DIARIO DE UNA LECTORA DE TOLSTÓI: EL CAMINO DE LA VIDA CON TOLSTÓI Y SELMA ANCIRA
Fuente: Undine von Reinecke |
Sinopsis de la editorialEl camino de la vida sólo vio la luz en ruso en 1911, unos meses después de que Lev Tolstói falleciera en la estación ferroviaria de Astápovo. El libro, que había permanecido inédito en español, como un tesoro escondido, es la culminación de la obra moral del escritor y la expresión más completa de su pensamiento religioso: un destilado de máximas legadas por los sabios de todos los tiempos y de todas las tradiciones del mundo que le inspiraron sus propias reglas para el perfeccionamiento interior. Cada uno de los treinta y un capítulos que integran este volumen—uno por cada día del mes—conforman un singularísimo breviario espiritual destinado a «llevar una vida de bien» y contribuir así a la realización de una aspiración tan antigua como irrenunciable: la convivencia pacífica entre los individuos y los pueblos.
16 de enero de 2020
Llegué tarde a las redes sociales. Mi generación pertenece a
ese tipo de personas que aprendió informática en las academias para que el
curriculum vitae fuera atractivo en las entrevistas de trabajo al terminar los
estudios. Mi primer contacto con redes sociales tuvo lugar en You Tube, un
lugar donde conseguí conocer a gente interesante del que conservo alguna amiga.
No obstante, fue también ahí donde comencé a observar las consecuencias
negativas del mundo de Internet; las
conductas agresivas de ciertos sujetos hacia quienes no eran como ellos. Pero
no fue hasta llegar el mundo instagramer donde fui plenamente consciente de lo que
es capaz la vanidad humana; lo que se hace por alcanzar notoriedad y
protagonismo. Plagiar, criticar, mentir, difamar, etc. Un sinfín de manifestaciones
violentas e intimidatorias hacia el que se distingue por no seguir la corriente
que impera, por hacer caso omiso al que quiere marcar las reglas de un grupo.
Lo peor es que suelen triunfar.
Capítulo XVI: La Vanidad
<Nada desfigura tanto la vida de los seres humanos y los priva del bienestar verdadero como el hábito de vivir no según los preceptos de los sabios del mundo, ni según su propia conciencia, sino de acuerdo con lo que la gente entre la que el hombre vive considera bueno y aprueba.>
Así da comienzo este capítulo, uno de esos con los que me siento en
armonía leyendo a Tolstói. Estoy segura que esa sensación es algo a la que
todos aspiramos. Por ello, he hecho una pequeña selección de las citas o
pensamientos que creo más excelentes, para compartirlas con los lectores que me estáis acompañando en el camino. Son tan claros y evidentes sus razonamientos, que me limito tan sólo a anotarlos.
Comienza a enumerar un listado de aforismos que explican de
qué depende el éxito de lo que llamamos vanidad, ese sentimiento de engañosa felicidad basada en la gloria de nuestro ego:
<Una de las razones principales de la vida mala que llevan las personas está en que el hombre hace lo que hace no en aras de su cuerpo ni de su alma, sino únicamente para obtener la aprobación de la gente.>
< Para que la gente crea que tenemos virtudes, estamos incluso dispuestos a renunciar a ellas. Estamos dispuestos a ser cobardes con tal de pasar por valientes.>Pascal
<Cuando es difícil, casi imposible, entender el por qué de la forma de actuar del hombre, puedes estar seguro de que la razón de su manera de actuar es el deseo de la gloria humana.>
<En donde más invertimos es en parecernos a otros. Ni en la mente ni en el corazón invertimos tanto.>
Emerson
Son axiomas que todos conocemos y muchos aceptamos como
verdaderos, pero llevarlos a la práctica nos cuesta más. Por eso
Tolstói continúa su alegato en contra de la vanidad dando pautas de cómo
reconocerla y luchar contra ella:
<Cuanta más gente crea en una misma cosa, más prudentes debemos ser con respecto a esa creencia y más atentamente debemos examinarla.>
<Si supiéramos por qué nos alaban y por qué nos critican, dejaríamos de valorar las alabanzas de la gente y de temer sus críticas.>
<Nuestra vida se puede ver más dañada por esa multitud no pensante que como un torrente nos arrastra con ella, que por la gente mala que pueda llegar a corrompernos.>
Hasta el momento sus palabras resultan universales y
atemporales. En este punto del capítulo concreta sus ideas personales y las
lleva a la filosofía de vida que está elaborando, son reglas para cambiar su mundo. Para ello enumera los malos hábitos, dice dónde
encontrarlos y habla de sus consecuencias; además de observar el miedo que asola al “rebaño”:
<Con frecuencia vemos que un hombre bueno, sabio y justo, pese a saber que la guerra, el consumo de carne animal, la propiedad de tierras, los juicios y otras cosas por el estilo son malas, continúa haciéndolas con toda tranquilidad. ¿Por qué? Pues porque una persona así valora la opinión de la gente más que el parecer de su conciencia.>
< (…) Hace mucho tiempo ya que la gente no cree en las viejas costumbres, leyes e instituciones y, sin embargo, se somete a ellas porque cada uno, por separado, piensa que la mayoría de las personas lo juzgaría mal si no las observase.Y mientras tanto, la mayoría de las personas hace ya mucho tiempo que no cree en ellas, pero todos tienen miedo de ser el primero.>
<Es difícil abandonar las costumbres adquiridas. Con cada paso que uno da para ser mejor, se topa con la costumbre adquirida y se expone al juicio de la gente. El hombre que desee consagrar su vida al autoperfeccionamiento, debe estar preparado para esto.>
Hoy, pese a ser firme en su crítica a la vanidad humana,
Tolstói se muestra comprensivo con el individuo y sus miedos. Esta vez actúa
como un padre consejero, y da ciertas pautas para superar los miedos:
<Cuando un hombre está acostumbrado a vivir sólo para la gloria humana, le resulta difícil, si no hace lo que hacen todos, tener fama de tonto, de ignorante o de mala persona. Pero en todo lo que es difícil es necesario trabajar. Y en este asunto es necesario trabajar por dos lados: por un lado, hay que aprender a despreciar la opinión de la gente; y por el otro, hay que aprender a vivir haciendo obras que, aunque sean criticadas por la gente, son buenas.>
<Todos los hombres viven y actúan tanto según sus ideas, como según las ideas de otras personas. La principal diferencia entre los seres humanos radica en cuánto viven según sus ideas y cuánto según las ideas ajenas.>
Y, evidentemente, la conclusión final a la que llega tiene
su fundamento en su fe más arraigada, Dios:
<Si quieres estar tranquilo, intenta complacer a Dios y no a los hombres. Distintas personas quieren distintas cosas: Hoy quieren una cosa, mañana otra. Nunca los complacerás. En cambio el Dios que vive en ti siempre quiere lo mismo, y tú sabes lo que Él quiere.>
Como dije al principio de la entrada, ha sido un capítulo
reconfortante por varios motivos. El primero de ellos porque invita al ser
humano a cuidar su identidad, algo que echo en falta en los mensajes que recibo
del mundo exterior. En segundo lugar, porque ayuda a reconocer sin complejos dónde se encuentra
el peligro, nos dice que percibir hostilidad no debe acomplejarnos, nos invita a ser valientes. En tercer lugar, porque da indicaciones para combatir y no sentirnos solos frente a la
multitud.
Con su último alegato, que se refiere a Dios, alguien podría no sentirse
identificado. Pero, si sus palabras las referimos a esas normas universales y
eternas por las que la totalidad de los hombres buenos se han regido a lo largo
de la historia, entonces sí. Todos sabemos qué debemos hacer para luchar contra la dañina vanidad y sus consecuencias.
Me despido y cierro la entrada de hoy con un pensamiento por
el que siempre me he guiado, incluso antes de conocerlo:
<No te intereses en la cantidad, sino en la calidad de tus admiradores: a veces es molesto no ser del agrado de las buenas personas, pero siempre es bueno no ser del agrado de las malas personas.>Séneca
Hasta la próxima entrada, amigos.
Hola.
ResponderEliminarEsta vez sí estoy más de acuerdo con Tolstoi, hoy en día la gente hace de todo por ser protagonista y destacar. Algunos se creen superiores a los demás por el mero hecho de caer en gracia y para alimentar su ego son capaces de vender a su madre por un plato de lentejas.
Un saludo.
Buenas tardes:
EliminarSi solo fuera que se creyeran mejores!! Lo peor es eso que dices, lo de vender a su madre por un plato de lentejas. Es triste y muy corrosivo,además de contagioso.
Me alegra coincidir en opinión :)
Un abrazo, y feliz viernes!!
Reflexiones muy interesantes. Tanto las de Tolstoi como las tuyas
ResponderEliminarbesos
¡Muchísimas gracias,guapísima!
EliminarGracias por pasar y comentar!!
Si Tolstói viviera hoy nos miraría con pena y diría: os lo dije.
ResponderEliminarNo hay nada que fomente más la vanidad de algunos, sobre todo los llamados influenciadores que el instagram. Y reconozco que he tenido mis problemas con eso, que he llegado a pensar que había gente con vidas realmente perfectas. Por eso solo sigo cuentas de libros y temas artísticos. Cosas interesantes. A mí me gusta el ambiente que tenemos y mis seguidores.
Para mí que la vanidad suele esconder inseguridad y complejos y una cosa que se llama "no saber ganar".
Lo de ser diferente se va ganando con el tiempo y la madurez, cuando te das cuenta de que no puedes gustarle a todos, que no siempre te van a corresponder y que cuando no caes bien es cuestión de feeling, no de que haya nada malo ni en ti ni en el otro. Esto todo cuando hablamos de gente normal y civilizada.
Buenas noches.
Buenas tardes,Norah:
EliminarSe madura y se comprende,pero nadie te evita algún que otro disgusto. El daño no lo hace tanto el vanidoso en cuestión, como su rebaño. Esos son los que tinen el poder de hacer daño a quien queda excluído: bien dándole de lado, o bien no apoyándole en la injusticia. Eso yo lo he visto muchísimas veces.
Parafraseando a una amiga, hay que buscar "tu propio ricón cantina".
Un beso, preciosa!!
Hola Undine!! Pues me temo que ahora más que nunca caemos en la vanidad casi el cien por cien de la población con eso de las redes y demás. Me encantan estas entradas tan personales y reflexibas que estas publicado. ¡Genial entrada! Besos!!
ResponderEliminarBuenas tardes:
EliminarLamentablemente, tienes mucha razón. Nadie está libre de pecado (en palabras de Tolstói).
Un beso grande, y muchísimas gracias por leerme y pasar a comentar!!
Vanidosos, influenciables que no influencers, sujetos a los dictámenes de la sociedad ¡Estresante! Busco personas afines a mí, con las que puedas entablar conversación aunque sea ¡Buenos días, buenas noches! No quiero números, quiero personas. Tengo una norma con los seguidores en redes sociales: si en un mes no interactúan conmigo ¡Hasta la vista, pringaos!
ResponderEliminarSiempre he detestado el postureo.
Si Lev nos viera por un agujerito...
Magnífica reflexión, una vez más.
Besitos 💋💋💋
Buenas tardes, guapísima:
EliminarTe voy a contar algo que te habrá pasado a ti también, seguro. El otro día me escriben por privado en Instagram diciéndome, que como me gustan los libros que le diera a seguir, que a él también le gustaban. Yo me quedé ojiplática, de verdad que no puedo entender que las cosas funcionen así ahora.
Yo si me interesa una cuenta la sigo sí o sí, pero jamás lo hago para tener seguidores. Es un mundo donde la amistad brilla por su ausencia, aunque a veces la excepción te alegra el día :)
En definitiva, opino igual que tú, querida Yolanda.
Un beso muy grande, y feliz viernes!!
Esto es como la frase que todos hemos oído alguna vez, "y si tus amigos se tiran por la ventana ¿tu también te tiras?". Este capítulo me ha gustado también. Hay que huir de la vanidad, pero una vez más pienso en el punto medio. También de vez en cuando nos gusta oír cosas buenas de nosotros, que alguien alabe lo que hacemos, porque si no la vida es muy áspera. Un abrazo (como veras muy atrasada en la lectura)
ResponderEliminarBuenas noches, Esther:
EliminarEn lectura nadie va con retraso. Yo siempre he creído que los libros nos esperan siempre, eso sí, nosotros tenemos el deber de "tratarlos bien"; ese es tu caso.
Yo siempre, o casi siempre, soy de términos medios. Creo que la confianza en uno mismo viene dada por nuestros éxitos. Unos logros que tienen que servirnos para ser mejores personas. Y por supuesto, no debemos admitir que nadie considere aprovecharse de otro que no posee las mismas virtudes.
Un beso, y hasta mañana!! :)