desgracia familiar. Perdido en la vorágine de sus pensamientos más oscuros, recibe la noticia del fallecimiento de un querido amigo. Debido a ello, y tomando este suceso como una revelación, decide tomarse un año sabático para viajar e intentar reencontrarse consigo mismo. Quién sabe si al final del camino se topará también con su destino.

Estampa de Hishikawa Moronobu, uno de los primeros maestros de ukiyo-e.
Fuente: Wikipedia

Un beso en Tokio es una bellísima y fascinante novela que atrapa al lector desde la primera página. Dividida en breves capítulos, casi todos ellos van precedidos de una frase, cita o verso, que pertenece a lo mejor del legado cultural cosmopolita. Estas elocuentes máximas orientan al lector sobre lo que se va a encontrar. Cada parte del libro supone también una parada necesaria en el viaje que el protagonista está experimentando. Algo así como una etapa de descanso y reflexión en el “vía crucis” que Kengo Ōe necesita realizar.

Por otro lado, este periplo que el protagonista inicia con el beneplácito de todas las personas que le admiran y le quieren, comenzando por su esposa y finalizando por su socio en el estudio de arquitectura, le llevará a visitar lugares muy significativos, tanto a nivel profesional como emocional. Japón, China, España, Estados Unidos, Zimbabwe, Francia, Alemania, Suiza, incluso Inglaterra, son algunos de los países que se nombran en este peregrinaje del protagonista en busca de su propio Shangri-La. 

Junto a él, el lector experimentará en este viaje iniciático los gozos y las sombras de su aprendizaje sensitivo y espiritual. A veces, esto ocurre cuando se topa con una persona o un recuerdo de su pasado, en otras ocasiones cuando accede a un monumento o un edificio histórico espectacular. 

Y aquí debo hacer un inciso, ya que me adentro en el terreno personal. Me refiero a que la autora construye instantes sinestésicos, que son un auténtico deleite para quienes nos declaramos amantes de la belleza, la estética y de lo sublime en general. Esa excepcional atmósfera a la que me refería al comienzo de la reseña, aparece en la novela materializándose en momentos musicales, escenas pictóricas, descripciones arquitectónicas, paisajísticas, o situaciones que trascienden lo puramente humano para adquirir carácter filosófico.

Cristina Carrillo de Albornoz ha condensado en apenas cuatrocientas páginas lo más glorioso que dieron los intelectuales de nuestro tiempo, y de tiempo atrás. Volver con la autora a la Capilla Notre Dame du Haut de Le Corbusier, conocer a través de sus ojos otros aspectos lo que logró Kenzō Tange en la Catedral de Santa María de Tokio, contemplar junto a ella las obras del pintor Marc Chagall, o decorar el ambiente con las notas musicales de un concierto para piano mozartiano… Todo eso me ha devuelto a los mejores instantes de mi etapa como estudiante, y a las ilusiones que conformaron los comienzos de mi vida intelectual y profesional. Y estos son tan sólo algunos de los momentos placenteros que he vivido junto a la escritora a través de su cautivador personaje Kengo Ōe, un protagonista que comenzó a gestarse cuando la autora conoció en el año 2005 a Tadao Andō (1941), célebre arquitecto de la vida real que le sirvió de inspiración. 

Con todo y con ello, y pese a ser una novela de carácter profundo e intelectual, el trayecto que realiza el protagonista resulta cercano al lector. ¿Quiénes de nosotros, especialmente los que vivimos nuestra madurez, no hemos sentido en algún instante una crisis existencial? En esos momentos, quien más y quien menos recurre al ayer para poder encontrar el camino perdido hacia la felicidad. El primer amor, el maestro mentor, los amigos de juventud, aquella afición… En el caso de Kengo Ōe, que en su búsqueda de las ilusiones extraviadas, vive obsesionado con la relación enfermiza que mantuvo el escultor Alberto Giacometti con su amante Caroline, serán los “fantasmas” del pasado, presente y futuro quienes le salvarán. Este aspecto de la novela me ha resultado muy dickensiano.

Sin embargo, Un beso en Tokio es una obra que exhala aromas de vanguardia, una obra en la que se habla mucho sobre el amor. Éste se analiza, se saborea, se aprueba o suspende según sea la situación. No hay jueces autorizados, solo personas necesitadas de calor. 

En ese sentido, lo más interesante lo encontramos en los protagonistas. Una galería de numerosos y excelentes figurantes, todos ellos sensiblemente imperfectos, como todos los seres humanos. ¿Es la belleza imperfecta? Y, aunque Kengo Ōe, el personaje central, resulta realmente sugerente, ya que en su peregrinaje comprobamos su tierno despertar, mi intuición femenina se decanta por Fukiyo, su esposa, un espíritu etéreo, delicado y con una capacidad para amar espectacular. Ambos, juntos y por separado, recorren una senda que todos los matrimonios antes o después deben andar. Dejo a mis lectores que descubran en Un beso en Tokio cuál ha sido el destino de esta inolvidable pareja.

He llegado hasta aquí y aún me falta mucho por decir… Esta obra no es cuestión de analizarse en un día, se debe reposar y degustar pacientemente. La vida interior, la relación que entablamos con los demás, la máscara que lucimos como ser humano o la dignidad que nos ofrece la paternidad, son temas que necesitan reflexión e intimidad. Y esta experiencia nos la ofrece Un beso en Tokio, una novela apasionante, con un giro argumental hacia el final asombroso, con la que el lector, les aseguro, va a disfrutar.

El matrimonio Tolstói. 1910
(Fuente: Wikipedia)

Comenzaba la reseña citando a León Tolstói, y a él vuelvo en este punto y final. A él y a su esposa Sofía Tolstaya, a quienes tuve presente mientras conocía la historia de Fukiyo y de Kengo Ōe. No importa la distancia entre ambas parejas, el tiempo, el espacio, la cultura o las circunstancias; estas cosas no son más que meros matices en la realidad del individuo. Cuando la vida te pone un obstáculo en el camino, todos debemos enfrentarnos a ello por igual. La grandeza radica en saberlo sortear.

Un beso en Tokio podría considerarse un legado espiritual. Algo así como una especie de “camino de la vida" tolstoiano, en el que Cristina Carrillo de Albornoz Fisac ha dibujado su propia y refinada senda intelectual.



<Aunque viajemos por todo el mundo para encontrar la belleza, debemos llevarla con nosotros para poder encontrarla.> Emerson (1803-1882)



Undine von Reinecke ♪


La autora por la Editorial

Fuente: Editorial La Huerta Grande
Carrillo de Albornoz, Cristina

Exdiplomática de las Naciones Unidas (UNESCO y PNUD) en Suiza y Francia, trabaja actualmente como comisaria de arte independiente en los principales museos del mundo. Su trabajo ha aparecido desde 1992 en publicaciones como las ediciones española, italiana, alemana y mexicana de Vogue; The Art Newspaper, The European y The Observer en el Reino Unido; en Beaux

Arts y L’OEil en Francia; en La Repubblica en Italia. En España ha colaborado en El País, ABC, XL Semanal, El Mundo, y El Cultural.

Durante los últimos cinco años ha trabajado con Arthemisia, la organización de exposiciones de arte más prestigiosa de Italia, con IconicmImages uno de los archivos de fotografía más importantes del mundo y colaborado con galerías como la Marlborough de Nueva York y la White Cube de Londres.

Ha publicado doce libros en editoriales como Thames& Hudson, Rizzoli o Assouline sobre Balthus, Fernando Botero (incluida su primera monografía en China), Wim Wenders, Terry O’Neill, Mahatma Gandhi, Satyajit Ray, Santiago Calatrava, Ai Weiwei, Manolo Blahnik,mBorges y María Kodama y Sorolla.

Un beso en Tokio es su primera novela.


Comentarios

  1. Hola guapísima, por un lado me atrae su lectura, tu reseña es especialmente delicada y cautivadora, y además me gusta el mundo oriental. La única pega que le pongo es que es un libro, que parece de viajes, y ya sabes que yo no soy mucho de este tipo de lectura. En fin, que lo maduraré.
    Un besazo

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    1. Buenas tardes, Nitocris.
      No te alarmes, esta novela no es un libro de viajes. El protagonista hace un viaje, pero realmente nos habla de sí mismo, de su vida pasada, presente y de todas las personas que han impactado en su crecimiento personal. A mí me ha impactado mucho, y espero haber conseguido con mi reseña interesar a más personas.

      Un abrazo, y gracias por la visita!!

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  2. ¡Hola! Siento curiosidad por ese giro argumental que seguramente me sorprendería. Si te soy sincera, es un libro que no conocía, pero no lo perderé de vista. Un besote :)

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    1. Buenas tardes, Marya.
      Me alegra haber tocado un poco tu curiosidad. Un beso en Tokio es una obra muy especial que habla de belleza, del mundo emocional. Creo que su esencia te emocionaría. Ya me contarás.

      Un abrazo, y gracias por pasar por aquí!!

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  3. Buenas noches Undine, me quedo con que Un beso en Tokio podría considerarse un legado espiritual, una especie de camino de vida, y que para entenderlo y disfrutarlo hay que hacerlo lenta y pacientemente. Tomo nota. Un abrazo.

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    1. Buenas tardes, Mar.
      Esta obra es especialmente recomendable para quienes viven su madurez. No sé si este es tu caso o no, pero sí sé que Un beso en Tokio tiene muchos motivos que te agradará. Ya me contarás si te decides a leerla.

      Un beso, y gracias por visitarme!!

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  4. Un placer siempre leerte, que siempre me descubres nuevas lecturas y nuevos autores, como es el caso de hoy. Pero esta vez no creo que me anime, no creo que llegara a disfrutarlo tanto como tú. Y son ya demasiados pendientes. En algún momento hay que decir no...
    Besotes!!!

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    1. Buenas tardes, Margari.

      Lo entiendo perfectamente, a mí me ocurre igual con el listado de pendientes. Sin embargo, no pierdas de vista eta obra porque estoy segura que te gustaría.

      Un beso, y gracias por pasar por Lecturas de Undine!!

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  5. Buenas madrugadas.
    No sé exactamente qué se dice a estas horas.
    Me la llevo, de calle. Ya intuía que le gustaría incluso sin saber que la cultura iba a tener tanto peso en la novela. Creo que es de esos libros que lo único que no me gusta es que se termina.
    También soy una enamorada de la belleza, ya lo hemos hablado en otras ocasiones y me impresiona mucho.
    ¿Cómo es vivir con un genio de algo? La verdad es que nunca lo había pensado, pero fácil no debe ser con esa capacidad que los hace diferentes sea lo que sea en lo que destacan.
    Entiendo que te haya fascinado esta novela.
    A ver si cae pronto en mis manos.
    Besotes y feliz post carnaval

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    1. Buenas tardes, Norah.
      Te leí la mañana siguiente después de recibir tu mensaje, pero me ha sido imposible contestar antes. Sabía que esta obra te gustaría. Por ese motivo, si te cuesta encontrarla no dudes en decírmelo, que yo lo soluciono. Te va a fascinar leerla.

      Un beso, y muy feliz domingo!!

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  6. Buenos días, Undine.
    Veo que te ha entusiasmado Un beso en Tokio. A mí me has atrapado desde el principio. Ese comienzo de Ana Karenina es algo que siempre me ha emocionado. Creo que tenía unos diecisiete años cuando leí la obra por primera vez y ya me dejó perpleja esa frase. Me dio mucho que pensar pues en principio no me pareció cierta, ya sabes lo blanco o negro de la adolescencia, pero con el tiempo la he ido entendiendo. Una frase memorable. Y una novela esta que nos traes que apunto enseguida porque también parece memorable. Lo que se puede encontrar Kengo Ōe a lo largo de su periplo en esas catedrales que mencionas con esos artistas, me atrae mucho.
    Un beso.

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    1. Buenas tardes, Rosa.

      Yo soy muy fan de la obra de Tolstoi , pese a las sombras que guarda su persona. Anna Karenina no es mi favorita, aunque admiro muchísimo la novela. Si lees Un beso en Tokio descubrirás ciertos paralelismos con los motivos de las obras iniciales de Tolstoi. La autora ha creado un protagonista con dudas existenciales importantes, y se embarca en una búsqueda que puede compararse con la de Pierre Bezújov (Guerra y paz), o la de Levin (Anna Karenina), aunque en un sentido más amplio y contemporáneo. Por otro lado, la faceta artística que subyace en la obra hace de ésta algo muy especial. Estoy segura que te gustará muchísimo.

      Un abrazo, y muchas gracias por pasar a comentar!!

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