RESEÑA: UN DOMINGO EN EL CAMPO, PIERRE BOST

Fuente: Undine von Reinecke

Ficha Técnica

Editorial: Errata Naturae

Traducción: Regina López Muñoz

Colección: El Pasaje de los Panoramas

Fecha de publicación: 23/04/2018

Formato: 14 x 21,5

Número de páginas: 88

ISBN: 978-84-16544-58-5

P.V.P.: 12 €


Sinopsis de la Editorial

Monsieur Ladmiral, un anciano pintor de éxito, aunque algo convencional, se establece en las afueras de París, donde su hijo Gonzague lo visita con su familia cada domingo. Como en casi todas las reuniones familiares, se come, se bebe, se charla… y se «callan cosas». Todo es como siempre ha sido, hasta que Irène, la hija adorada, aparece por sorpresa. Mientras que Gonzague lleva una vida aburrida de clase media, Irène —una mujer liberada y sociable, que rara vez visita a su padre— es, en buena medida, un secreto para todos.

En esta exquisita novela de Pierre Bost, rebosante de un humor sutil y una inteligente levedad, un domingo en familia se convierte en una cascada de emociones no dichas, un fulgurante retrato de la vida familiar poco antes del estallido de la Gran Guerra. En realidad, como lo será siempre.

 

Propuesta musical para este libro


*Crédito del vídeo: Canal de YouTube Ronald Cavaye

La pieza que el lector está escuchando es Mi madre, la oca (Ma mère, l'oye en el original del francés), y fue compuesta en 1910 por el músico Maurice Ravel. La obra fue pensada inicialmente para piano a cuatro manos, un dueto que Ravel dedicó a los hermanos Jeanne Leleu y Geneviève Durony, dos jóvenes pianistas de 11 y 14 años respectivamente, que estrenaron la obra el 20 de abril de ese mismo año, en la Société Musicale. Poco después, la melodía fue transcrita para piano solo por Jacques Charlot, un malogrado músico francés, amigo de Ravel, que falleció en la Gran Guerra.

La partitura está compuesta por cinco movimientos. A saber: I. Pavane de la Belle au bois dormant (Pavana de la Bella Durmiente; II. Petit Poucet (Pulgarcito); III. Laideronnette Impératrice des pagodes (Niñita fea, Emperatriz de las Pagodas); IV. Les entretiens de la Belle et de la Bête (Conversación de la Bella y la Bestia); V. Le jardin féerique (El Jardín encantado) .

Debido a su estructura y al espíritu infantil que subyace en ella, Ma Mère L'oye lleva el subtítulo de Cinq pièces enfantines, que viene a significar en español Cinco piezas infantiles. Por otro lado, como era habitual en la trayectoria profesional de Maurice Ravel, el compositor francés orquestó la obra en 1911, añadiendo cuatro interludios y dos movimientos iniciales. Este arreglo sería estrenado como ballet el 29 de enero de 1912 en el Théâtre des Arts de París.

He elegido Ma mère, l'oye para acompañar la reseña de hoy por el carácter impresionista de la obra, algo inherente a Un domingo en el campo de Pierre Bost, que es la obra protagonista de hoy. Por otro lado, Ravel y Bost eran compatriotas y ambos vivieron las glorias parisinas de sus salones artísticos durante la década de 1920.


Lo que Undine opina del libro


<Una familia feliz no es sino un paraíso anticipado.> Sir John Bowring (1792-1872)


Hoy, 19 de febrero de 2025, llego a París, actual etapa de mi viaje literario anual La vuelta al mundo en doce libros👈. En esta ocasión, con motivo del doscientos aniversario de la invención del ferrocarril, que es la temática de la edición del reto de este año, voy a visitar  la estación ferroviaria París-Saint-Lazare.

Estación París-Saint-Lazare (puente de Europa, 1868) 
 Litografía de Pierre-Auguste Lamy (1827-1883) Fuente: Wikipedia

La estación de París-Saint-Lazare, también conocida como Gare Saint-Lazare, es una de las seis principales terminales parisinas de la red ferroviaria pública francesa (SNCF), y está ubicada en el barrio l’Europe del distrito 8º, aunque su primer emplazamiento se encontraba a unos ciento cincuenta metros al noroeste de su localización actual. 

Esta antigua estación, una de las más veteranas de la red Oeste del país, se construyó en tiempos del rey Luis Felipe I - se inauguró en 1837-, y fue la primera en ser edificada en la Île-de-France. Desde aquel momento, su tráfico principal viene siendo suburbano, aunque también conecta con Normandía, y desde allí con el ferry llegado del Reino Unido, siendo  la tercera estación más concurrida de la nación. 

La estación a principios del siglo XX (Fuente: Wikipedia)
Por otro lado, el diseño del bellísimo edificio corrió a cargo del arquitecto Alfred Armand (1805 - 1888) y del ingeniero civil Eugène Flachat (1802-1873), quienes vieron finalizar la edificación de su proyecto al cabo de once años. 

Debido a la importancia arquitectónica de la estación de Saint-Lazare, cuya estampa es una de las más emblemáticas de la ciudad, sus fachadas, la cubierta, el vestíbulo, y la sala de embarque, están bajo protección, y desde 1984 ha sido declarada monumento histórico. Siguiendo esta misma estela, el actual y elegante hotel Hilton Opera de París se ubica en lo que fue el Gran Hotel Terminus (1889), un glamuroso hotel finisecular construído con motivo de la Exposición Universal, que estaba unido a la estación mediante una pasarela, por la que circulaban los pasajeros más notorios que llegaban a la Gare de Saint-Lazare.

Mientras esto ocurría, también se llevaron a cabo las obras de ampliación de la estación (1885-1889), cuya imagen final del edificio es la que hoy se puede disfrutar.

Estación Saint-Lazare, Claude Monet, 1877

La trayectoria de la estación Saint-Lazare no está exenta de eventualidades, sucesos históricos que envuelven su estampa con un halo de lírico romanticismo. Esta anciana terminal ferroviaria ha visto pasar el cambio de los tiempos y sus efectos, desde atentados anarquistas, huelgas de trabajadores, hasta dos guerras mundiales, sin olvidar las citas románticas entre damas aristócratas y los artistas que llegaban a París con el ánimo de triunfar. 

Sin embargo, si hay una imagen emblemática de la Gare Saint-Lazare fue la que inmortalizó numerosas veces el pintor Claude Monet (1840-1926). Desde ese momento, el mundo del arte le brindó su atenta mirada y un empático interés.

Y hablando de artistas y de estaciones ferroviarias francesas, ambos motivos aparecen en Un domingo en el campo de Pierre Bost, una nouvelle que fue publicada el pasado año por la editorial Errata Naturae en la colección El Pasaje de los Panoramas, con la estupenda traducción de Regina López Muñoz.

Un domingo en el campo comienza así:


<Cuando el señor Ladmiral se quejaba de estar envejeciendo lo hacía mirando muy fijamente a su interlocutor, y en un tono provocador que parecía invitar a que lo contradijeran.>


Un domingo en el campo narra la historia del señor Ladmiral, un pintor de cierta reputación, contemporáneo a los grandes impresionistas que, después de haber enviudado y adentrarse en la tercera edad, decide abandonar París para establecerse en la campiña de Saint-Ange-des-Bois. Así las cosas, Ladmiral lleva una vida rutinaria en su nueva casona campestre. Sus días son todos iguales, desde que se levanta hasta el anochecer, empleando algunas horas en la pintura, el oficio que le da razón de ser. Su única compañía es Mercedes, la mujer que se encarga de las labores domésticas y que le da de comer. Gourmet empedernido y todo un personaje de carácter, el señor Ladmiral observa pasar los días de la semana en espera del domingo, el día que su hijo Gonzague suele visitarlo junto a su esposa Marie-Thérèse y sus tres hijos. De esta manera, una de esas jornadas dominicales de visita familiar se ve alterada por la inesperada llegada de Irène, la hermana menor de Gonzague, y el ojo derecho de monsieur Ladmiral. ¿Qué misteriosos asuntos de familia tratarán?

1ª edición de Gallimard, 1945
Fuente: Iberlibro

Un domingo en el campo es una original, divertida y absolutamente bellísima nouvelle, que fue publicada por primera vez en 1945 por la editorial parisina Gallimard, con el título original de Monsieur Ladmiral va bientôt mourir. Décadas más tarde, concretamente en 1984, el director cinematográfico Bertrand Tavernier realizó una adaptación de la historia, estrenándose la película con gran éxito en la gran pantalla bajo el título Un dimanche à la Campagne. La producción había captado a la perfección esa atmósfera impresionista, musical y colorista, que el novelista francés le quiso dar. Y esto se vio reflejado gracias a la evocadora música de Fauré elegida para la obra, a la bellísima fotografía del film, por el excelente guión, y por el magnífico trabajo de los artistas del reparto, que consiguieron cosechar para el film un cuantioso listado de premios (Globo de Oro, César, Cannes…). Su éxito estaba cimentado en una obra literaria soberbia y muy especial.

De hecho, esta novela corta ha pasado a la historia como una de esas piezas singulares, que toda biblioteca exquisita debe adquirir. De belleza inimitable, el pintoresquismo del estilo, el pausado ritmo narrativo y las estampas que se describen en la novela, le otorgan a este texto un cierto carácter impresionista, sinestésico y, a fin de cuentas, emocional. Son instantes captados y congelados en una sucesión de diapositivas descriptivas, que pasan una tras otra por nuestra mente, haciendo de esta lectura una experiencia absorbente, deliciosa y sensual.

La historia transcurre a lo largo de una jornada dominical. Comienza en la mañana, momento en que llega Gonzague con su propia familia, narra las conversaciones durante el almuerzo, la siesta, la llegada atropellada de Irène, la merienda, los paseos vespertinos… y finaliza con la marcha hacia París de los jóvenes, dejando al señor Ladmiral con su fiel Mercedes y con su soledad. Y aunque aparentemente parezca no ocurrir nada -el tic-tac del reloj parece ser la única realidad-, ante el lector se presentan muchos e interesantes asuntos humanos, convirtiendo esta obra en un brillante y agudo retrato familiar, no carente de luces y sombras, como ocurre a menudo en cualquier hogar. La relación padres e hijos es diseccionada por Pierre Bost con tino y sagacidad.

Monet pintando en su jardín de Argenteuil, Renoir (1873)
Fuente: Wikipedia

Sin embargo, el aparente sosiego del que hablaba líneas arriba, ese que aporta un ritmo armonioso al texto, va siendo soliviantado sagazmente durante el desarrollo de la historia, llegando a un clímax apoteósico en un momento dado del relato -el lector queda exhausto en el proceso-, retornando al ritmo inicial según la historia se va acercando a su irónico punto final; muestra evidente de la maestría narrativa de Pierre Bost.

Otro de los puntos fuertes de Un domingo en el campo son sus personajes. La pizpireta y alocada Irène, mujer a la moda y foco de atención; el correcto y fiable Gonzague, con su admiración paternal; la aburguesada Marie-Thérèse, atenta esposa y pertinaz madre de familia; Mercedes, la criada para todo, con su divertida sabiduría popular; y el incombustible Monsieur Ladmiral, cuya conciencia, pese a todo, no escapa a la cruda realidad. Mención especial merecen los tres nietos Ladmiral, dos adolescentes varones y una pequeña niña, a quienes Bost retrata con afecto y una sonrisa, analizando a través de ellos el proceder del individuo en los momentos previos al despertar inicial o definitivo en la vida.

Y hasta aquí llegan mis impresiones sobre Un domingo en el campo de Pierre Bost, una pieza tan sucinta como intensa. Ha sido toda una experiencia disfrutar de esta bucólica, lírica, entrañable y, por qué no decirlo, cruda novela, cuyo realismo y brevedad no ensombrece en absoluto su belleza. Esta obra, que además esconde profundas disertaciones acerca del mundo del arte, la vida y la vejez, pone en jaque la institución familiar formulando ante el lector una interesante cuestión: ¿Existe la ecuanimidad en el corazón paterno, y si es así, puede el amor filial saciar la necesidad de afectividad del núcleo familiar?

Monsieur Ladmiral lo tiene claro, el lector podrá descubrirlo si decide subirse junto a Pierre Bost al tren de Un domingo en el campo.


<Rara vez los miembros de una misma familia crecen bajo el mismo techo.> Richard Bach (1936-?)


Undine von Reinecke ♪


Os espero a todos el 19 de marzo de 2025 en la estación ferroviaria de Marseille-Saint-Charles (Marsella), próxima etapa de La vuelta al mundo en doce libros-Tributo al tren.



El autor por la Editorial

Fuente: Errata Naturae

Pierre Bost nació en Lasalle en 1901, creció en Le Havre y se instaló en París poco después de la Primera Guerra Mundial. Entre 1924 y 1945 publicó más de una docena de novelas y ensayos, buena parte de ellos siguiendo la estela de Marcel Proust. Fue uno de los escritores y periodistas más importantes del periodo de entreguerras y, años después, uno de los mejores guionistas del cine francés de posguerra (autor o coautor de los guiones de filmes tan célebres como El diablo en el cuerpo, Juegos prohibidos, ¿Arde París?, Sinfonía pastoral o El relojero de Saint-Paul). Sus trabajos más importantes son Faillite (1928), Le scandale (1931, Premio Interallié 1931), Porte-Malheur (1932) y Un domingo en el campo (1945), tras el cual no volvió a escribir más novelas. Murió en 1975 en París.


 

Comentarios

  1. ¡Hola! Me resulta muy interesante la pregunta que dejas en el aire y creo que podría ser una lectura que me haría reflexionar bastante así que no me importaría leerlo en algún momento. Un besote :)

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  2. Buenos días, Undine.
    Me encantan este tipo de novelas en las que aparentemente no pasa nada, pero en las que se esconde mucha carga de profundidad. Me ha hecho acordarme de Peter Cameron y su maravillosa novela Un fin de semana. Imagino que poco tienen que ver más allá de esa vida en el campo, unas visitas de fin de semana y muchas cosas escondidas entre conversaciones aparentemente banales. Anotado queda.
    Un beso.

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  3. Hola Undine, pues lo has contado de una forma tan bonita que me has picado...
    Un besazo

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  4. Buenas tardes Undine, no conocía al autor pero tu reseña me ha dejado con ganas de leerlo, siempre me han llamado la atención esas historias en las que parece que no ocurre nada pero pasa la vida... Me la llevo apuntada. Un abrazo.

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  5. No me sonaba ni el libro ni a su autor. Este tipo de historias suele gustarme, así que tomo nota, pero con tanto pendiente, la verdad es que no sé ya si caerá.
    Besotes!!!

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