RESEÑA: LA ESTRELLA DE SALOMÓN, ALEKSANDR I. KUPRIN
Fuente: Undine von Reinecke |
Ficha Técnica
Editorial: Alba Editorial
Traducción: Alberto Pérez Vivas
Colección: Rara Avis
Número de colección: 23
Encuadernación: Rústica
Formato: 12,5x20
Páginas: 160
ISBN: 978-84-9065-105-6
P. V. P. : 14,90 €
Sinopsis de la Editorial
El joven Iván Stepánovich Tsviet es un simple administrativo del Juzgado de Menores Huérfanos; canta también, para «duplicar su raquítico sueldo», como sustituto en el coro de la parroquia; vive en una buhardilla y manda dinero a su madre; no fuma, no bebe, no juega y no es mujeriego. Su único sueño es que lo asciendan en el trabajo. Pero he aquí que un día se le presenta un tal Tófel, «agente de negocios», para comunicarle que ha heredado de un tío suyo una mansión y unas tierras en una lejana provincia. Al visitar la inesperada heredad, descubre que ese pariente suyo tenía fama de nigromante y encuentra en su biblioteca un peculiar libro satánico que intenta descifrar. A partir de ese día se encuentra dotado del increíble poder de que se cumplan todos sus deseos… un don que al principio le fascina y divierte pero que poco a poco acaba siendo para él, que nunca ha sido ambicioso, un auténtico fastidio.
Propuesta musical para este libro
Rimsky-Korsakov: Scheherazade, Op. 35: II. The Story of the Calender Prince. Lento
*Crédito del vídeo: Canal de YouTube Michel Schwalbé - Tema
La pieza que el lector está escuchando es La historia del príncipe Kalendar, y es el segundo movimiento, perteneciente a la Suite sinfónica Scheherezade, Op. 35, compuesta por el músico ruso Nikolái Rimski-Kórsakov (1844 -1908). Esta obra, que sigue la tradición rusa del gusto por lo oriental y goza de una orquestación brillante, fue estrenada en San Petersburgo el 3 de noviembre de 1888, y está basada en motivos argumentales de Las mil y una noches.
He elegido esta pieza para acompañar la reseña de hoy por el romanticismo y la potencia que se desprende de esta fascinante melodía, que están patentes también en La estrella de Salomón de Aleksandr I. Kuprin. Por otro lado, en la novela se mencionan a Scheherazade y el texto de Las mil y una noches.
Lo que Undine opina del libro
<Somos del mismo material del que se tejen los sueños, nuestra pequeña vida está rodeada de sueños.> William Shakespeare (1564-1616)
Siempre he sentido gran curiosidad por la mitología, un universo cultural que me parece fascinante. Su impronta sobre la cultura popular es innegable, sirviendo como fuente de iluminación al universo artístico. Pintura, escultura, música, literatura… Incluso la arquitectura ha tomado de los mitos algún que otro motivo, utilizando a sus héroes como inspiración. Sólo hay que pasear por la ciudad con la vista puesta en el cielo, para descubrir algún que otro edificio coronado con la imagen de un ser mítico como colofón.
Jardines del palacio de Aranjuez Fuente: Undine von Reinecke |
En ese sentido, uno de los mitos más recurrentes en el universo literario es el de Fausto, esa leyenda perteneciente a la tradición germana, cuyo protagonista pacta con el diablo a cambio de conocimiento y placeres mundanos ilimitados. Desde que se publicó la primera obra con esta temática, han sido muchos los literatos que han querido construir su propia versión, y, probablemente, la más universal sea la que dio a conocer en 1808 el escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe, aunque no debemos olvidar otras importantes obras que manejan esta materia. Dos buenos y dispares ejemplos son La trágica historia del doctor Fausto del británico Christopher Marlowe, cuya fecha de aparición se ha datado aproximadamente en 1585, y El retrato de Dorian Gray, una versión muy atrevida del mito que Oscar Wilde presentó en 1890, no sin antes haber sufrido cierta censura por parte del editor, que temía escandalosas consecuencias...
Como quiera que sea, hay tantas variaciones literarias con el motivo de Fausto como tema secundario o principal, que no es aventurado hablar de su interés académico global.
Una de las interpretaciones más amables que he conocido la escribió un escritor ruso a comienzos del siglo XX. Me refiero a Aleksandr. I. Kuprin y a su nouvelle La estrella de Salomón, una obra publicada en 2015 por Alba Editorial en su estupenda colección Rara Avis, que la puso en las librerías con la traducción de Alberto Pérez Vivas.
Fuente: Alba Editorial |
La estrella de Salomón es una interesante, cautivadora, y romántica nouvelle, que fue publicada por vez primera en 1917 con el título original de Kazhdoye zhelaniye (Каждое желание), que viene a significar algo así como “cada deseo”. La obra vio la luz en primera instancia en el número veinte de la colección Zemlya (Tierra). Posteriormente, después de ser sometida a diferentes correcciones, la historia se incluyó en la colección Svezdá Salomona (La estrella de Salomón) que apareció en Helsinki en 1920, y desde entonces se la conoce con este título
Rey de Israel Salomón, Pedro Berruguete (1500) Fuente: Wikipedia |
Esa maestría se deja ver en La estrella de Salomón, una obra brillante en la que Kuprin maneja con pericia la audacia estilística con la filosófica. Y ambos aspectos del relato funcionan muy bien. El escritor, que también despuntó como un sobresaliente autor de cuentos, siguiendo la estela de uno de los maestros del género, como fue su colega y amigo Chèjov, demuestra su autoridad sobre el tema en este relato, construyendo una fábula fascinante, original y muy bien hilada que, en mi opinión, posee la cualidad de enganchar al lector desde el mismo comienzo de la novela.
Por otro lado, los diferentes temas que maneja el texto están sabiamente dosificados, obteniendo una fórmula mágica que es capaz de manipular el mundo emocional de quienes se involucran en él. Lo esencial y lo mundano se dan la mano.
De este modo, en la obra podemos hallar determinados aspectos filosóficos inherentes a la trayectoria del individuo que implican la ética y la moral, como son la sempiterna lucha del bien contra el mal y los resultantes problemas de conciencia. En este interesante aspecto de la obra, que abarca la parte más importante del relato, es cuando el autor utiliza el anteriormente citado mito de Fausto, denotando gran profusión de elementos simbólicos.
En ese mismo sentido, y siguiendo determinadas líneas de pensamiento que se imponían en Occidente en el momento en que apareció la obra, Kuprin introduce de manera sutil y divertida en el relato el mundo del subconsciente. Mediante los inquietantes sucesos que se relatan, el escritor juega a identificar la delgada línea que separa el sueño de la realidad.
Yvan Goll, Surréalisme, Manifeste du surréalisme, 8 volumen 1, número 1, 1 de octubre de 1924, portada de Robert Delaunay (Fuente: Wikipedia) |
No obstante, el escritor lucía muchas otras facetas en su carácter, entre ellas el humor. Y La estrella de Salomón es un ejemplo magnífico para conocerlo. De tal manera que, además de los disparatados chascarrillos hilarantes que aparecen en la historia, el autor no dudó incluso en utilizar determinados aspectos de su propia vida, como el hecho de vivir separado de su madre y sus dos hermanas, haber sido pescador en la juventud o su conocimiento sobre el mundo circense, entre otros motivos biográficos, para adjudicándoselos al personaje central de la historia.
Hilarante, juguetona, amable… Esta obra sorprende también por el optimismo que desprende. Especialmente si tenemos presente el momento de su publicación, cuando el mundo se veía inmerso en la Gran Guerra y Rusia en su Revolución. Kuprin, hombre comprometido con la causa del ser humano, implicándose en empresas humanitarias de diferente calado, no quiso que esta novela corta se dejara llevar por la oscuridad de las contiendas.
Con todo y con ello, la obra dejó importantes secuelas. De hecho, algunos críticos ven en esta historia determinados aspectos que la relacionan con El maestro y Margarita (1967) de Mikhail Bulgakov, que está considerada como una de las novelas más importantes del siglo XX, y con la que comparte determinados asuntos fáusticos también.
En otro sentido, su originalidad y la divertida e interesante historia que relata reclamaron la atención del mundo del cine. Y, aunque finalmente no se llegó a rodar, para contrariedad de su autor, que deseaba ver su obra materializada en la gran pantalla, existe un estupendo guion escrito por el productor ruso Joseph Ermolyev (1889–1962).
Y hasta aquí llega mi reseña de hoy sobre La estrella de Salomón, una obra tan breve como seductora, con un montón de cualidades sugestivas para disfrutar. Invito a mis lectores a que se adentren en ella con confianza e ilusión. Y así, como ocurre en el mundo de los sueños, podrán entablar un vínculo cómplice con Aleksandr Kuprin que, como si de un mefistófeles literario se tratara, quiso inducir en el público lector.
<No rechaces tus sueños. ¿Sin la ilusión el mundo qué sería?.> Ramón de Campoamor (1817-1901)
Undine von Reinecke ♪
El autor por la Editorial
Fuente: Alba Editorial |
Nació en Narovchat en 1870, hijo de un modesto funcionario que murió cuando él tenía solo un año; su madre, de una familia aristocrática tártara venida a menos, decidió trasladarse a Moscú, pero las dificultades económicas la obligaron a dejarle en un orfanato a la edad de seis años, y ahí vivió hasta los diez. Prosiguió su formación en escuelas y academias militares, y con veinte años se inició en la carrera castrense, donde alcanzó el grado de subteniente. Ya en esos años dio comienzo a su labor literaria, escribiendo y traduciendo poemas y publicando relatos o novelas cortas en revistas; su primera obra impresa fue El último debut (1889). Abandonó la vida militar en 1894, y dejó de ella un magnífico e hiriente testimonio en su novela El duelo (1905). Fue luego impresor, agrimensor, actor, cantante de coro, administrador de fincas, pescador, oficinista… Conoció a Bunin, Chéjov y Gorki y en 1901 se instaló en San Petersburgo con un puesto administrativo en la publicación Revista para Todos. Escribió todo tipo de obras, entre ellas algunas de género fantástico como El brindis (1906), El sol líquido (1913) o La estrella de Salomón (1917). Disconforme con la revolución bolchevique, emigró a Estonia y Finlandia y finalmente recaló en París. Participó en la Primera Guerra Mundial, pero su salud le obligaría a retirarse del frente. Regresó en 1937 a Rusia, donde moriría al año siguiente, en Leningrado.
Buenos días, Undine.
ResponderEliminarMe ha encantado leerte y ver el pequeño análisis que haces sobre el mito de Fausto en la literatura, pero creo que esta novela tiene demasiada fantasía para mí, como todas las que se relacionan con ese mito por otra parte. He leído El retrato de Dorian Grey y me ha gustado, pero siempre con ese "pero" que me suscita todo lo fantástico. Por otra parte la comparación que haces con Stefan Zweig en la faceta de la relación amorosa no deja de tentarme.
Un beso.