RESEÑA: POR NO MENCIONAR AL PERRO, CONNIE WILLIS
Fuente: Undine von Reinecke |
Ficha Técnica
Editorial : B de Bolsillo (Grupo Penguin)
Colección: Serie Historiadores de Oxford II
Traducción: Rafael Marín Trechera
Libro de bolsillo : 704 páginas
ISBN-10 : 8413147506
ISBN-13 : 978-8413147505
Peso del producto : 520 g
Dimensiones : 12.5 x 3.2 x 19 cm
Sinopsis de la Editorial
Ned Henry necesita urgentemente un descanso. Obligado por su insoportable jefa a saltar continuamente en el tiempo en busca de un misterioso objeto que constituye una pieza clave en la reconstrucción de la catedral de Coventry, está empezando a perder el norte.
La Inglaterra victoriana de 1888, con sus atardeceres ociosos, el té de las cinco, partidos de croquet en el césped y la tranquila vida campestre, prometen el paraíso. Pero descansar será lo último que hará Ned, dado que tendrá que apañárselas para salvar el continuo espacio tiempo de un colapso total, entre mayordomos victorianos, gatos, espiritistas y detectives aficionados...
Por no mencionar al perro, de la increíble Connie Willis, una de las mejores y más inteligentes voces de la ciencia ficción moderna, muestra un viaje a través de un mundo impredecible de misterio, amor y viajes en el tiempo. Algo inusual en la ciencia ficción: una brillante comedia.
Tanto El libro del día del juicio final como Por no mencionar al perro se pueden leer de forma autoconclusiva.
Propuesta musical para este libro
Ciribiribin, The Andrews Sisters, Bing Crosby
*Crédito del vídeo: Canal de YouTube Let's Rock!
El tema que el lector está escuchando es Ciribiribin, una famosa balada piamontesa compuesta originalmente en 1898 por el músico italiano Alberto Pestalozza (1851-1934), en colaboración con el letrista Carlo Tiochet (1863-1912). La canción se hizo enormemente popular y fue grabada por muchos artistas, aumentando su celebridad al llegar la era del swing y jazz. En 1939, Bing Crosby y las Andrews Sisters grabaron la canción, acompañados por Joe Venuti y su orquesta.
He elegido esta canción para acompañar la reseña de hoy, porque la versión de Bing Crosby y las Andrews Sister se escuchaba en la radio en 1940, año importante en la trama de Por no mencionar al perro. Por otro lado, el tono desenfadado del tema musical está en sintonía con la novela protagonista de la reseña de hoy.
Lo que Undine opina del libro
<No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor.> Alejandro Dumas (1802-1870)
Decía Napoleón Bonaparte a propósito de la guerra, que ésta es un juego serio en el que uno compromete su reputación, sus tropas y su patria, una definición que a mí me resulta un tanto parca viniendo de tan célebre estadista, para definir un asunto tan funesto como destructivo. De hecho, dejando a un lado el evidente coste en vidas humanas que trae consigo, la gran tragedia bélica suele venir acompañada de una inmensa pérdida moral y material. Y así, el patrimonio cultural de un pueblo se convierte dentro del estado de guerra en un ente importante que salvaguardar.
El centro de Coventry tras el bombardeo de la Luftwaffe de 1940 Fuente: Wikipedia |
Sobre este tema y otros asuntos mucho más mundanos nos habla la aclamada escritora norteamericana Connie Willis en Por no mencionar al perro, un libro que me ha servido para finalizar mi participación en el reto Serendipia Recomienda 2024👈, gracias a la sugerencia del blog amigo Un libro en un tris.
Por no mencionar al perro nos lleva a Oxford en el año 2057. Allí, un grupo de historiadores expertos en viajes en el tiempo están ocupados en desplazarse hasta la ciudad de Coventry del pasado, concretamente al año 1940, durante los bombardeos del Blitz. La razón es Lady Schrapnell, una millonaria norteamericana de ascendencia inglesa, que empeñada en construir una nueva catedral para Coventry, donde se enamoraron sus tataratatarabuelos, quiere hallar una reliquia perdida del antiguo templo catedralicio que el Blitz destruyó, para que luzca en su nuevo edificio el día de la inauguración. A la cabeza de la búsqueda está el profesor Ned Henry, un joven y atractivo historiador que, después de rebasar el número límite de saltos en el tiempo que se debe acometer en un mes, ha visto perjudicada su salud con lo que los médicos diagnostican como vértigo transtemporal agudo. De hecho, su doctora le ha recetado dos semanas de descanso absoluto. No obstante, esto no parece una empresa fácil, porque lady Schrapnell no lo consentirá, obligándole a seguir buscando la localización de su ansiado tocón del pájaro del obispo, la horrible obra de arte en cuestión. Por ese motivo, el señor Dunworthy, el mandamás de los historiadores, decide enviar a Henry lejos de la pesadísima mecenas del laboratorio. Y, aprovechando un incidente temporal que ha provocado Verity, otra de sus colaboradoras, decide mandar a ambos al año 1888, en plena era de la Reina Victoria, para que Henry descanse y ayude a solucionar ese otro problemilla.
Sin embargo, cuando el protagonista llega a la campiña inglesa victoriana se encuentra con un panorama inesperado: no se acuerda bien de su cometido, y, para colmo, se topa con una serie de individuos que parecen salidos de una comedia decimonónica. Y así, entre malosentendidos, enamoramientos edulcorados y sesiones de espiritismo, Ned Henry intenta solucionar los problemas de trasgresión originados por su compañera para ayudar a mantener el curso de la historia como hasta ahora, y evitar la invasión alemana durante la Segunda Guerra Mundial.
Edición en inglés de Gateway (Fuente: Amazon) |
Por otro lado, Por no mencionar al perro pertenece a la conocidísima saga Historiadores de Oxford, siendo el segundo volumen de la colección, publicada tras El libro del juicio final, y precediendo a El apagón y Cese de alerta. Las cuatro novelas han tenido muy buenas críticas, aunque debo confesar que las dos últimas son mis favoritas, porque su carácter sintoniza más con mi personalidad.
Como quiera que sea, la novela que nos ocupa hoy es estupenda. Y, teniendo en cuenta el momento festivo del año hacia el que nos dirigimos, es una lectura ideal para deleitarse y desconectar. Son setecientas páginas de auténtica diversión. Eso sí, siempre que el lector empatice con el característico humor inglés, y disfrute con la infinidad de guiños, alusiones e incluso cameos a títulos, autores y figuras del mundo cultural británico.
La primera señal, como muchos de mis lectores aficionados a la literatura british ya imaginarán, la encontramos en el título de la novela, ya que “por no mencionar al perro” hace alusión a la más famosa obra del escritor inglés Jerome K. Jerome (1859-1927). Me refiero a la hilarante comedia de Tres hombres en una barca; por no hablar del perro, que fue publicada originalmente en 1889, que narra de manera muy cómica un recorrido de dos semanas en barca a través de Támesis de tres caballeros, y que está basada en una experiencia del propio autor.
Jerome K. Jerome (Fuente: Wikipedia) |
Por otro lado, también los personajes de Tres hombres en una barca; por no hablar del perro interpretan uno de esos cameos a los que antes hice alusión. Los protagonistas de Jerome se cruzan con los de Willis en un momento dado del relato, y se supone que Ned Henry, nuestro héroe de hoy, está siendo testigo en 1888 de ciertos sucesos que publicará Jerome K. Jerome tan sólo un año después. Signo claro de que Por no mencionar al perro no es un plagio ni un remake, sino un homenaje en toda regla a la criatura del carismático escritor inglés. Quédense tranquilos mis lectores porque lo que acabo de contar no es realmente un spoiler, sino un chascarrillo de la lectura.
De hecho, como decía anteriormente, la travesía por el río es sólo una subtrama que, aunque importante para conocer el carácter de la obra, no es determinante para desvelar el tema principal. Éste nos irá siendo revelando poco a poco, y de salto temporal en salto temporal, por Ned Henry y su compañera de aventuras, la guapísima Verity, una auténtica beldad prerrafaelita, quienes luchan en contra del espacio y el tiempo para descubrir un misterio descomunal.
Y así, además de visitar diferentes lugares y momentos de la historia durante las aventuras de los protagonistas, el lector puede comprobar que la trama principal se desarrolla en tres momentos temporales diferentes. A saber: el presente, ubicado en el Oxford de 2057; el año victoriano de 1888, que es donde se desarrolla el grueso de la historia; y, por último, e intermitentemente, viajamos junto a Ned Henry al Coventry Blitz de 1940, que es el origen y final del principio argumental.
Hasta aquí puedo contar sobre la trama de esta novela, porque ir más allá estropearía su chispeante singularidad.
Esta historia caleidoscópica, en la que convergen multitud de acciones interesantes, actúa también como un magnífico manual de costumbres de la época victoriana. Y, aunque es cierto que el tono socarrón predomina en las escenas, también es verdad que son un indicativo del gran trabajo de investigación histórica que Willis realizó. Reglas sociales de comportamiento entre los sexos, posición del personal de servicio ante su superior, vestimenta y conversaciones admitidas, incluso lecturas, menús culinarios y temas varios… La escritora norteamericana hizo en Por no mencionar al perro una magnífica inmersión en la época victoriana.
Otro aspecto significativo de la novela son los personajes que habitan en ella. Dejando a un lado a los dos principales, que son Ned Henry y su partener Verity, dos investigadores con estilo que parecen sacados de la Golden Age, el resto de figuras están perfiladas con maestría y genialidad. Entre ellas vislumbramos señoronas victorianas atolondradas, caballeros consumidos por sus damas, militares retirados, petimetres, oportunistas, damiselas en apuros, espiritistas, mayordomos… Un largo listado de divertidos y reconocibles caracteres que pueblan las novelas de la literatura inglesa más geniales.
Shakespeare, Wilkie Collis, P. G. Wodehouse, Dorothy Leigh Sayers, y, por supuesto, Jerome K. Jerome… Con todos ellos y muchos ingredientes más, Connie Willis cocina un pudin metaliterario sabroso, ocurrente y guasón que, pese a su aspecto jovial, guarda en la trastienda cierta e interesante oscuridad.
<Nunca tengas miedo del día que no has visto.> Proverbio inglés
Undine von Reinecke ♪
La autora por la Editorial
Constance Elaine Trimmer Willis (Estados Unidos, 1945), más conocida mundialmente como Connie Willis, es una de las escritoras más famosas de la ciencia ficción y posee un currículum impresionante que incluye numerosos premios Hugo, Locus y Nebula, y nominaciones a los premios Arthur C. Clarke y World Fantasy, así como a los que otorga la British Science Fiction Association.
Su novela El libro del día del Juicio Final recibió en 1992 la tríada Hugo-Nebula-Locus. Su producción incluye doce novelas, casi sesenta relatos cortos y cuentos, y media docena de ensayos. En Ediciones B han aparecido El libro del día del Juicio Final y Lo mejor de Connie Willis I y II.
Buenos días, Undine.
ResponderEliminarHace unos día reseñó Mar este libro y me entraron ganas de leerlo. Está en mi lista hace tiempo, junto con Tres hombres en una barca, por no hablar del perro. Los títulos me encantan. Ya esconden un humor ágil e inteligente que creo que me puede gustar mucho. A ver si me animo primero con el de Jerome por seguir el orden de publicación. Con tu reseña las dos obras ganan muchos puntos en mi imaginario, aunque ya los habían acumulado con Mar y reseñas anteriores.
Un beso.
Buenos días Undine, que bien lo pasé leyendo esta novela!.La autora supo llevarnos magníficamente a la época victoriana y logró que no nos resultarán increíbles los viajes en el tiempo, y que la acción fluyera de una forma totalmente natural. A ver si me animo a continuar con la serie, que si las otras son igual que esta, seguro que las disfrutaré mucho. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Hola! Creo que podría resultarme una historia un tanto densa y no sé si llegaría a disfrutarla, aunque me gusta eso de que tenga un tono socarrón. En esta ocasión, seguramente no me anime. Un besote :)
ResponderEliminarOh pues la anoto para leer
ResponderEliminarBuenas tardes, Undine:
ResponderEliminarError el mío. Había confundido esta novela con la de la barca, por no fijarme bien.
Pero para eso están las reseñas. Me gusta mucho la idea y me parece buena idea para desconectar y aligerar. Solo le preocupa un poco lo de la s 700 páginas.
Por cierto, en Liverpool tienen dos Catedrales, me contaron que una está sin reconstruir por lo mismo, para que nadie se olvide de lo que pasó. Igual me tomaron el pelo pero vaya, yo me lo creí.
Lo de Napoleón también necesito parece que es relativizar demasiado. Y además por poco que se pierda en ellas, es demasiado.
Besitos y feliz semana
Pues parece una buena manera de desconectar de lecturas más densas. Tomo buena nota y sigo bailando con la canción.
ResponderEliminarBesotes!!!