RESEÑA: AQUEL SOFOCANTE VERANO, EDUARD VON KEYSERLING

 

Fuente: Undine von Reinecke

Ficha Técnica

Editorial: Ediciones Invisibles
Traductor/traductora: Clara Formosa
Colección: Pequeños placeres
Número de la colección: 15
Fecha de publicación: 3/05/2022
ISBN: 978812401936
Formato: 11,5 x 18
Páginas: 112
Encuadernación: rústica con solapas
PVP: 14.00 €


Sinopsis de la Editorial

Bill, hijo de una familia aristocrática, ha suspendido los exámenes de acceso a la universidad. Como castigo, durante el verano, en lugar de pasar las vacaciones junto al mar con su madre y sus hermanos, tendrá que quedarse estudiando en la finca familiar, en compañía de su padre, con quien apenas ha tenido trato. A medida que van transcurriendo los días, en un ambiente de calor sofocante, Bill empieza a intuir el verdadero carácter de su progenitor, que dista mucho de la imagen que esconde detrás de las convenciones sociales.


Propuesta musical para este libro

 
(Hans Hotter y Gerald Moore/Studio recording, London, 3 & 4.X.1957)

Sei mir gegrüsst es un lied (canción en alemán) compuesto para voz y piano por Franz Schuber en 1822. Pertenece al Opus 20 del compositor, y es la pieza Nº1 del mismo. Tras esta obra se catalogan correlativamente los lieder: Frühlingsglaube (D 686), como el Nº2 y Hänflings Liebeswerbung (D 552), como el Nº3. La letra de la canción fue escrita por Friedrich Ruckert (1788-1866) -poeta y traductor de lenguas orientales, nacido en Baviera-, y rebosa romanticismo en cada verso.

La elección de esta pieza viene dada porque Eduard von Keyserling, ya que la eligió para ambientar uno de los momentos más significativos de la narración, acentuando con ella el clímax del relato.


Lo que Undine opina del libro


<La belleza, como el dolor, hace sufrir.> Thomas Mann


Decía Oscar Wilde que antes del impresionismo no había sombras azules. Si nos atenemos al significado estricto de estas palabras, podríamos decir que así es, que este movimiento artístico fue pionero reflejando la realidad de una forma novedosa y colorista, capaz de ampliar el espectro de emociones en el espectador. Sin embargo, esta nueva manera de entender el arte que hizo famoso al movimiento impresionista, estimulado por los avances tecnológicos de la era industrial, que ofrecía a los artistas una rica gama de pigmentos con los que poder experimentar, era a su vez una herramienta peligrosa para trabajar, ya que los innovadores materiales que utilizaban eran sustancias ponzoñosas de gran mortalidad. El virtuosismo que poseían estos singulares artistas daba como fruto imágenes de sublime belleza, eso sí, empleando una paleta cargada de toxicidad.

El Parlamento, atardecer (Monet,1902)
Fuente: Wikipedia
Esta realidad vino a mi memoria mientras leía Aquel sofocante verano de Eduard von Keyserlig, la última novedad de Ediciones Invisibles para su maravillosa colección Pequeños Placeres, que ha sido publicada recientemente con la nueva traducción de Clara Formosa.

Los lectores que desconozcan quién se encuentra tras el nombre de Eduard von Keyserling pueden preguntarse qué suerte de pensamientos me llevaron a relacionar a los pintores impresionistas con Aquel sofocante verano. Sin embargo, quienes hayan leído la narrativa de este singular escritor, compartirán conmigo que no es difícil establecer paralelismos conceptuales y experimentales entre las obras Renoir, Monet o van Gogh, con la salidas de la pluma de este autor, paradigma del impresionismo literario y el escritor que mejor supo “pintar” su tierra natal.

Eduard Graf von Keyserling, 1900
 ( Lovis Corinth, pintor y amigo de Keyserling)
Fuente: Wikipedia

Eduard Graf von Keyserling nació en 1855 en Curlandia, que es la zona que hoy conocemos con el nombre de Letonia, pero que en tiempos del escritor era una región perteneciente al antiguo Imperio Ruso. Miembro de una rancia familia noble de la aristocracia rural, su hogar de nacimiento fue el Schloss Tels-Paddern, uno de los múltiples castillos que sembraban las bellas y románticas tierras de la costa báltica. De personalidad compleja y extraña durante su juventud, un incidente le apartó de los estudios de derecho que cursaba, y fue enviado a Viena donde se formó en Filosofía e Historia del Arte. Sus primeras incursiones en la literatura tuvieron lugar a principios de la década de 1880 y sus intereses se acercaban al naturalismo. Por aquel entonces se veía obligado a compaginar su oficio literario con las obligaciones que tenía como hacendado y administrador de la hacienda familiar. No obstante, no fue tiempo baldío el que empleó en ello, porque desde su posición de observador privilegiado pudo estudiar y asimilar todo cuanto veía a su alrededor, sirviéndole de inspiración para sus futuras historias. Keyseling pudo fijar su mirada en esa selecta aristocracia campestre báltica a la que pertenecía, y en las gentes humildes que estaban a su servicio, una galería de personajes rancios y caducos, a la par que interesantes, que entrarían en declive con la llegada del nuevo siglo y la modernidad, cuyo entorno y forma de vida serían el preciado pigmento con el que el escritor daría las luces y sombras a sus futuras novelas.

Schloss Tels-Paddern, castillo natal de Keyserling
Fuente: Wikipedia

Fue al entrar el siglo XX cuando su narrativa se tornó hacia ese impresionismo literario por el que se le recuerda hoy. A partir de 1902 comenzó a adquirir ese estilo bucólico y romántico, colorista y elegante, lleno de tristeza y melancolía, que poco tenía que ver con los cuentos, ensayos y obras de teatro de carácter decimonónico, de sus comienzos como escritor. Afincado en Munich con dos de sus hermanas, cada vez más alejado de la grandeza del apellido familiar de los buenos tiempos, su salud se vio perjudicada cuando enfermó de sífilis a los cuarenta y dos años. Poco a poco, el autor fue perdiendo la vista, hasta que en 1907 se quedó ciego definitivamente. No obstante, Keyserling no paró su producción literaria, se dejaba ayudar por sus hermanas, quienes actuaban como sus escribientes, tomando al dictado las historias que él imaginaba. Fueron ellas también quienes cuidaron de él hasta el momento de su fallecimiento en 1918, se había ido al mismo tiempo que aquel mundo en constante declive, aristocrático, decadente y nostálgico, del que hablaba en sus obras y que, finalmente, se extinguió tras finalizar la Primera Guerra Mundial. 

Pese a la tristeza y melancolía que emanan sus obras, su legado está compuesto de piezas de inmensa belleza, una colección de novelas, relatos e historias que, como si de una exposición pictórica se tratara, ofrecen al lector emotivas estampas de la vida, el amor, las penas y el fenecimiento, de aquellas gentes que, como él, formaron parte de esa forma de vida de las fincas, los castillos y casas de campo en tierras del mar Báltico. Son pequeñas "impresiones" de una vida que fue y ya nunca volvería  a ser, atrapadas en un instante de emoción para servir al lector.


Eso es lo que que encontraremos en Aquel sofocante verano, la nouvelle comienza así:


<Ya el viaje en tren desde la ciudad hasta Fernow, nuestra hacienda, fue absolutamente melancólico, tal como me había temido. Llovía sin parar, caía una fina lluvia en diagonal que parecía literalmente extinguir el verano.>


Edición alemana
Fuente: beautyisasleepingcat-com

Bill es un joven aristócrata hijo de un conde que, tras suspender su examen de bachillerato, es condenado por sus progenitores a pasar el verano en la hacienda familiar, con la sola compañía de su padre, un hombre elegante y severo, que se caracteriza por triunfar entre las damas. Temiéndose lo peor para su estancia estival, Bill se ve sometido a la vigilancia férrea de su padre, que le obliga a estudiar y a mantener relaciones sociales con parientes y amigos adinerados. No obstante, el joven quiere correr aventuras y entre visitas a las cuadras, escapadas a la taberna y conversaciones con los sirvientes, descubre un mundo excitante al que no puede aspirar. Sin embargo, el destino le tiene reservada una sorpresa, ¿será capaz de poderla  afrontar?

Aquel sofocante verano es una maravillosa e impactante nouvelle, que fue publicada en 1904 bajo el título original de Schwüle Tag por la revista literaria Neue Rundschau, publicación que aún sigue en activo y es una de las más antiguas de Europa, contando en su haber con ciento cincuenta años de andadura. Esta bucólica historia de apenas cien páginas fue una de las primeras obras de Eduard von Keyserling en las que el escritor comenzó a experimentar con ese nuevo estilo literario que le haría famoso, y por el que ha pasado a la historia como uno de los máximos exponentes del impresionismo, gracias a títulos como Otoño en Berlín. Beate y Mareile (1903)👈, Olas (1911), Princesas (1917) y, por supuesto Aquel sofocante verano, entre muchas otras.

De ritmo pausado y descriptivo, la acentuada estimulación sensorial de narración consigue crear una atmósfera cálida y sensual que invade al lector saciándole de belleza. Noches sofocantes de múltiples olores, mañanas musicales que traen el trino de los pájaros, refrescante rocío que aumenta las fragancias vegetales, o el canto de los grillos que presagia el ocaso del día. Todo ello conforma un exquisito escenario interactivo que acoge y acaricia al lector. No obstante, y pese a la belleza que preside el relato, el desasosiego es una constante tormentosa que amenaza con descargar.

Castillo Edole, Curlandia
Fuente: Wikipedia

El relato nos es contado por Bill, el joven protagonista de Aquel sofocante verano que, como testigo privilegiado de los momentos que interpreta, unidos a los que roba a sus compañeros de reparto, nos ofrece una una interesante y dramática historia de crecimiento personal, que alude al motivo del “destronamiento” parental. Pese a que esta temática haya sido utilizada como recurso en muchas ocasiones, y hoy en día podría parecer un cliché -¿no nos habló Turgenev ya de ello?-, la singularidad del principio argumental y la virtuosa construcción de los personajes, entre los que destaca la figura paterna del Conde Gerd von Fernow, consiguen que esta nouvelle resulte un bocado apetitoso y exquisito de degustar

La originalidad de la narración reside en las observaciones que el protagonista hace sobre la relación que mantiene con su padre, que intercala con las escenas que contempla a escondidas como un voyeur, y las que él mismo protagoniza junto a los empleados de la finca. La combinación de todo ello es un cóctel tentador y subyugante que, poco a poco, va aumentando en intensidad hasta llegar al clímax emocional.

En cuanto a las diferentes temáticas que se abordan en esta obra, son las habituales en la juventud: amor, sexo, amistad, celos, inseguridad, y una profunda inquietud por experimentar. Para fundamentarlas, von Keyserling construye lo que es para él su decorado ideal, esa sociedad aristocrática de la campiña del báltico, acompañada de rústicos y sirvientes que, acostumbrados a decir “sí, señor”, acompañaban y eran la clave para fundamentar una forma de vida caduca y corrosiva, que al autor le gustaba diseccionar y cuestionar.

Poco más se puede añadir sobre esta obra, sin abordar demasiado tema argumental. Tan sólo me queda reiterar mi admiración por la impecable pluma de Eduard von Keyserling. Un escritor que fue más allá de lo que es el oficio de autor, conquistando las fronteras de las artes, para convertirse en un hábil pintor de escenas que musicalizó la palabra, poetizó los sentimientos y fue trovador de las penas del alma. 



<La vida volvía al trabajo, alegre y amable; me abrazó con calidez y suavidad, y logró dulcificar todo lo que me oprimía> Eduard von keyserling


 

Undine von Reinecke ♪



El autor por la Editorial

Fuente: Ediciones Invisibles

Eduard von Keyserling

(Schloss Tels-Paddern, Curlandia, 1855 - Múnich, Baviera, 1918)

Nacido en el seno de una familia de la nobleza alemana con propiedades en el Báltico, fue uno de los máximos exponentes del impresionismo literario. Estudió en Viena, pero pasó buena parte de su vida en Múnich. Al final de sus días, paralizado y ciego a causa de la sífilis, hizo quemar gran parte de las obras que tenía pendientes de publicar, pero esta se salvó de las llamas.




Comentarios

  1. Otro que me llevo anotado. El impresionismo me gusta mucho. Siempre me enseñas autores que desconozco y que seguro que me gustan. Lo buscaré. Un abrazo

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    1. Buenos días, Esther:
      A mí me ocurre igual, el impresionismo artístico me gusta en todas sus facetas. Espero que Keyserling satisfaga tus expectativas.

      Un abrazo y muchas gracias por la visita!!

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  2. Definitivamente no conocía al autor, pero me encanta que se pueda relacionar con el impresionismo, ya que es un movimiento que me fascina *-* Además, muy poco he leído sobre literatura alemana y eso no puede ser :P
    ¡Nos leemos!

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    1. Buenos días, Ana:

      Espero que la narrativa de Keyserling te agrade tantísimo como a mí. Ya me contarás tus impresiones.

      Un abrazo y gracias por visitarme!!

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  3. Milady,
    Si no lo digo no me voy a quedar satisfecha así qué: yo también tengo esa cajita de bombones 😂 Y dicha la tontería del día, pasar a la reseña qué es absolutamente maravillosa. Te lo digo muchas veces y no me canso aunque sea repetitiva, me gusta más leerte a ti que en si lo que me atraen las novelas, y me atraen, está en concreto la veo como un absoluto reto para mí. Lecturas tranquilas, pausadas lentas, descriptivas yo que no me caracterizo por tener la paciencia del santo Job, me cuesta decantarme por este tipo de libros pero si es cierto que cuando me han gustado de verdad y he tenido paciencia, las lecturas han sido satisfactorias 😁😉💋

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    1. Ay, Yolanda, me parto... jeje...Yo también tengo varias... Y me has hecho decirlo, ay que fastidiarse, jeje...
      Un besazo

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  4. Querida Undine:
    Estos de Pequeños placeres van de acierto en acierto. Imposible decir que no a uno. Según contabas la historia del autor me recordaba mucho a otra, y ya me veía buscando por todo el blog, pero gracias a Dios lo pusiste tú sola, Otoño en Berlín.
    Aunque sean historias de base triste, los personajes saben sacar la cabeza y merece la pena embarcarse en ellas.
    Me la apunto sin duda.
    Besitos y ¡¡Feliz semana!!
    PD esta tarde tengo visita a Correos.

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  5. Pequeño placer es siempre leer tus reseñas, aprender con ellas y dejarse seducir por tus palabras. Otra vez me presentas a un autor que desconocía totalmente. No es el tipo de lectura que busco ahora mismo, pero cien páginas y tu maravillosa reseña merecen que salga de mi zona de confort, que también es bueno.
    Besotes!!!

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  6. ¡Hola! Veo que este libro contiene un poquito de todo y hay varios aspectos por los que me podría llamar, como esa relación con el padre o la belleza que transmiten sus palabras. Aunque no es muy de mi estilo, me lo pensaré. Un besote :)

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  7. Holaa!! Otro más que me llevo apuntado por la increíble manera en que te expresas de él. Excelente entrada, como siempre.

    Blessings!!

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  8. Dicen que el siglo XX empezó con la Gran Guerra. Desde luego, el final de esta trajo el final de un mundo que ya nunca volvería. En el libro de Zweig El mundo de ayer, lo transmite de maravilla. Me encanta el impresionismo tanto en pintura como en literatura. es curioso que en pintura dominara lo francés y en literatura, lo alemán.
    Me aterra la idea de poder perder la vista y no poder leer (aunque ahora me tiraría de cabeza a los audiolibros). No me imagino cosa peor. Y si encima te dedicas a escribir, la cosa se pone muy difícil, menos mal que Keyserling contó con la ayuda de sus hermanas. Ya tengo el libro apuntado. Me atrae mucho el tema y la época que trata.
    Un beso.

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  9. Hola Undine, perdona por haberme colado en un comentario de Yolanda, pero no lo pude evitar, jeje... Nuevamente nos traes pequeñas delicatessen para degustar. Pero después de mi botín de la feria voy a tener que reservarme.
    Un besazo

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  10. ¡Hola Undine!
    Bueno, pues la verdad me ha llamado mucho la atención, tus reseñas son tan convincentes. Mira que tengo algunos títulos anotados de tus recomendaciones y este es otro que va para la lista, me gusta la temática y porque es una novela breve. ¡Gracias por la recomendación!
    Saludo

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    1. Buenos días, Yessykan:

      Me alegra que te haya gustado lo que cuento en la reseña. Este relato es de esos que recomiendo con los ojos cerrados.

      Un abrazo y gracias por la visita!!

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  11. Hacía bastante que no pasaba por tu espacio. Esta novela me ha conquistado o mejor dicho me ha conquistado tu reseña. Me queda anotada. Besos,

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    1. Muchas gracias por tus palabras!! Es fácil escribir una reseña cuando el libro que se tiene entre las manos tiene tanta calidad. Ya me contarás que impresión te ha causado cuando lo leas.

      Un abrazo!!

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  12. Ohh que pinta. Estos pequeños placeres se salen. Besos

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    1. Así es, Rocío, la colección Pequeños Placeres se puede definir como una joya.
      Un abrazo!!

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  13. Hola Undine!! No sabía nada de este título, tomo buena nota de tus impresiones lectoras. Mi lista de pendientes no para de crecer, a ver si hago hueco. ¡Estupenda reseña y gracias por tu recomendación! Besos!!

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    1. Buenos días, Ana:
      Así ando yo también, con un montón de libros amontonándose en mis estanterías. Pese a ello, te recomiendo que busques un hueco para leer este relato, es sublime.

      Un abrazo y gracias por pasar a leerme!!

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  14. Pues anotado queda. No conocía el título, lo había visto por las publicaciones de la editorial y demás lectores que como tú ya lo han leído o se han hecho con él. Me dejas con ganas de acercarme yo también a esta nouvelle, sin duda parece merecer mucho la pena. Y la edición, estos pequeños placeres... son irresistibles!!! jejeje Un besazo.

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    1. Buenas noches:
      Sin duda, Eduard von Keyserling merece mucho la pena, y este relato en concreto es maravilloso. Ya sabes que Ediciones Invisibles afina mucho eligiendo lo que publica en su colección Pequeños Placeres. Ya me dirás que impresión te causa cuando lo leas.

      Un abrazo y gracias por la visita!!

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  15. Este libro es un buen consejo de lectura, parece muy interesante, y además ahora ya nos encaminamos al verano de este año.

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