RESEÑA: LOS BURNELL, KATHERINE MANSFIELD

Fuente: Undine von Reinecke

Ficha Técnica

Editorial: Trotalibros

Colección: Piteas · 24

Traductor/a: Patricia Antón

Ilustrador/a: Andrea Reyes

Número de páginas: 168

Fecha de publicación: 18/10/2023

Dimensiones: 21.3cm x 14.5cm

Formato: Tapa dura

Precio papel: 19.95€

Precio ebook: 7.99€

ISBN: 978-99920-76-54-5


Sinopsis de la Editorial

La familia Burnell parece una anodina familia neozelandesa de clase media de finales del siglo XIX como cualquier otra. Sin embargo, su cotidianidad y sus silencios esconden todo un universo: de la frustración y la rabia que hay detrás de la apariencia serena de Linda, atrapada en el papel de madre y esposa ideal, a la inocencia de sus tres hijas, que mientras juegan intuyen la brutalidad y la injusticia del mundo de los adultos, pasando por el anhelo que brilla en la mirada de la tía Beryl, que desea sentirse amada por un hombre apuesto y apasionado.


Propuesta musical para este libro


Sonatine, Maurice Ravel (Intérprete Sokolov)

*Crédito del vídeo: Canal de YouTube 레오나르도의 다락방 Leonardo's Attic - Kang 

La pieza que el lector está escuchando es la Sonatina para piano que el compositor Maurice Ravel (1875-1937) escribió entre 1903 y 1905. La obra fue dedicada al matrimonio formado por Ida y Cipa Godebski, célebres por regentar varios famosos salones parisinos, y por codearse con la crema y nata intelectual de la época. La sonatina está estructurada en tres movimientos: Modéré, Mouvement de Menuet y Animé, aunque el músico francés sólo compuso inicialmente el primero de ellos. Al parecer, Ravel lo escribió con motivo de un concurso patrocinado por la revista Weekly Critical Review, que exigían a los participantes componer un primer movimiento de sonatina para piano que no sobrepasara los setenta y cinco compases. La Sonatina para piano de Ravel fue interpretada íntegramente por primera vez en Lyon el 10 de marzo de 1906 y, poco después, se celebró su estrenó oficial en París, y corrió a cargo del famoso pianista y director de orquesta Gabriel Grovlez (1879-1944).

He elegido esta pieza para acompañar la reseña de hoy por varios motivos: En primer lugar, la Sonatina de Ravel está compuesta por tres partes que juntas conforman un todo, al igual que ocurre con el libro Los Burnell, constituido por tres relatos que gozan del mismo espíritu; en segundo lugar, la delicadeza y belleza que posee la obra musical es semejante al estilo literario de Katherine Mansfield, tan potente y elegante a la vez; por último, Ravel y Mansfield fueron contemporáneos y pioneros en los gustos imperantes de su tiempo.


Lo que Undine opina del libro


<Alégrate de la vida porque ella te da la oportunidad de amar, de trabajar, de jugar y de mirar a las estrellas.> Henry Van Dyke (1852-1933)


Decía el dibujante y escritor estadounidense Frank A. Clark a propósito del significado de la vida, que todo el mundo se empeña en realizar grandes hazañas sin darse cuenta que la existencia se compone de cosas pequeñas, una sentencia luminosa que muchos artistas se han encargado de reafirmar. Sin embargo, no son muchos los que han sabido hacer de lo sencillo algo admirable. Hallar la belleza en lo rutinario no es cosa fácil, y menos aún saberlo trasladar.

Fuente: Undine von Reinecke

En ese sentido, hubo una escritora a comienzos del siglo XX que manejó este asunto con virtuosa maestría. Me refiero a la neozelandesa Katherine Mansfield (1888-1923), una de las más grandes cuentistas de todos los tiempos en habla inglesa, perteneciente al movimiento modernista, que con su penetrante mirada supo tratar lo cotidiano de la vida hasta hacerlo brillar. Quizá por ese motivo sus obras hayan triunfado en el mundo entero, conociendo un éxito de público que fue envidiado incluso por Virginia Woolf. De hecho, a Mansfield le unía una relación un tanto ambigua con su colega escritora, que andaba a caballo entre la amistad y la rivalidad. Ya sabemos cómo se las gastaba la Woolf…

Y no es de extrañar esa especie de celos profesionales, porque el duende que poseía la autora neozelandesa para plasmar en palabras sin hastiar lo que sentía, veía o experimentaba, sólo unos pocos privilegiados lo pueden alcanzar. La conexión que los relatos de Mansfield, aún hoy, establecen con los lectores es del todo asombroso. 

En mi caso particular, conocí el trabajo de esta escritora en la adolescencia, la primera obra que leí de Mansfield fue En una pensión alemana (1911) -también traducida como En un balneario alemán-, cuya protagonista e historia me cautivaron, y me remitieron a leer a Thomas Mann. Sin embargo, y fascinándome La montaña mágica (1924), una de las obras cumbres de las letras universales, cuya autoría pertenece a este gran literato germano, descubrí en esta novela determinados motivos que ya había tratado Katherine Mansfield con anterioridad. Su empatía con el mundo emocional del individuo hicieron de ella una visionaria. Eso me animó a leer más trabajos de esta autora y compilar los libros que de ella se habían traducido a nuestro idioma. A día de hoy, creo haber disfrutado de todos sus relatos, tan sólo me resta por leer su correspondencia y algunos poemas. Por ello, me atrevo a afirmar que su narrativa es algo deslumbrante y singular.

Fuente: Undine von Reinecke

Dicen que las personas especialmente sensibles, las que vibran frente al dolor de los demás, abandonan pronto este mundo. De ser así, a Mansfield se le puede aplicar esta verdad, ya que una cruel enfermedad se la llevó a la temprana edad treinta y cuatro años. Su vida, aunque corta, estuvo llena de sobresaltos, que debido a su privilegiado origen nadie hubiera podido pronosticar.

Katherine Mansfield Murray, Beauchamp de soltera, fue la tercera hija de una familia acomodada y socialmente bien conectada de Nueva Zelanda -su padre fue banquero y era primo de la genial escritora Elizabeth von Arnim (1866-1941)-,  y esa circunstancia le dio la ocasión de recibir una privilegiada educación, que incluía la instrucción musical. De hecho su sueño hubiera sido convertirse en concertista de violonchelo. Sin embargo, cuando se trasladó a Londres en 1903 para completar su formación académica, la joven Katherine se vio seducida por otras inquietudes intelectuales, y se avivó en ella el interés que sentía por la literatura. 


Katherine Mansfield (centro) con Ida Baker (a la derecha) y
Dorothy Brett en el jardín de Sierre, Suiza (1921).
Fuente: https://natlib.govt.nz/records/22701010

Fue por aquel entonces cuando conoció a la también escritora Ida Baker, una compañera de estudios de quien se enamoró y con quien mantuvo una amistad que duraría toda su vida. Al finalizar sus estudios en Oxford, Katherine fue obligada por sus padres a regresar a Wellington. Empero, tras haber descubierto el mundo intelectual emergente europeo -la escritora llegaría a mantener una estrecha relación con los miembros del Grupo Bloomsbury-, no veía cómo encajar en su limitado y provinciano lugar de nacimiento. De ese modo, en 1908 regresó a Londres y comenzó allí una nueva etapa de su vida, que se puede definir como bohemia, algo que complicaría a la larga la difícil relación que la unía con su familia, especialmente con su madre. 

Gran trabajadora, pertinaz colaboradora en publicaciones, la vida personal de Mansfield fue compleja y mudable en sus afectos, dejando constancia de todo ello en su diario. La autora no logró una verdadera estabilidad en sus relaciones personales, que mantuvo tanto con mujeres como con hombres, fracasando muy pronto los múltiples matrimonios que contrajo. De hecho, el primero de sus enlaces finalizó la misma noche de la boda y antes de ser consumado. Katherine estaba encinta de otro hombre, con el que mantuvo una relación intermitente. La escritora perdió el bebé que esperaba durante su estancia en Alemania, lugar donde viajó para esconder su estado, y este asunto quedó reflejado de alguna manera en  En una pensión alemana, la obra antes mencionada.

Sea como sea, y sin entrar en valoraciones, quizá lo que influyera más en el corazón de Katherine Mansfield, que hizo eclosionar su característica narrativa, fue la pérdida de su hermano menor en la Gran Guerra, quien falleció en 1915. Desde ese momento, la escritora se refugió en el recuerdo de su infancia en Wellington, que ella recordaba como un periodo feliz de su vida. Fue entonces cuando comenzó a escribir Preludio, primera historia de Los Burnell, que ella tituló en un principio como El Aloe, iniciándose así la etapa más prolífica de su corta existencia.

Fuente: Undine von Reinecke

En 1917 fue diagnosticada de tuberculosis pulmonar, y la escritora no cejó en su empeño de buscar la cura, llevando una vida itinerante por ciudades europeas, hasta recalar en 1922 en Fontainebleau, Francia. Allí residió como invitada de George Ivanovich Gurdjieff, un gurú de ciertas ciencias alternativas orientales, que dirigía la fundación Instituto para el Desarrollo Armonioso del Hombre, donde la autora fallecería pocos meses después. Si mis lectores están interesados en conocer más sobre la peculiar vida de Mansfield, les aconsejo leer la biografía escrita por Pietro Citati, titulada en español La vida breve de Katherine Mansfield (Gatopardo Ediciones, 2016), donde el ensayista italiano da un interesante repaso a los últimos días de la escritora en aquel lugar.

Cuando el pasado mes de octubre la editorial Trotalibros anunció la publicación de Los Burnell, personajes que ya me eran familiares, me hice inmediatamente con un ejemplar. Volver al universo Mansfield era para mí algo tan fascinante que lo quería rememorar. Además, la edición contaba con la traducción de Patricia Antón y las ilustraciones de Andrea Reyes, todo un lujo para los amantes de los libros impresos y las ediciones muy cuidadas.

Realmente, Los Burnell es el compendio de tres relatos independientes, publicados en diferentes momentos de la vida de Mansfield, que comparten los mismos protagonistas. Tras estos interesantes personajes se esconden los miembros de la familia de la propia autora, una constante que sigue gran parte de la narrativa de Katherine Mansfield, que está dotada de un sutil carácter autobiográfico. En el caso que nos ocupa, los cuentos Preludio, En la Bahía y Casa de muñecas, narran determinadas experiencias de la infancia de la escritora cuando vivía junto a los suyos en Karori, una zona de Wellington, Nueva Zelanda, mucho antes de que comenzara esa vida convulsa que caracterizó la trayectoria de esta singular autora. A saber: Preludio narra la mudanza de la familia Burnell a un nuevo hogar lejos de la ciudad, En la Bahía relata unas vacaciones de los protagonistas de esta saga en la costa y Casa de muñecas cuenta lo que ocurre cuando las hijas de los Burnell reciben un regalo espectacular. 

Como pueden comprobar mis lectores, los temas elegidos por Mansfield están sacados de la común cotidianidad. Sin embargo, su mirada audaz, sensible y, en ocasiones, compasiva, consigue transformar lo corriente en algo bello y especial. Comenzando por sus atmosféricas descripciones que, desde mi punto de vista, conectan el texto con el mundo lírico y emocional, y continuando por sus despampanantes personajes, a quienes dibuja con esmero, cariño, comprensión y, no obstante, con cierta perversidad. Su percepción de las verdades de la vida iba más allá. Y de ello deja constancia el personaje de Kezia, alter ego de la autora, una figura adorable que mira el mundo de sus adultos con indignada incomprensión.

Ilustración de Casa de Muñecas, Andrea Reyes (2023)
Editorial Trotalibros (Fuente: Undine von Reinecke)

No obstante, la Mansfield adulta, la escritora, llega al alma de todos sus personajes con empática iluminación. Ella consigue que el lector comprenda a la ambigua tía Beryl, quien anhela con desasosiego tener pareja; también se postula con audacia al lado de Linda, una madre de familia sin aparente vocación; y hace que rindamos armas frente a Stanley, padre de las Burnell, tan grande en apariencia como inseguro es su estado interior. No menos interesantes son sus personajes menores, criadas, jornaleros o muchachas de clase inferior. La mirada sin prejuicios de Mansfield consigue elevarlos con cariño ante el lector.

Decía líneas arriba, que estos tres relatos fueron escritos y publicados originalmente en momentos diferentes del siglo XX. De cómo surgió la idea de reunirlos en un solo libro nos habla Jan Arimany, editor de Trotalibros, en el emotivo y bello posfacio de Los Burnell

Sin embargo, no quiero cerrar esta reseña sin hacer mención a lo acertada que encuentro su edición. Me refiero a que existe tanta coherencia entre los tres relatos que componen Los Burnell, que parece ilógico que no surgiera antes una edición similar. Mi propia experiencia como lectora así lo dicta. Yo conocí a la familia Burnell en la década de los ochenta, cuando leí Fiesta en el jardín y otros cuentos (Editorial juventud), una edición en la que sólo aparecían En la bahía y Casa de muñecas, junto a otras historias dispares, con las que no tenían conexión. Me faltaba Preludio, primer relato incluido en Los Burnell, que pude disfrutar tiempo más tarde, gracias a un libro titulado El áloe, publicado en 2012 por Ediciones Barataria. Y aunque todas esas lecturas fueron satisfactorias en su momento, su recuerdo no puede igualar la huella que ha dejado en mí Los Burnell. La lectura de este libro, al igual que ocurre con un antiguo álbum fotográfico familiar, seduce y atrapa página tras páginadescubriendo a quienes se involucran en él las más preciadas y sutiles intimidades que la vida puede regalar.


<Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años.> Abraham Lincoln (1808-1865)


Undine von Reinecke ♪



La autora por la Editorial

Fuente: Editorial Trotalibros

Katherine Mansfield, seudónimo de Kathleen Beauchamp, nació en Wellington, Nueva Zelanda, en 1888. Su padre, primo de la escritora Elizabeth von Arnim, era un próspero banquero, por lo que Katherine, que fue criada por su abuela, estudió en los mejores colegios. En 1893 la familia se trasladó a las afueras de la ciudad, donde nació su hermano Leslie. Sus padres la enviaron a estudiar a Reino Unido, en el Queen’s College, donde entró en contacto con diversos círculos artísticos y conoció a la que sería su amante, la escritora Ida Baker. Al terminar sus estudios, sus padres le ordenaron volver a Nueva Zelanda, pero no tardaría en volver a Inglaterra, donde se entregó a la vida bohemia. Se quedó embarazada de Garnet Trowell, pero sus padres se opusieron a la relación de la misma forma que se opusieron a sus deseos de dedicarse profesionalmente al violonchelo. Se casó con un cantante once años mayor que ella al que abandonó en la noche de bodas. Cuando informó a sus padres de su estado, su madre se la llevó a Baviera para mantener en secreto tanto su embarazo como su relación con Baker. Allí sufrió un aborto, tras lo que regresó a Londres; no volvería a ver nunca más a su madre, que a su vez la desheredó. Su experiencia en Alemania le serviría de inspiración para sus primeros relatos, publicados en En una pensión alemana (1911), que no tuvo éxito. La muerte de su hermano Leslie en el frente de la Primera Guerra Mundial la llevó a refugiarse en sus recuerdos felices de la infancia. En 1917 enfermó de tuberculosis y viajó por toda Europa buscando una cura. En 1918 se casó con su editor, John Middleton Murry, aunque se separaron dos meses después. Con la publicación de Felicidad (1920) y Fiesta en el jardín (1922) alcanza el reconocimiento como escritora. Murió en 1923 de hemorragia pulmonar con tan solo 34 años y convertida en una de las cuentistas más importantes del siglo xx y una figura clave del modernismo anglosajón.


Comentarios

  1. Buenos días, Undine:
    Es curioso, te iba a decir. Mira, una escritora que tuvo una vida cómoda y agradable. Claro, hasta que llegamos a sus relaciones fallidas, la enfermedad y otras dificultades...aquí no se salva nadie.
    Me encanta lo que cuentas. Voy a buscar porque me suena mucho haber visto un recopilatorio de esos gordos de cuentos. Sólo leí uno hace muchos años en un taller de escritura pero no me acuerdo de cual, era un relato muy corto.
    La biografía también me la llevo aunque prefiero el diario. Voy a investigar.
    Nunca pasé de las primeras páginas de La montaña mágica. Se me hace bola.
    Besos y feliz semana

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenos días, Norah.
      Lo cierto es que Mansfield fue un alma sensible a quien la vida no trató bien, pese a su afortunada posición familiar. Según su biógrafo, la escritora sufrió mucho, y eso afectó a su salud y al desarrollo de su corta vida. Sin embargo, su narrativa es bellísima, original y merece conocerse más. Los Burnell es todo un tesoro.

      Con respecto a La montaña mágica, para mí fue una lectura difícil (me costó mucho) de la que salí más sabia de lo que entré. Algún día volveré a leer este título.

      Un beso, y gracias por visitarme!!

      Eliminar
  2. Me ha encantado y entretenido un buen rato, como siempre. Me haré con el libro. Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenos días, Inma.
      Muchas gracias por leerme. Espero que disfrutes de Los Burnell.

      Un saludo.

      Eliminar
  3. Hola Undine, sí, yo también vi esta publicación de Trotalibros y me llamó la atención. Me alegro mucho de que te haya gustado. Igual cae en alguna ocasión.
    Un besazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenos días, Nitocris.

      Yo no soy objetiva con respecto a Katherine Mansfield. Esta autora me gusta tanto, que no dudé en hacerme con Los Burnell desde que salió. Sin embargo, si te gusta la narrativa de los autores de entreguerras, no dudes en hacerte con esta joya.

      Un beso, y gracias por la visita!!

      Eliminar
  4. ¡Hola! Nunca me había planteado leerlo pero viendo todo lo que cuentas parece que es un libro que no me debería perder así que lo tendré muy en cuenta para el futuro. Un besote :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenos días, Marya.
      Los Burnell es un caramelito para los lectores de libros impresos a quienes gustan también la narrativa delicada. Si te decides a leerlo, espero que cumpla tus expectativas.

      Un beso, y gracias por visitarme!!

      Eliminar
  5. Buenas tardes Undine, me encanta que estás tres historias se publicaran juntas por fin. Hace años leí En la bahía, y se me quedó un poco corta, igual porque para entenderlas hay que leerlas como un todo. En su momento me gustó mucho el Diario. La verdad es que Katherine Mansfield es una autora que merece la pena conocer. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenos días, Mar.

      Efectivamente, estas tres historias adquieren más sentido cuando se leen juntas. Por ese motivo, me resultó un acierto esta edición. Ni imaginas cuantísimo la he disfrutado. Me alegra volver a coincidir contigo con respecto a otra autora.

      Un abrazo, y feliz finde!!

      Eliminar
  6. Hace tiempo que tengo a esta autora en mente, pero aún no me he estrenado con ella. Hace muchos años compré En una pensión alemana y cuando lo fui a leer unos meses después, no lo encontré. Por más que he mirado la librería no aparece. Este de Los Burnell me atrae mucho tomo nota.
    Magnífica tu reseña.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenos días, Rosa.
      Ojalá encuentres tu ejemplar de En una pensión alemana, porque es una pieza muy especial que puede unirte para siempre a esta autora. En cuanto a Los Burnell, desde mi punto de vista, es un libro tan bonito que me parece una lectura estupenda para tomar contacto con Katherine Mansfield. Ya me contarás si coincides con mis impresiones o no.

      Un abrazo, y gracias por la visita!!

      Eliminar

Publicar un comentario

ENTRADAS POPULARES EN LECTURAS DE UNDINE

RESEÑA: EL BAILE, IRÈNE NÉMIROVSKY

RESEÑA: "EL CASCANUECES Y EL REY DE LOS RATONES", E. T. A. HOFFMANN

RESEÑA. "LOS TREINTA Y NUEVE ESCALONES", JOHN BUCHAN

RESEÑA: "El GATOPARDO", GIUSEPPE TOMASI DI LAMPEDUSA

RESEÑA: ORGULLO Y PREJUICIO, JANE AUSTEN