RESEÑA: LA NIÑA QUE JUGABA A SER DIOS, DAN LUNGU

Fuente: Undine von Reinecke

Ficha Técnica

Editorial: Amarillo Editora

Traducción: Borja Mozo Martín

ISBN: 978-84-128897-0-3

Fecha de edición: enero 2025

Nº páginas: 440 p.

Encuadernación: rústica con solapas

Medidas: 14×21 cm

Precio: 22 €


Sinopsis de la Editorial

Con el fin de mejorar la comprometida situación económica de su familia, Letiția emprende un viaje a Italia en busca de trabajo, y deja en Rumanía a la pequeña Rădița, su hija, quien sufre especialmente la separación de su madre. Lo que, en principio, iba a ser una solución provisional, comienza a alargarse en el tiempo, y Rădița se ve obligada a suplir esa ausencia con toda la fuerza de su imaginación, en un intento por comprender un entorno que no entiende. Letiția, por su parte, soporta las dificultades de su nueva vida, lejos de su familia, y centra en el trabajo todas sus energías, con la esperanza de un regreso próximo. 


Propuesta musical para este libro

Cantabile et Presto for Flute and Piano, Georges Enesco. Intérprete Laurel Zucker

*Crédito del vídeo: Canal de YouTube Laurel Zucker - Tema

La pieza que el lector está escuchando es Cantabile et Presto, una obra escrita para flauta y piano por el compositor, violinista, pianista, director de orquesta y pedagogo rumano George Enescu (1881-1955). Este músico, considerado como uno de los más importantes de Rumanía de todos los tiempos, si no el que más, compuso la obra en 1904, y, desde entonces, Cantabile et Presto es una pieza de obligada presencia en el repertorio flautístico a nivel mundial. De hecho, destaca por su lirismo, virtuosismo y dificultad.

He elegido Cantabile et Presto de George Enescu para acompañar la reseña de hoy, porque la belleza de la pieza es equiparable a la que he encontrado en el personaje infantil de La niña que jugaba a ser Dios del autor Dan Lungu. Por otro lado, tanto el músico como el escritor son compatriotas, y ambos honran en sus respectivas obras las raíces de la cultura rumana.


Lo que Undine opina del libro


<La pobreza no viene por la disminución de las riquezas, sino por la multiplicación de los deseos.> Platón (427 AC-347 AC)


Decía el poeta y filósofo italiano Dante Alighieri (1265-1321), que no hay mayor dolor que recordar los tiempos felices desde la miseria, una sentencia aparentemente evidente, que para muchas personas representa una triste realidad. Sólo hay que observar el correr de los tiempos para comprobar que esta sentencia es una hecho atemporal. Y en nuestros días, tan marcados por las divergencias entre el Primer y el Segundo Mundo, hay un fenómeno que sucede en todas partes por igual: la presencia de maletas y viajeros trotamundos que recorren nuestras calles sin descanso en busca de la perdida felicidad. Es verdad que unos lo hacen en busca de nuevas emociones, y que otros, sin embargo, persiguen por necesidad la anhelada prosperidad; pero lo cierto es que el mundo global ha propiciado la movilidad del individuo, evidenciando con ello los claroscuros de nuestra forma de vida actual.

Fuente: Amarillo Editora

De estos y otros muchos temas importantes nos habla el escritor y sociólogo rumano Dan Lungu en su novela La niña que jugaba a ser Dios, un título inédito hasta el momento en España, que ha publicado recientemente Amarillo Editora en nuestro idioma, con la cuidadísima traducción y notas al texto de Borja Mozo Martín, a quien felicito por su excelente trabajo. Por otro lado, el libro cuenta con la sugestiva introducción de la editora Ester Vallejo, quien nos lleva de la mano hasta el corazón de la comprometida narrativa del autor.

La niña que jugaba a ser Dios comienza así:

<Se despertó temprano y, aún soñolienta, vagó un tiempo por la casa con los ojos cerrados, sin ser consciente de adónde la guiaban sus pasos. Había hecho trasnochar a su madre para terminar los deberes de caligrafía y se había pasado el resto de la noche soñando con paraguas puntiagudos. Estaba tan agotada que ni siquiera tenía muy claro en qué momento se había puesto el pijama de vaquitas, que la hacía parecer un anuncio de quesitos, ni cómo se había metido en la cama. No se dio cuenta de lo que hacía hasta que llegó a la puerta del baño y trató de tirar del pomo sin conseguirlo.>

La niña que jugaba a ser Dios nos lleva a la Rumanía de la transición. Allí conocemos a Rădița, una niña pequeña que, junto a sus padres y su hermana mayor, se ha trasladado a vivir a casa de sus abuelos maternos, con la intención de ahorrar y mejorar la economía familiar. Sin embargo, pese a todas las medidas tomadas, las cosas no parecen prosperar. Por ello, Letiția, la madre de la pequeña, se ve obligada a emigrar a Italia temporalmente, en busca de un trabajo que les aporte seguridad a todos para vivir con tranquilidad. De esta manera, las dos niñas permanecerán a cargo del padre, bajo el techo de los abuelos, quedando el núcleo familiar un tanto dañado, no sólo por la notable ausencia de Letiția, sino porque entre suegro y yerno existe una mutua hostilidad.

Así las cosas, Rădița, que se siente especialmente afectada por la situación, intenta afrontar los días desde su infantil perspectiva, que nutre con su gran imaginación. Por su parte, Letiția, asentada ya en su trabajo como cuidadora de la anciana Nona en el hogar de una familia romana, debe enfrentarse a los sinsabores de su nueva realidad, y observa el mundo del inmigrante con melancolía, recelo y perplejidad.

Edición en rumano de 2018, Editorial Polirom
Fuente: Amazon

La niña que jugaba a ser Dios es una apasionante, potente y bella novela con un final perturbador. La obra fue publicada en primera instancia en 2014, con el título original de Fetița care se juca de-a Dumnezeu. Su autor, Dan Lungu (1969), que es una de las voces rumanas contemporáneas más admiradas, consiguió con este título hacer un bosquejo certero y honesto de cómo era la vida para muchos de sus compatriotas en los años posteriores a la caída del bloque socialista europeo y a la llamada Revolución rumana de 1989, que derivó en el derrocamiento del Gobierno comunista de Nicolae Ceaușescu. Esta etapa, fue muy complicada para la mayoría de las familias rumanas a todos los niveles, y provocó que muchos miembros de éstas iniciaran una diáspora hacia occidente, en busca de la tierra prometida, para poder dar a los suyos una vida mejor. De hecho, esta obra supone una pieza más en el mapa histórico, económico y sociocultural, que Lungo ha logrado dibujar con el conjunto de su narrativa, una empresa que emprendió desde el inicio de su carrera literaria, allá por la década de 1990. Su nutrida galería de títulos abarca, además de la novela, el género cuentístico, la obra poética y el teatro, destacan títulos como El paraíso de las gallinas (Raiul găinilor, 2004) o Soy un viejo comunista (Sînt o babă comunistă, 2007), obras con las que se abrió paso exitosamente en el mercado literario español. De ellas da buena cuenta Ester Vallejo en el vibrante prólogo de La niña que jugaba a ser Dios.

La prosa de Lungu es valorada por su belleza, lirismo, y por el realismo que emplea en  las temáticas socio-históricas que estudia, siempre desde el punto de vista analítico y en retrospectiva de los sucesos acontecidos en la era comunista de su nación y en la etapa posterior. Por otro lado, se muestra también como un gran artífice de personajes, a los que analiza minuciosamente, con cariño y precisión. Y es este último punto lo primero que llama la atención en La niña que jugaba a ser Dios, porque Lungu no sólo maneja una nutrida galería de figuras variopintas e interesantes, sino que se acerca a ellos con empatía, pulcritud y penetración

En ese mismo sentido, es admirable cómo el escritor es capaz de aproximarse a sus personajes infantiles, abriéndose hueco con ellos en el corazón del lector; no menos sorprendente es su habilidad para describir el proceder femenino, con delicadeza y sin ausencia de rigor; e igual de impactante es cómo dibuja a los ancianos que aparecen en su texto, a los que trata con carisma y compresión. Y el resto de figuras son igualmente interesantes, porque dan cuenta del global de la conducta del individuo.

Feria cosmopolita Iași, Rumanía (Litografía de 1845 aprox.) 
Fuente: Wikipedia (A. Kauffmann, J. Rey - scanned from Scurtă)

Pese a lo dicho, durante la lectura de la novela es difícil no encariñarse con algún personaje en particular. Y para mí, sin duda alguna, es Rădița, la protagonista del libro, quien desde el primer pasaje me secuestró dentro de la narración. Esta pequeña, de personalidad afectiva, imaginativa y muy singular, atrae al lector hacia sus aventuras y hacia su mundo interior, un universo cambiante que irá evolucionando desde la inocencia que posee al inicio de la historia, tornándose paulatinamente en sinuosa, según vamos acercándonos al final del relato. Tan bonito y cercano es este personaje, que pocos serán los que no deseen construir para Rădița y Letiția, su madre, un futuro mejor.

Y hablando de Letiția, la otra voz principal de La niña que jugaba a ser Dios, a ella corresponde en esta historia describir cómo es el lado más conocido de la emigración, las aventuras y desventuras que viven los individuos que deciden dejar su entorno y su familia, para buscarse la vida en otra nación; los personajes que se quedan en Rumanía son los que completan con sus respectivas historias cotidianas la idea que Dan Lungu quiere mostrarnos acerca de este fenómeno. Y pese a que el lector pueda pensar de antemano lo que se va a encontrar, desde mi perspectiva, se sorprenderá con el grado de objetividad que Lungu arroja en su libro. Ni el paternalismo, ni la hipocresía se dejan ver en esta historia, su mirada sobre la migración la vierte desde un punto de vista que desea ser honesto en todo momento, y fiel a la realidad del sentimiento global.

Por otro lado, esta obra narrada a dos voces, que funciona como un perfecto engranaje, relatando paralelamente la vida del emigrado y de la familia que deja atrás, no se entretiene aplicando un morbo acentuado en los aspectos menos amables de la historia. De hecho, la obra posee un humor vibrante, cómplice y muy humano en gran parte de los pasajes del libro. La sonrisa nos acompaña prácticamente durante toda la lectura, desapareciendo por completo al llegar al punto final. 

No obstante, el autor va dejando pistas a lo largo del relato de lo que va a pasar, preparando a quienes deciden involucrarse en esta sugestiva historia, para la realidad que les quiere mostrar: lo que supone para el individuo enfrentarse a las consecuencias del desarraigo y la orfandad. Y puedo asegurar a quienes me están leyendo que la mirada de Dan Lungu les va a impactar. El retrato que hace del hogar que el emigrado deja atrás, los lances que experimenta la persona que abandona ese núcleo familiar, el análisis de cómo cada miembro de esa familia vive los “resultados” de la emigración… En definitiva, el escritor disecciona certeramente lo que puede suponer una fisura de ese calibre para un hogar.

Con todo y con ello, su pluma es tan emotiva, rica y cercana, rebosante de lirismo y originalidad, que la potencia del mensaje no ensombrece en absoluto la novela, sino que la ennoblece.

Retrato de Vlad el Empalador, Drácula (Casti_
llo de Forchtenstein) Fuente: Wikipedia

Otro aspecto de esta obra que me ha llamado poderosamente la atención, cuya presencia asimilé principalmente al cerrar el libro, es el uso de una particular simbología. Esta historia, que destila a raudales amor por la cultura ancestral de Rumanía (el autor bromea con ciertos clichés que se tienen en Occidente sobre su país), está sembrada de motivos alegóricos, que dan carácter a los personajes y explican muchos de los pasajes más complejos que aparecen en la novela. Realidad y sueño se entremezclan en una suerte de pensamiento mágico, como anticipo de lo que sucederá.

No obstante, La niña que jugaba a ser Dios no es una leyenda. Este texto pretende contar una realidad social, esa que mencionaba al principio de la reseña, que enfrenta a los Dos Mundos en cuestiones culturales, económicas y emocionales, y que, en definitiva, representan un problema importante para el conjunto de la humanidad.

Leer a Dan Lungu ha sido una experiencia, no sólo a nivel literario, también en el terreno personal. Esta historia, cuya temática a quien más y quien menos podría amedrentar, nos la expone con tal desenfado, lleno ternura, ironía y naturalidad, que a nadie puede disgustar.

El mundo de Rădița, sus amigos Verónica y el pequeño Marc, su hermana Malina, sus enemigos "los italianos" de calle abajo, sus abuelos y sus padres, a buen seguro se quedarán entre nosotros, si el lector español les concede una oportunidad.

Así ha ocurrido en mi caso tras mi inmersión en La niña que jugaba a ser Dios, una obra que no sólo me ha abierto las puertas a la soberbia narrativa de Dan Lungu, y me ha hecho vivir una suerte de palpitantes emociones, sino que me ha mostrado la verdadera idiosincrasia de Rumanía, una nación cuya cultura desde hoy mismo me propongo estudiar.


<La cultura hace al hombre algo más que un accidente del universo.> André Malraux (1901-1976)


Undine von Reinecke ♪


El autor por la Editorial

Fuente: Amarillo Editora

Dan Lungu (Rumanía, 1969) es profesor de Sociología en la Universidad de Iasi y uno de los más importantes autores rumanos surgidos tras la caída del comunismo, incluido por la crítica en lo que se ha denominado la «nueva generación». Su obra refleja la vida bajo el régimen comunista, así como durante el periodo de transición posterior. Se centra especialmente en la oposición entre la propaganda oficial -visión edulcorada de la realidad- y la vida real de las clases populares, todo ello desde una perspectiva neorrealista y postmodernista.

Ha recibido varios premios literarios en Rumanía y goza de gran popularidad en Francia y Alemania. Ha escrito novelas, ensayos, poesía y teatro y su obra ha sido traducida a varios idiomas, así como llevada al cine.

El Traductor por la Editorial

Traducción de BORJA MOZO MARTÍN (Madrid, 1987) es licenciado en Filología Francesa y Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, donde realizó un máster de Estudios Literarios. Tras una década dedicada a la docencia en distintas universidades de Francia y Rumanía, así como en el Instituto Cervantes de Bucarest, compagina la corrección editorial con la traducción del rumano y del francés. Actualmente, forma parte del proyecto europeo CELA (Connecting Emerging Literary Artists).


Comentarios

  1. Hola Undine, pues parece muy interesante. La tendré en cuenta.
    Un besazo

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  2. Hola, Undine. No había oído nunca hablar de este autor y me ha encantado lo que cuentas sobre él y su narrativa. Esta parece una historia en tono de cuento con un trasfondo durísimo y muy doloroso. Ya desde el título llama mucho la atención. Buscaré la novela. Un beso y gracias por la magnífica reseña.

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  3. Buenos días Undine, un nuevo autor que me descubres y como siempre muy interesante, me atrae sobre todo por la belleza de la prosa que mencionas, y el tema de fondo, como los emigrantes deben incorporarse a una nueva realidad sin perder sus raíces y cultura, además las historias protagonizadas por niños siempre me despiertan mucha ternura. Tomo nota. Un abrazo.

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  4. Buenos días.
    Sí que parece interesante esta novela. Nunca había oído hablar de este autor. Creo que en España la literatura rumana es una gran desconocida. El tema de la emigración es de lo más apasionante. Cuánta incomprensión y/o cuánta mala intención hay alrededor. Una reseña magnífica.
    Un beso.

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