RESEÑA: HETTY GRAY; HIJA DE NADIE, ROSA MULHOLLAND

Fuente: Undine von Reinecke

Ficha Técnica

Editorial: Libros de Seda

Colección: Clásicos

Traducción: Josep Marco Borrillo y equipo de la Universitat Jaume I

Nº de páginas: 288

ISBN: 978-84-19386-76-2

P. V. P. 19,95 €

*En librerías el 11 de noviembre de 2024


Sinopsis de la Editorial

Un día, en la playa de Wavertree tras un naufragio, el señor Kane, un lugareño pobre, encuentra un bebé que ha sobrevivido. Como nadie lo reclama, su esposa y él se hacen cargo de la pequeña. Esta, al ir creciendo, se va haciendo cada vez más bonita y vivaracha. Tanto que acaba por cautivar a la señora Rushton, una viuda rica que decide adoptarla y llevarla por ahí como si fuera un trofeo, no un ser humano al que educar. Hetty crece así encaprichada y, a la vez, sola y descuidada, sin recibir educación alguna. Las cosas no hacen sino empeorar cuando la viuda fallece y el hermano de esta, el señor Enderby, la adopta y hace que reciba educación junto a sus hijas, para que un día pueda convertirse en institutriz y sea independiente. Pero Hetty no aprende y resulta ser un fiasco para la familia (...).


Propuesta musical para este libro

Pensées Melodieuses, Nº 2, Frederick Delius

*Crédito del vídeo: Canal de YouTube Charles Abramovic - Tema

La pieza que el lector está escuchando es Pensées Melodieuses No.2, una obra para piano solo, compuestas en 1895 por el británico Frederick Delius (1862-1934). Esta obra de juventud fue escrita cuando el músico contaba tan sólo 23 años, durante el periodo en que el compositor residía en los Estados Unidos. En aquellos días, el lirismo era el leitmotiv más significativo de sus composiciones, que denotan cierta influencia de las melodías que se escuchaban en América, especialmente las canciones que los trabajadores negros cantaban en los barcos, en las plantaciones y en las fábricas del sur. Por otro lado, en esas piezas iniciales de Delius también se puede identificar el influjo del compositor noruego Edvard Grieg (1843-1907) y del alemán Richard Wagner 1813-1883). No obstante, el compositor inglés poco a poco iría encontrando su propio estilo, caracterizado por el uso de melodías líricas, armonías cromáticas y cambios de ritmo dramáticos.

He elegido Pensées Melodieuses No.2 para acompañar la reseña de hoy, porque su jovial y dulce espíritu está en sintonía con el carácter de Hetty Gray, que es la heroína de la novela protagonista de la reseña de hoy. Por otro lado, Frederick Delius y Rosa Mulholland fueron contemporáneos en la Inglaterra de la Reina Victoria.


Lo que Undine opina del libro


<Protegedme de la sabiduría que no llora, de la filosofía que no ríe y de la grandeza que no se inclina ante los niños.> Khalil Gibran (1883-1931)


Decía Concepción Arenal (1820-1893), a propósito de la infancia, que el amor es para el niño como el sol para las flores; no le basta pan: necesita caricias para ser bueno y ser fuerte, un pensamiento a priori elemental que, aún hoy, sigue sin tener un carácter universal, pese a los progresos que se vienen haciendo desde hace tiempo en el terreno de lo social y en el campo de la educación emocional. El mundo es diverso y las diferentes culturas que lo pueblan avanzan de modo desigual.

El examen, Albert Anker (1862) Fuente: Wikipedia

Quizá, pese a todo, podría considerarse a los británicos como pioneros en este ámbito, ya que también fueron los primeros en identificar la problemática en su sociedad. Sólo debemos remontarnos a los días del siglo XIX, una era de grandes progresos y crecimiento económico, que llegó acompañada de nuevos conflictos sociales, como el maltrato a los niños y la explotación infantil, en las fábricas, en las calles e, incluso, en sus propios hogares. 

Como suele ocurrir siempre en estos casos, la literatura rápidamente se hizo eco del problema. De hecho, durante la época victoriana fueron muchos los intelectuales que se ocuparon del tema en sus textos, tratando el motivo desde el punto de vista social, educativo y emocional. De entre todos aquellos autores, una vez más resuena el nombre de Charles Dickens con potencia, porque el célebre escritor decimonónico conocía bien las circunstancias de una infancia infeliz, ya que él mismo experimentó algo así en su persona. De hecho, siendo aún un niño tuvo que abandonar la escuela y ponerse a trabajar en una fábrica, trabajando muchas horas por unos pocos peniques, porque los problemas económicos en los que se vio envuelta su familia dieron con su padre en la cárcel de deudores. Su narrativa futura bebería de aquellas experiencias, y los niños que aparecen en sus obras son un reflejo de lo que él vio y experimentó. 

Oliver Twist, 1ª edición, 1838 (Fuente: Wikipedia)

Ejemplo de ello es Oliver Twist (1837-1839), la emocionante historia protagonizada por un niño huérfano que cae en manos de una banda de ladrones, cuyas andanzas involucraron emocionalmente a los lectores de su tiempo cuando apareció. Y aunque Dickens no había sido el primero en tratar el tema de la orfandad y el abuso infantil en un texto -Robert Blincoe lo hizo antes en su relato autobiográfico de 1828-, sí fue el autor con más carisma para movilizar a la sociedad victoriana, centrando su mirada  sobre la infancia de manera empática, comprometida y singular. De hecho, sus personajes y motivos argumentales inspiraron a numerosos escritores contemporáneos, especialmente a las mujeres novelistas, que vieron en los personajes infantiles un asunto sugestivo sobre el que reflexionar.

Una de aquellas audaces escritoras llamó la atención de Charles Dickens por su gran sensibilidad y lucidez. Me refiero a la irlandesa Rosa Mulholland (Belfast 1841- Dublín 1921), la autora de Hetty Gray; Hija de nadie, que es la novela que me ocupa hoy. La obra estaba inédita en España hasta el momento presente, y Libros de Seda la ha rescatado del olvido literario, poniéndola en nuestras librerías con el trabajo de traducción de Josep Marco Borrillo y el equipo de la Universitat Jaume I, compuesto por Francisco Alemany Rodríguez, Carla Espinosa Ortolà, Marta Marfil Ruiz, Alejandra Megía Ferreres, Itziar Tirado Prades y Sara Zahir Habibi. 

Hetty Gray; Hija de nadie, comienza así:

<No hay pueblo más bonito en toda Inglaterra que Wavertree. A pesar de que no tiene calles, las casitas se agrupan alrededor de los caminos de dos en dos o de tres en tres, con sus techos de tejas rojas, sus pequeños jardines y sus setos invadidos por hierbas floridas.>

Hetty Gray; Hija de nadie nos traslada a Wavertree, una pequeña localidad costera de la Inglaterra victoriana. Allí vive Hetty Gray, una huérfana desamparada de cuatro años, cuyo origen es desconocido, que ha sido acogida en el humilde hogar del matrimonio Kane, la casa más pobre del lugar. Dulce, bonita y traviesa, la pequeña no piensa más que en jugar, y se pasa todo el día ensimismada entre las flores y las mariposas del campo sin pensar en nada más. Un día, mientras Hetty se entretiene jugando distraídamente en un camino, es atropellada accidentalmente por un carruaje. Se trata del vehículo de la señora Rushton, una viuda rica y un tanto superficial, que se encapricha rápidamente de la niña. De tal modo, que decide adoptarla y llevársela con ella para que le haga compañía. Y así, de viaje en viaje, de fiesta en fiesta, la pequeña sirve de entretenimiento para las amistades de la dama, que ha descuidado la atención sobre la niña y la educación que ésta debe atesorar. Hasta que un día, de regreso ya en Inglaterra, inesperadamente fallece la señora Rushton, y Hetty queda en manos del hermano de la fallecida. Éste es el señor Enderby, un caballero dueño de la hacienda más importante de Wavertree, que decide acogerla en su hogar para educarla junto a sus hijas, con el pensamiento de que en el futuro se convierta en institutriz.

Sin embargo, Hetty no es recibida como un miembro más de la familia, y su presencia es aceptada con reticencia por algunos miembros de la imponente mansión. Su audaz comportamiento y su peculiar personalidad resulta para aquellos una incomodidad. Hasta que un día... ¿Será posible que la suerte de Hetty cambie y pueda encontrar un verdadero hogar?

Fuente: Libros de Seda

Hetty Gray; Hija de nadie es una preciosa, emotiva y palpitante novela, con un radiante espíritu juvenil, que fue publicada en 1884 por la editorial londinense Blackie, con el título original de Hetty Gray, or Nobody’s Bairn. En aquel momento, Rosa Mulholland ya gozaba de mucho prestigio, y ocupaba un lugar entre las autoras más destacadas y populares de su tiempo. De hecho, como decía líneas arriba, su talento narrativo había llamado años antes la atención de Charles Dickens, quien la apadrinó y estuvo colaborando estrechamente con ella durante la década de 1860. Es más, los poemas, relatos y novelas de la irlandesa se publicaban en las revistas que dirigía el escritor. Ejemplo de ello son Hester's History (1869) y y The Wicked Woods of Tobereevil (1872), segunda y tercera novela de Mulholland, que aparecieron por en entregas en el semanario All the Year Round, prestigiosa empresa fundada por Dickens en 1859, que estuvo en circulación en todo el Reino Unido hasta 1895, donde el nombre de la novelista irlandesa aparecía junto a los de Wilkie Collins👈, Elizabeth Gaskell👈, Sheridan Le Fanu👈 o Amelia B. Edwards👈. 

Sin embargo, cuando en 1884 apareció Hetty Gray; Hija de nadie, Charles Dickens hacía catorce años que había fallecido y, debido en parte a ello, Rosa Mulholland se había ido alejando poco a poco de Londres, para regresar a su Irlanda natal. La escritora terminaría estableciéndose definitivamente en Dublín, donde comenzó a interesarse de manera enfática por el folclore y las problemáticas de aquella nación. Ejemplo de ello es Marcella Grace  (1886), una novela que tiene como protagonista a una joven terrateniente durante la guerra de tierras irlandesa. Con todo y con ello, las obras de Mulholland continuaron publicándose en la capital inglesa, donde eran recibidas con el mismo entusiasmo de siempre. Y no es extraño que así fuera, porque el estilo narrativo de esta novelista posee el poder de subyugar

Edición en inglés de 2016 (Fuente: Amazon)

Así podemos verlo en Hetty Gray; Hija de nadie, cuyo principio argumental posee todos los ingredientes fascinantes que entusiasmaban a la sociedad victoriana decimonónica. A saber, la heroína es una pequeña huérfana con una personalidad atrayente, cuyo origen misterioso guarda un emocionante secreto; su trayectoria está repleta de vicisitudes y grandes desdichas y, en contraposición a este triste bagaje, a la heroína le espera un soberbio destino, de esos que sacan una sonrisa e invitan al lector a soñar.

En otro aspecto, durante el transcurso de la historia aparecen multitud de escenarios deslumbrantes, tanto humildes como elegantes, consiguiendo para el relato un decorado sin igual. Y ahí quería yo llegar, porque esta es otra de las virtudes del estilo de Rosa Mulholland, quien estaba dotada con el poder de transmitir gentilmente y con delicadeza cada escena que le interesaba dibujar. Y así, los paisajes idílicos de la costa inglesa, con sus playas de arena blanca y sus pequeñas poblaciones, comparten escenario con los suntuosos salones de las grandes mansiones campestres que siembran las tierras británicas. Mulholland, que había nacido en una familia acomodada irlandesa -su padre era un respetado doctor de Belfast y su hermana mayor contrajo matrimonio con un Lord Presidente del Tribunal Supremo de Inglaterra-, conocía bien este entorno. Por otro lado, cuando la escritora se estableció en Londres al comienzo de su carrera, se codeó con grandes artistas del momento. Uno de ellos fue John Everett Millais (1829-1896), pintor con el que trabó una gran amistad, y que se encargó de ilustrar gran parte de la obra publicada de Mulholland; la autora atesoraba en su interior un alma de artista. De hecho, en su adolescencia ella misma quiso ser pintora, aunque abandonó la idea pronto en favor de la literatura.

Otra virtud importante que posee Hatty Gray; Hija de nadie son sus personajes. Mulholland, que es recordada por la crítica especializada como una audaz creadora de figuras femeninas, a las que retrata con personalidades fuertes, independientes e impactantes, por lo que ha sido catalogada como una pionera del feminismo literario, también mostró esa sutileza analítica en otro tipo de personalidades. De hecho, en la obra que nos ocupa podemos encontrar muchos personajes interesantes, que eran habituales en la sociedad del momento y en la literatura victoriana. 

Dejando a un lado a la protagonista del relato, que se gana el corazón del lector en los primeros pasajes de la novela con su simpática personalidad, los más entrañables, en mi opinión, son los componentes del matrimonio Kane. Esta pareja humilde, trabajadora y devota, que obran generosamente en favor de Hetty sin prejuicios de ninguna condición, contrasta de manera evidente con el espíritu de ayuda que poseen el resto de protectores que tendrá la niña. Este es el caso de la señora Rushton, una mujer frívola y egocéntrica, que se interesa por la protagonista de manera evidentemente egoísta; también entran en este lote los señores Enderby que, pese el amparo que brindan a su pupila, sus buenas intenciones quedan empañadas por el resultado de las mismas... En este punto, debo señalar que, en mi opinión, la autora utiliza este motivo para lanzar una crítica sutil sobre el tipo de educación que destinaba la moral victoriana a la población infantil en su conjunto, evidenciando las carencias que ésta tenía a nivel práctico y emocional. Mulholland era conocida por esa perspicacia mostrando su opinión de manera encubierta, y, de otro lado, también fue notorio su compromiso con los más desfavorecidos de la sociedad. Como otros grandes nombres del círculo de escritores dickensianos, la irlandesa se involucró activamente en labores de alfabetización.

Ilustración de Millais, novela Irene  de
Rosa Mulholland (Fuente: Victorian Web)

Esa mirada crítica que la escritora vuelca en la novela, además de actuar como una herramienta sensacionalista que activa los resortes emotivos del lector, es también usada por Mulholland como un punto argumental importante dentro de la trama. Es más, esto le da la oportunidad de poner a Hetty Gray en contacto con el resto de personajes infantiles que aparecen en la obra. Las conversaciones, juegos y peleas que se escenifican durante el transcurso de la historia, encabezadas por la protagonista, los hijos de la familia Enderby y sus invitados, son un motivo recurrente en la literatura y un acicate para involucrarse con más interés en la narración. Y, aunque la complejidad de estos personajes y escenas pertenece indudablemente a Mulholland, también es innegable que beben de fuentes literarias decimonónicas muy conocidas. De hecho, yo he encontrado paralelismos con la novela austenita Mansfield Park, e, incluso, con ciertas obras de las hermanas Brontë; en mi opinión, es fácil identificar determinadas conexiones con los personajes infantiles que aparecen en Jane Eyre, y con la institutriz protagonista de Agnes Grey👈 ... Incluso el perro de Hetty comparte el espíritu fiel del adorable Pilot bronteniano.

Sea como sea, el origen de la protagonista es el gran misterio que guarda la trama, aunque la autora da pistas durante toda la novela. Es más, esas constantes alusiones al enigma actúan como otro acicate de la lectura, aumentando la implicación emocional de quienes se embarcan en ella, y disfrutando hasta la última página con esta historia entrañable, fresca y reconfortante. Pese a los más de cien años transcurridos desde la aparición de Hatty Gray; Hija de nadie, el carisma que reside en la historia sigue obrando su magia en el lector.

Decía líneas arriba, que Rosa Mulholland regresó a su Irlanda natal cuando ya era un autora de prestigio, notoriedad que se afianzó en los albores del siglo XX. Allí, no sólo continuó con su labor como poeta, escritora de cuentos y novelista, con la misma profundidad psicológica para retratar estados de ánimo y escenarios magníficos que había ostentado hasta ese momento; también fue cofundadora junto a Matt Russell de la revista Irish Monthly, una empresa que perduraría en el tiempo, donde la escritora llegó a publicar algunas de sus mejores novelas y los cuentos inquietantes por los que mayormente se la recuerda hoy. En el terreno de lo personal, Mulholland contrajo matrimonio en 1891 con el historiador dublinés John T. Gilbert (1829-1898), y gracias a este enlace se convirtió en Lady Gilbert, ya que su esposo fue nombrado caballero seis años después de su boda. No obstante, la felicidad conyugal duró poco, porque él falleció al poco tiempo de haber sido elevado a tan alta dignidad.

Autora de más treinta novelas, repartidas entre el público adulto y el juvenil, también publicó cuatro obras específicamente para niños. Su carrera literaria fue dilatada, y puede establecerse entre 1864, año en que publicó Dumana  (1864), su primera novela, y 1921, cuando la escritora falleció.

El profesor, escritor y editor James H. Murphy, experto en la literatura irlandesa del siglo XIX, califica a Rosa Mulholland como un rara avis nacional, debido a su condición de católica viviendo en el corazón del Ulster. Poeta apasionada y elegante, dejó su corazón en las montañas irlandesas, donde estuvo viviendo una temporada, y donde encontró gran parte de su inspiración. De mente brillante y sagaz, la variedad de temáticas y géneros literarios pueblan sus textos, en los que también destacan atrevidos motivos morales, que la puntillosa sociedad victoriana no pudo jamás censurar; la briosa inteligencia de Mulholland anulaba dicha capacidad.

Así es Hatty Gray; Hija de nadie, novela protagonizada por un personaje infantil tan carismático como la dickensiana Nell Trent👈, tan valiente como Jane Eyre y tan imaginativa como la divertida Anne Shirley, la inolvidable protagonista de Ana de las Tejas Verdes. Tres pequeñas huérfanas literarias adorables que, con sus aventuras, sorprendieron al mundo y conquistaron de por vida el corazón de la sociedad.


<En cada niño nace la humanidad.> Jacinto Benavente (1866-1954)


Undine von Reinecke ♪


La autora por la Editorial

Fuente: Libros de Seda

Rosa Mulholland, lady Gilbert (1841-1921) fue una novelista, dramaturga, poeta y editora irlandesa nacida en Belfast. Hija del doctor Joseph Stevenson Mulholland, pasó unos años en el montañoso oeste de Irlanda tras la muerte de su padre, lo que se refleja en sus obras. Su pasión era la pintura, pero gracias al aliento y apoyo de Charles Dickens, acabó dedicándose a la literatura. Publicó su primera novela, Dumana (1864), bajo el seudónimo de Ruth Murray. A esta siguieron muchas otras, en buena parte inéditas en nuestro idioma.


Comentarios

  1. Hola Undine, pues me has llamado la atención sobre esta novela. La tendré en cuenta.
    Un besazo

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  2. ¡Hola! Ahora me quedo con la duda sobre el origen de la protagonista y, entre ese misterio y otras cosas, es una novela que no me importaría leer. Un besote :)

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  3. Buenos días, Undine.
    Cada día me sorprendes con nuevos autores, autora en este caso, de los que no tenía ni idea. Y no será por falta de obra. Madre mía, más de treinta novelas las publicadas por Rosa Mulholland y yo sin enterarme. Me apetece mucho esta novela. Cuando te iba leyendo me iba acordando de los niños insoportables y mimados de Agnes Grey y veo que sí que se puede establecer relación con ellos, así como con otras novelas de la época que tratan el tema de la educación y los niños en la Inglaterra del siglo XIX. La intriga sobre el origen de Hetty también es un punto a su favor.
    Un beso.

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  4. Querida Undine:
    Me parece ideal para los tiempos que corren, este tipo de historias amables, sencillas pero sin renunciar ni a la calidad literaria ni a dejar un mensaje. Es cierto que los británicos protegen mucho la infancia pero no se me había ocurrido que tanta novela protagonizada por niños,.por lo general huérfanos, respondía a esa inquietud.
    Pues no tenía malos contactos esta señora.
    De ella he leído un relato de terror en Damas Oscuras, de Impedimenta y me gustó mucho. Varios blogueros han reseñado estos días un libro suyo de relatos de terror que también me había apuntado.
    Besotes y feliz semana librera

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  5. Buenas tardes Undine, de la autora he leído algún relato en colecciones de autores clásicos, pero ninguna novela y esta que traes hoy me parece muy atractiva porque la protagonista reúne cualidades de personajes que me gustaron mucho. Me la llevo apuntada. Un abrazo.

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