RESEÑA: EL CARBUNCLO AZUL, ARTHUR CONAN DOYLE
Fuente: Undine von Reinecke |
Ficha Técnica
Editorial: HATARI BOOKS
Traducción: Susana Carral
Introducción: Eduardo Torres-Dulce Lifante
Año de edición: 2024
ISBN: 978-84-947885-9-8
Páginas: 125
Encuadernación: Cartoné
Colección: < Genérica >
P.V.P.: 22,50 €
Sinopsis de la Editorial
Mientras Londres se prepara para recibir la Navidad, los periódicos vespertinos reportan la desaparición de la suite del hotel de la Condesa de Morcarde de la piedra preciosa conocida como el « carbunclo azul». Un hombre llamado Peterson se planta en el 221B de Baker Street, y les cuenta a Holmes y Watson cómo acabó en su poder un ganso que en su interior tenía la famosa joya.
Propuesta musical para este libro
*Crédito del video: Canal de YouTube Academy of St Martin in the Fields
La pieza que el lector está escuchando es el segundo movimiento, Larghetto, perteneciente a la Serenata para cuerdas en Mi menor, Op. 20, que fue compuesta por el célebre músico inglés Sir Edward Elgar. El compositor la escribió en 1892 y, ese mismo año, la obra fue estrenada en una interpretación privada a cargo de la Worcester Ladies' Orchestral Class, con el propio autor a la batuta, aunque el estreno oficial de la obra se celebró en Amberes cuatro años más tarde.
He elegido la Serenata para orquestas en Mi menor Op. 20, porque se escuchó por primera vez en 1892, que es el mismo año en que se publicó El Carbunclo Azul de Sir Arthur Conan Doyle. Por otro lado, tanto Sir Edward Elgar como el creador de Sherlock Holmes fueron contemporáneos y dos caballeros del Imperio que se hicieron célebres en su tiempo.
Lo que Undine opina del libro
<El verdadero ejercicio intelectual no consiste en seguir modas, sino en encararse con las dificultades de la propia época.> Francisco Ayala (1906-2009)
Fuente: Undine von Reinecke |
Me refiero a la mítica St Pancras Railway Station, o lo que es igual, la estación de St. Pancras de Londres, conocida desde el año 2007 como St. Pancras International.
La estación de St. Pancras es una de las más importantes y célebres estaciones ferroviarias inglesas, y su fama es tal, que la literatura y el cine se han hecho eco de su imagen en múltiples ocasiones. Quizás, su estampa ficticia más celebrada sea la imaginada por la escritora J K Rowling para la saga protagonizada por el personaje Harry Potter, quien, junto a sus compañeros de estudios mágicos, tomaba el tren con destino a Hogwarts en el andén imaginario 9 ¾, que la autora superventas situó en esta decimonónica estación londinense. Sin embargo, otras conocidas producciones como The Crown o Bridget Jones también eligieron esta famosa estación para filmar algunas de sus escenas, pues su estética es realmente especial.
Ilustración de la construcción de la estación de St. Pancras (Fuente: Wikipedia) |
Pese a su innegable importancia actual, la historia de la estación de St Pancras se remonta al siglo XIX. Su creación se debe a la Midland Railway (1844-1922), que fue una de las compañías ferroviarias más importantes del Reino Unido, y que se decidió a edificarla para conectar su enorme red ferroviaria, extendida por las Midlands y el norte de Inglaterra, y unirla a la capital inglesa. El gigante inglés de los trenes vio la necesidad de hacerlo después de la Exposición Universal de 1862, debido a los problemas de tráfico ferroviario que se habían originado durante y después de aquel gran evento internacional.
Retrato de Barlow, John Collier (1880) Fuente: Wikipedia |
A este tótem arquitectónico muy pronto se unió el hotel neogótico diseñado por Sir George Gilbert Scott (1811 -1878), un arquitecto que imaginó el edificio de ladrillo rojo que hoy está catalogado como una joya de Grado I entre las magníficas edificaciones del país. Imagen de St Pancras Station, el Midland Grand Hotel, hoy conocido como St. Pancras Renaissance London Hotel, se inauguró en 1873, y sus instalaciones eran lujosas, innovadoras, y muy costosas de mantener. De hecho, el edificio contaba con muchos de los avances tecnológicos que sorprendían en aquellos días. Sin embargo, el hotel quedó obsoleto en la década de 1920, cerrando sus puertas en 1935. La empresa London, Midland and Scottish Railway la había adquirido algunos años antes y comenzó a usar el edificio como oficinas ferroviarias. Y así continuó hasta la década de 1980, cuando fue clausurado definitivamente por no cumplir la legislación contra incendios; las dos guerras mundiales habían dañado mucho su estructura y el resto de las instalaciones. El edificio fue restaurado y enlucido, abriendo nuevamente al público como hospedería en el año 2004.
Pero no adelantemos acontecimientos, quedémonos en la época victoriana, que es el momento en que inició su singladura la estación de St Pancras. Y es justo en esta gloriosa época inglesa cuando apareció el libro protagonista de la reseña de hoy.
Foto de Cecil J, Allen del hotel (1928) Fuente: Wikipedia( escaneo de Andy Dingley |
Me refiero a El Carbunclo Azul de Sir Arthur Conan Doyle, un libro que ha sido recientemente publicado por la editorial Hatari Books, con la traducción de Susana Carral y el interesante prólogo de Eduardo Torres-Dulce.
El carbunclo azul comienza así:
<La segunda mañana después de Navidad fui a visitar a mi amigo Sherlock Holmes con el propósito de presentarle mis felicitaciones, como es propio de esa estación. Se encontraba recostado en el sofá, con un batín de color púrpura, el colgadero de pipas a su derecha y al alcance de la mano, y un montón de periódicos matutinos arrugados que, sin duda, acababa de analizar.>
El Carbunclo Azul nos traslada al Londres navideño de la década de 1890. Los periódicos de la mañana han sorprendido a los lectores con la comunicación del robo de una famosa joya, que se ha efectuado en un lujoso hotel. Entretanto, en el 221B de Baker Street se encuentra el célebre Sherlock Holmes. Mientras el detective cavila ensimismado en un sombrero viejo destartalado que le ha llevado su informante Peterson, recibe la visita de su amigo el doctor Watson. Los dos hombres comienzan a charlar sobre el objeto de sus pensamientos, y Holmes le comenta que el sombrero llegó a las manos de Peterson tras presenciar una pelea callejera, y que la víctima del acto violento lo perdió en el intervalo, junto con un ganso destinado a ser el protagonista de la cena de Navidad. Peterson, no sabiendo qué hacer con el ave y el sombrero abandonados tras la refriega, decidió llevárselo al Holmes para que éste investigara y encontrara al dueño de los objetos perdidos.
Sin embargo, la probabilidad de localizar al propietario de ambas cosas es baja, y Holmes decide enviar a Peterson a casa con el ganso, para que lo disfrute con su familia en Navidad.
Al cabo de unas horas, Peterson regresa al 221B de Baker Street mientras Watson está presente, y le entrega al aclamado detective una piedra preciosa. Se trata del famoso y desaparecido Carbunclo Azul, que ha sido hallado por la esposa de Peterson cuando esta se disponía a cocinar el ave antes mencionada. Holmes se da cuenta que el misterio importante no es dar con el dueño del ganso y del sombrero olvidados en la refriega, sino encontrar la solución a los sucesos que envuelven el robo y el hallazgo del Carbunclo Azul.
Fuente: Wikipedia |
Pero centrémonos en el caso holmesiano que nos ocupa. Esta historia, la única ubicada en época navideña del más famoso detective victoriano, es uno de esos casos que dan explicación a su gran fama e indudable inmortalidad. Esto es, partiendo de un principio argumental aparentemente sencillo, como es la desaparición de una joya, al que se une la subtrama de una pelea callejera, Conan Doyle es capaz de armar un caso detectivesco que capta la atención del lector desde la primera escena. Con ese estilo sobrio característico del autor, podríamos apelar a él incluso como económico, este tuvo la habilidad de componer una de las historias más encantadoras, y de acentuado espíritu dickensiano, más notables del canon literario británico. Y todo ello sin restar interés a los misterios que el detective está empeñado en resolver.
Desde mi punto de vista, esa magia literaria que obró Doyle no sólo reside en las más o menos acertadas deducciones holmesianas. Lo realmente notorio de El Carbunclo Azul se hace notar en el carácter afable del relato y en la carismática atmósfera que su autor le supo aportar. Esa que se ha hecho inmortal en el imaginario universal.
Me refiero a la imagen con la que prácticamente todos recordamos instintivamente Londres, especialmente en el tiempo en el que ocupaba el trono la reina Victoria del Reino unido. A nuestra memoria viene esa ciudad invadida por la niebla, de calles oscuras y vigiladas por los bobbies, con sus golfillos y personajes oscuros varios, tan cercano todo ello a lo que Charles Dickens nos regaló en su Cuento de Navidad. Homenaje, guiño al Dickens navideño o como lo queramos llamar, El carbunclo Azul es un cuento estupendo para leer y ser disfrutado en cualquier momento, especialmente en la época que acabamos de dejar atrás.
Así celebré yo la Navidad 2024, con Sherlock y Watson intentando hallar al verdadero ladrón del Carbunclo Azul. Y puedo asegurar a mis lectores que la experiencia detectivesca fue satisfactoria e, incluso, aportó un soplo de ambiente navideño a mi realidad.
Ilustración de la 1ª edición de The Adventure of the Blue Carbuncle Fuente: Wikipedia |
En El Carbunclo Azul no hacen falta giros insospechados, aunque Doyle siempre sorprende con su audacia original; tampoco encontraremos fantasmas navideños, pese a que su presencia nos parece acompañar; y menos aún se echa en falta la aparición de grandes villanos, porque en la historia que se nos narra no hay necesidad. Holmes cumple con su misión deduciendo con su característica lógica quién es el verdadero criminal, acompañado por la fe de su inseparable Watson, un personaje que pese a su reciente matrimonio siempre le guardará fidelidad. Y esta relación de amistad es uno de los grandes acicates que a los lectores más nos suele agradar. ¿No es cierto que después de Holmes y Watson muchos escritores del género han emulado a esta pareja sin par?
Relato amable y reconfortante pese a la sutil vertiente sombría que posee, el espíritu navideño de El Carbunclo Azul no impide que se imparta justicia al final de la historia. Y es justo en esa elegante conclusión donde encontramos el guiño dickensiano al que me refería líneas arriba, con su ave navideña y su chispeante buena voluntad.
Y hasta aquí puedo contar, la historia es muy breve y de ella no se debe hablar más. Tan solo añadir el buen humor que se respira durante toda la narración, un carácter no tan común en las historias protagonizadas por Sherlock Holmes, que hacen de esta lectura un cuento estimulante y muy especial.
<Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad.> Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930)
Undine von Reinecke ♪
Os espero a todos el miércoles 19 de febrero de 2025 en París, próxima etapa de mi viaje literario La vuelta al mundo en doce libros, Tributo al tren.
Fuente: Undine von Reinecke |
El autor por la Editorial
Fuente: Hatari Books |
(Edimburgo, 1859 - Crowborough, Reino Unido, 1930)
Novelista británico. Su padre, Charles Altamont Doyle, fue hijo del artista John Doyle, perteneciente a una familia católica irlandesa que había proporcionado varios ilustradores y caricaturistas. Doyle también fue un gran aficionado al dibujo. Estudió Medicina en las universidades de Stonyhurst y de Edimburgo. Entre 1882 y 1890 ejerció como médico en Southsea. Buscando mejorar sus ingresos publicó la novela de intriga Estudio en escarlata, que se convertiría en el primero de los sesenta y ocho relatos en los que aparece uno de los detectives literarios más famosos de todos los tiempos, Sherlock Holmes. Posteriormente, basándose en el modelo literario de Don Quijote y Sancho Panza, creó la figura del Doctor Watson.
En julio de 1891 comenzó a publicar en la revista Strand Magazine las andanzas de su personaje, en parte inspirado en uno de sus profesores de la universidad, el cual era un férreo defensor de los métodos lógico-deductivos. En 1893, cansado del personaje que había creado, decidió darle muerte en la ficción; pero ante la insistencia de los lectores, resucitó al detective en 1902 con la publicación de El sabueso de los Baskerville. Cuatro años antes de morir publicó su autobiografía Memorias y aventuras. Otras obras notables: La compañía blanca, Historia de Waterloo, La guerra en Sudáfrica, Piratas y mar azul.
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