RESEÑA: LA MÁSCARA ROBADA, WILKIE COLLINS

Fuente: Undine von Reinecke

Ficha Técnica

Editorial: Funambulista

Traducción de Ruth María Rodríguez López y Gian Luca Luisi

Encuadernación: Rústica con solapas

Tamaño: 12 x 20 cm

Nº de páginas: 168 

ISBN: 978-84-94302-65-7

PVP con IVA: 15 €


Sinopsis de la Editorial

Reuben Wray, actor retirado de los escenarios, es un fanático del estudio de las obras de Shakespeare que se gana la vida dando lecciones de oratoria. Al llegar a un nuevo hogar con su familia en Tidbury-on-the-Marsh, Reuben atrae la atención de algunos de los habitantes del lugar a causa de una caja de caudales que ven bajo su capa cuando llega a su nueva casa. La gente del pueblo supone que Wray y su familia son ricos, sin embargo, la caja contiene solo «la máscara robada», una réplica de yeso del busto de Shakespeare que se encuentra en la iglesia de Stratford-upon-Avon y que para Wray vale más que cualquier tesoro.

El secreto de la máscara conducirá al viejo actor y a su familia a un desenlace totalmente inesperado para ellos durante la víspera de las Navidades.


Propuesta musical para este libro

Good King Wenceslas - Traditional Choir

*crédito del vídeo: Canal de YouTube Robert Shaw

Good King Wenceslas es un villancico tradicional que narra la historia de un antiguo rey de Bohemia, la actual República Checa. La letra relata el viaje que el buen monarca emprendió durante una intempestiva tormenta invernal, con el fin de dar limosna a un campesino pobre, a razón de la festividad de San Esteban, que se celebra durante la época navideña. La leyenda está basada en la vida de San Wenceslao I (907-935), que fue duque de Bohemia.

En Inglaterra se hizo muy popular esta pieza, cuando en 1853 el compositor de himnos inglés John Mason Neale escribió la letra de Wenceslas, en colaboración con su editor musical Thomas Helmore. Sin embargo, la melodía está inspirada en una canción del siglo XIII titulada Tempus adest floridum, que tiene como motivo de fondo la época primaveral. El villancico apareció por primera vez en el recopilatorio Carols for Christmas-Tide, publicado ese mismo año por la editorial Novello & Co. Existen muchas versiones del mismo, aunque la más conocida en el momento actual es la que popularizó Bing Crosby en 1949.

Mi elección de Good King Wenceslas para la reseña de hoy se basa en que Wilkie Collins fue contemporáneo del compositor inglés John Mason Neale, y muy posiblemente, el escritor disfrutó de este villancico mientras paseaba por las calles nevadas de Londres la Navidad de 1853, plagada de coros populares.


Lo que Undine opina del libro



<Me atreveré a todo lo que pueda hacer un hombre. Quien se atreva a más es insensato.> William Shakespeare (1564-1616)



Decía Charles Dickens que el corazón humano es un instrumento que posee muchas cuerdas, y que el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas como un músico virtuoso. Algo sabría él sobre el tema, teniendo presente la pasión que despertó sobre sus contemporáneos con su narrativa, convirtiéndose en un singular ídolo de masas, capaz de cambiar el estado de ánimo de la sociedad. No en vano, a él se le han atribuido muchos méritos, entre ellos el de ser el inventor de nuestra actual manera de entender las fiestas navideñas, gracias a ese célebre cuento corto que publicó en 1843, y que tituló Cuento de Navidad. Sin embargo, mis lectores estarán de acuerdo conmigo si les digo que hay un nombre de las letras inglesas igual o más conocido que el propio Dickens, y que es celebrado por la literatura universal como un héroe incomparable, al que sólo Cervantes -perdónenme el deje patriótico-, se le puede equiparar. 

En esto debía estar pensando un día Wilkie Collins, genio y figura como nadie, cuando decidió unir ambas ideas. Y el resultado de aquellas audaces cavilaciones fue un cuento navideño inspirado en el publicado años antes por Charles Dickens, al más puro estilo shakesperiano. La pieza a la que me refiero lleva por título La máscara robada, y fue publicada por la editorial Funambulista en el año 2014, con la traducción de Ruth María Rodríguez López y Gian Luca Luisi.

La máscara robada nos lleva a la población inglesa de Tidbury-on-the-Marsh. Allí se ha establecido el actor retirado Reuben Wray, quien acompañado de su nieta Annie y de su bonachón asistente Martin Blunt, ha tomado alojamiento en una pensión. El anciano pretende mantener a su pequeña familia dando clases de interpretación y de dicción. No en vano, sus credenciales son notables, ya que el antiguo comediante trabajó años atrás con el ilustrísimo actor John Kemble, quien se fijó en él por ser un admirador devoto de William Shakespeare. Sin embargo, su ofrecimiento como maestro es recibido con sospechas por algunos miembros de la población, que ven en las gentes del teatro un nido de depravación. Por ese motivo, el gran terrateniente de la zona comienza una investigación. 

Por otro lado, la caja de caudales que lleva siempre encima el antiguo cómico despierta el interés de algunos vecinos, que observan con codicia y curiosidad lo que el anciano actor en ella puede guardar. Da comienzo así una comedia de enredos, que no se solucionará hasta llegar el día de Navidad.

Edición original inglesa (Fuente: Wikipedia)

La máscara robada es un curioso y encantador cuento navideño, que fue publicado por primera vez el 17 de diciembre de 1851, con el el título original de Mr. Wrays’s cash-box: or The mask and the mystery: A Christmas Sketch. El editor de la obra fue Richard Bentley de Londres, quien la puso en las librerías con los diseños del gran artista John Everett Millais. La novela conocería una segunda edición al año siguiente con algunos retoques del propio autor, el cual eliminó casi completamente el prefacio de la historia que construyó, dejando tan solo la narración principal. Dicen algunos críticos, que Wilkie Collins quiso dar a su pieza un carácter eminentemente de misterio, el género por el que el escritor es universalmente conocido. Y desde mi punto de vista, no solo consiguió, sino que prevalece sobre el tema navideño que quiere homenajear.

Como quiera que sea, La máscara robada se atiene también a las premisas que “inventó” Charles Dickens cuando escribió su célebre A Christmas Carol (Cuento de Navidad), y , muestra de ello, es ese carácter sensacionalista y conmovedor que ostenta, y que tanto gustaba a lectores victorianos. Para rematar el efecto anhelado, Wilkie Collins añadió algunos personajes entrañables, indispensables en todo cuento navideño que se precie, representados en este caso por el anciano y patético actor Reuben Wray, su nieta la huérfana y dulce Annie, y por el torpón y grandullón Martin Blunt, más conocido bajo el apodo de Julio César, cuya grandeza de corazón compite tan solo con su tamaño. 

Cubierta original diseño de Millais
Fuente: Wikipedia

A estos tres seres adorables, cuyas vidas penden tan sólo de un hilo, el escritor los situó en una trama llena de malhechores, peligros y emoción, en un momento tan especial como son los días previos a la Navidad. No obstante, el autor no quiso dejar completamente desvalidos a sus figurantes, y por ello quiso acompañarlos de otros protagonistas singulares, como el simpático hacendado Matthew Colebatch, que ponen el contrapunto de humor a la acción. La emoción está servida, querido lector.

Empero, todo aquel que conozca un poco la narrativa de Wilkie Collins sabe que esto no puede ser todo, ya que este singular escritor se caracterizó por ser un maestro del divertimento, del engaño y de las tramas muy bien pensadas. Y, aunque esta historia pueda ser calificada a primera vista como sencilla, los giros narrativos que utilizó hicieron de La máscara robada un misterio navideño original, divertido y muy peculiar.

No podría ser de otro modo, tratándose de una obra escrita como homenaje al gran William Shakespeare y, por ende, al mundo del teatro inglés. Y para defender mi argumento me ciño a la trama principal, que se basa en la existencia de una máscara copiada del famoso monumento funerario del Bardo, cuya insigne eternidad reposa en la Iglesia de la Santísima Trinidad de Stratford-upon-Avon. Este monumento funerario fue encargado en vida por el gran dramaturgo inglés y, por lo tanto, se considera que la imagen del conjunto es un retrato fiel del escritor. Y es allí, en este singular lugar de reposo, donde sitúa Wilkie Collins una de las escenas más emocionantes de la novela, en cuyos pasajes habita la magia de las criaturas mágicas Shakesperianas.

Monumento funerario Shakespeare
 (Stratford-upon-Avon) Fuente:Wikipedia

Por otro lado, en la narración aparecen representados muchos motivos del mundo del escenario británico, como la perenne presencia del actor John Kemble (1757-1823), que fue un actor de la vida real, y que alcanzó la fama en el histórico Theatre Royal de Drury Lane. Y, pese a que el famoso artista no interviene directamente en la trama de la novela, porque tan solo es un antiguo mentor del protagonista, lo curioso del caso es que Wilkie Collins incluyó en La máscara robada anécdotas verídicas sobre la vida de este comediante. De ello dan fe los pie de página que amablemente incluyen los editores de Funambulista, y que representan una interesante fuente de información.

En otro sentido, el autor juega constantemente con el lector, lo confunde y lo introduce en una maraña dialéctica, que tan pronto adopta forma soliloquio desbocado, como de sainete clásico, para finalizar adoptando espíritu de folletín. La socarronería y el característico sentido del humor de Collins obran milagros en esta pieza que en ocasiones nos hace pensar en los días gloriosos del Globe, en cuyas tablas se vieron las mejores representaciones de The Lord Chamberlain's Men (compañía para la que trabajó como actor y dramaturgo William Shakespeare), en tiempos de Isabel I. Y pese al desconcierto que las primeras páginas pueden causar en quienes se embarcan en esta asombrosa lectura, lo cierto es que una vez se ha comenzado la historia, la narración fluye rápidamente, y premia a los valientes con una sonrisa final. 

Retrato de John Philip Kemble, Sir William Beechey (1798)
Fuente: Wikipedia

Debo confesar a mis lectores, que en mi caso personal la complicidad hilarante con la narración no me abandonó en ningún momento, y consiguió que mi admiración Wilkie Collins sea cada día mayor.

Con todo y con ello, La máscara robada no deja de ser un cuento navideño. La novela pertenece a ese género comercial que proliferó, como dije al comienzo de la reseña, cuando Charles Dickens lo puso de moda a mediados del siglo XIX. Los autores victorianos como Arthur Conan Doyle, Elizabeth Gaskell, Robert Louis Stevenson o el gran Anthony Trollope, entre otros, dedicaban espacio en su jornada de trabajo para preparar estas piezas tan demandadas en la época navideña, y que a menudo diferían en formato y carácter. Por ese motivo, es frecuente toparse con relatos de misterio, poemas, piezas humorísticas e, incluso, historias fantasmales, que los victorianos leían con gran deleite, cuya única semejanza entre ellas es que se sitúan de alguna manera en la época navideña. Estas piezas se publicaban en la edición especial de Navidad de las revistas literarias. Wilkie Collins no podía ser menos que el resto de sus colegas escritores, y colaboró de manera  habitual con su amigo y mentor Charles Dickens, aportando muchas historias de este género a sus diferentes publicaciones. 

La máscara robada pertenece a la etapa inicial de la carrera literaria de su autor. Sin embargo, Collins demostró en ella brillar ya con luz propia, ofreciendo a la sociedad victoriana una pieza navideña hilarante, entretenida y tremendamente teatral, que anunciaba el nacimiento de otro gran y deslumbrante escritor.



<Nadie es inútil en este mundo mientras pueda aliviar un poco la carga a sus semejantes.> Charles Dickens (1812-1870)



Undine von Reinecke ♪



El autor por la Editorial

Fuente: Editorial Funambulista

Wilkie Collins nació en Londres en 1824. Muy joven entró como aprendiz en una empresa de comercio de té, que abandonó pronto para dedicarse a la literatura, campo en el que rápidamente alcanzó el éxito. Considerado uno de los padres de la narrativa policíaca, durante sus sesenta y cinco años de vida escribió veintisiete novelas, y más de cincuenta historias cortas. Fue amigo íntimo de Charles Dickens desde que se conocieron en marzo de 1851, fecha en que comenzó una fructífera colaboración. Sus novelas de misterio La dama de blanco (1860) y la policíaca La piedra lunar (1868) están consideradas obras cumbres en sus respectivos géneros.

Aquejado de «gota reumatoide», se aficionó al consumo severo de láudano. Como resultado de esta adicción, experimentó durante toda su vida alucinaciones paranoides; por ejemplo, declaraba que se encontraba constantemente acompañado de un doble suyo, invisible para todos los demás, que él apodaba «el Fantasma Wilkie».

Collins nunca se casó, pero vivió, a temporadas, con la viuda Caroline Graves. Además, tuvo tres hijos con otra mujer, Martha Rudd. En 1870, volvió definitivamente con Mrs. Graves y, hasta su muerte, en 1889, mantuvo ambas relaciones.




Comentarios

  1. Buenos días Undine, leí este relato hace dos años dentro de una selección de relatos navideños, me gustó bastante y como bien dices, se lee con una sonrisa perenne, además el trio protagonista resulta entrañable. Un abrazo.

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  2. Querida Undine, leí este cuento en un recopilatorio allá por el 2019, madre mía qué lejos... Me reconcilió con el autor, porque había comenzado La piedra lunar un par de décadas antes y no me llegó a gustar, a partir de este cuento volví con Collins... y ya no puedo prescindir de él... En este recopilatorio que te comento también descubrí a Trollope...
    Un besazo enorme.

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  3. Buenos, días.
    Pues si a la inspiración del maravilloso Cuento de navidad le añadimos un poco de Shakespeare y otro poco de misterio, podemos encontrar un libro del que es difícil escapar. Me gusta mucho todo lo que he leído de Wilkie Collins y esta máscara robada tiene pinta de ser una lectura muy recomendable, aunque sea de lo primero que escribió. Hay autores que están tocados por la gracia desde sus inicios.
    Un beso.

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  4. ¡Hola! Me encanta que sirva como homenaje a Shakespeare y al teatro inglés. Aún así, yo creo que esta es una lectura de la que no disfrutaría así que no creo que me anime con ella. Excelente reseña, como siempre. Un besote :)

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  5. Buenas tardes, Undine:
    Esta semana ando como pollo sin cabeza. Pero bueno, aquí estoy.
    Me llamó mucho la atención cuando lo enseñaste en Insta. De Collins he leído El hotel encantado, que me gustó mucho y el del viaje de los perezosos que escribió con Dickens.
    Estos dos tipos juntos debían ser lo más. Imagina poder asistir a sus encuentros.
    El caso es que el cuento navideño clásico me gusta muchísimo. De los modernos no tanto, aunque los de Jeannette Winterson son una joya.
    De este que nos traes hoy me atraía la mezcla con el misterio. Cierto es que el ambiente de teatro no me gusta demasiado ni tampoco los soliloquios, tengo la sensación de que hablan demasiado los personajes. Manías.
    Pero tratándose de Collins y sabiendo que se apaña muy bien con esto de las narraciones cortas sumado a tu recomendación, no lo dejo pasar.
    Me apunto.
    Besitos y feliz fin de semana

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  6. Este relato lo leí hace ya bastantes añitos y lo disfruté mucho. Ahora me dejas con ganas de volver a releerlo.
    Besotes!!!

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  7. Ohhhhhhhhhh, me has hecho un gran favor, Undine. Verás, al autor no lo he leído todavía. Tenía apuntada su obra más conocida (o la que más me suena a mí), La dama de blanco pero, si te soy sincera, esta obrita que nos traes hoy me atrae mucho más. Creo que puede ser una magnífica oportunidad para estrenarme con el autor. Besos

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  8. Otro autor de esos que me encanta pero justamente esta historia no la he leído. Voy a ver si la encuentro. Mil gracias por la recomendación, Undine. Una reseña preciosa, como siempre, que despierta mucha curiosidad por la obra.

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