DIARIO DE UNA LECTORA DE TOLSTÓI: EL CAMINO DE LA VIDA CON TOLSTÓI Y SELMA ANCIRA



Fuente: Undine von Reinecke


Sinopsis de la editorialEl camino de la vida sólo vio la luz en ruso en 1911, unos meses después de que Lev Tolstói falleciera en la estación ferroviaria de Astápovo. El libro, que había permanecido inédito en español, como un tesoro escondido, es la culminación de la obra moral del escritor y la expresión más completa de su pensamiento religioso: un destilado de máximas legadas por los sabios de todos los tiempos y de todas las tradiciones del mundo que le inspiraron sus propias reglas para el perfeccionamiento interior. Cada uno de los treinta y un capítulos que integran este volumen—uno por cada día del mes—conforman un singularísimo breviario espiritual destinado a «llevar una vida de bien» y contribuir así a la realización de una aspiración tan antigua como irrenunciable: la convivencia pacífica entre los individuos y los pueblos.


10 de enero de 2020

Hace algunos años tenía una amiga que siempre que nos veíamos me contaba sus penas. Unos pesares que estaban protagonizados habitualmente por el mismo tema: su suegro. Al parecer, dicho señor había conseguido durante su vida acumular cierta fortuna, que empleó sabiamente en la formación de varias empresas. Al llegar sus hijos a la edad de trabajar empleó a todos ellos en los negocios familiares, les hizo directores de sus empresas, y proporcionó a todos ellos una casa donde vivir y coches con los que transitar. Contado así suena muy bien, ¿verdad? El problema era que, pese a todo, el marido de mi amiga era muy infeliz, y estaba siempre deprimido. A mí no me quedaba claro cuál era el motivo de dicha infelicidad, pues no parece un mal tránsito por la existencia el que te ofrece una vida sin dificultades económicas; sin que te falte el trabajo bien remunerado, ni el lugar donde vivir. Le pregunté a mi amiga cuál era el problema. Ella me contestó: “No te haces rico en esta vida siendo buena persona”.


Capítulo X: La Avaricia


<El pecado de la avaricia consiste en acumular una cantidad cada vez mayor de objetos o de dinero que otras personas necesitan, y en conservar en nuestro poder esos objetos y ese dinero para utilizar a nuestro antojo el trabajo ajeno.>

El capítulo de hoy corresponde a esos pasajes de El camino de la vida que se quedan cortos a la hora de tratar la problemática de la que hablan, en este caso la avaricia. Esto sucede porque la sociedad ha cambiado tanto en los más de cien años transcurridos desde que Tolstói lo escribiera, que sus argumentos se quedan limitados a lo que él vio y vivió. No por ello sus palabras dejan de ser sabias y, en mi opinión, acertadas en la esencia de su mensaje.

Su interés principal durante todo este capítulo es dejar claro su posición frente a las riquezas. Está convencido de que ser rico es un mal, y que a la santidad sólo se llega mediante la pobreza. Leído así, con los ojos de nuestra educación, puede llegar a resultar una idea exagerada; pero si te trasladas a su tiempo y circunstancia comprendes la gran verdad que encerraban sus palabras:

<Diez hombres buenos se echan y duermen pacíficamente en una misma estera de fieltro, y dos ricos no pueden compartir en armonía diez habitaciones. Si un hombre bueno consigue un mendrugo, comparte la mitad con el hambriento. Pero si el zar conquista una parte del mundo, no se tranquilizará hasta haber conquistado otra parte igual.>

Hace algunas semanas reseñé Resurrección, tercera de las tres grandes novelas que Lev Tolstói escribió. En ella el gran escritor describe las circunstancias económicas y sociales que se derivaron de la abolición de la esclavitud y del cambio en el sistema económico que con ello se creó. Todos conocemos por nuestros estudios la terrible pobreza que asolaba la Rusia zarista, pero hasta no leer a un testigo de la historia como fue Tolstói, no te haces una idea completa de la realidad. De cómo esa anhelada libertad del esclavo le convirtió en un individuo mucho más pobre, al servicio de un sistema económico corrupto que hacía al miserable más miserable y al rico más rico. Un régimen donde la tierra era moneda de cambio injusta para quienes no la poseían, y que siempre revertía positivamente en el rico:

<Toda la riqueza es pecadora y repugnante. Pero no hay riqueza más pecadora y más repugnante que la que tiene su origen en la propiedad de la tierra. Lo que se llama derecho de propiedad de la tierra ha privado a la mitad de la población del planeta de su herencia legal y natural.>

Visto con los ojos de nuestros días muchos nos podemos sentir aludidos o molestos con sentencias tan absolutas como ésta. Es lógico, después de haber luchado en la vida por conseguir una posición estable que nos permita comprar y explotar una posesión, no parece justo que se nos acuse de hacer mal a alguien; el mundo no es el que era en tiempos de Tolstói. Pero si salimos de la comodidad de nuestro entorno y pensamos a lo grande, podemos aplicar esta premisa a las injusticias de nuestro tiempo: las diferencias entre el primer y tercer mundo:

<Todas las personas, desde el principio y antes de cualquier acto jurídico, se encuentran en posesión de la tierra, es decir, tienen derecho a estar ahí donde la naturaleza o la casualidad los ha situado.>Kant

<Puesto que he nacido de la tierra, la tierra me ha sido dada para tomar de ella lo que necesito para cultivar y sembrar, y tengo derecho a reclamar mi parte. Mostradme, ¿dónde está?>Emerson

Por otro lado, Tolstói lleva a lo personal el tema de las riquezas. Como dije anteriormente, no ve salvación para los ricos, y va más allá, les asegura una vida terrenal de preocupaciones:

<El rico vive infeliz porque, por un lado, no puede estar tranquilo, y teme siempre por su riqueza y, por otro lado, mientras más riquezas acumula, más son sus preocupaciones y sus inquietudes. Y, sobre todo, es infeliz porque sólo puede relacionarse con ricos como él, que son pocos. Con el resto, con los pobres, no puede relacionarse. Si se relacionara con ellos, quedaría demasiado en evidencia su pecado. Y no podría no sentir vergüenza.>

En esta última máxima encuentro una cierta ingenuidad por parte de Tolstói. En mi opinión, la vergüenza sólo la sienten quienes tienen conciencia, y esa facultad no es común a todas las personas. Con respecto a la primera parte, no puedo estar más de acuerdo, quien mucho tiene mucho debe preocuparse por mantenerlo, sólo hay que mirar el mundo de la bolsa y la empresa, conocer lo efímero del triunfo, para aceptar este precepto como cierto. En cuanto a las relaciones, es de sentido común que todos buscamos el entorno en el que encajamos. Sería idílico que todos los humanos nos relacionáramos entre nosotros como amigos, pero además de nuestras posesiones nos separan nuestras cualidades; talantes que nos llevan a relacionarnos con personas compatibles, alejándonos de otros sectores de población. Supongo que esto el maestro lo vería totalmente incorrecto pero, en mi opinión, habiendo respeto por la globalidad no es malo buscar tu lugar en el mundo.

Hago un apunte más sobre afrentas a la Iglesia, y apunto en mi listado. Tolstói era valiente, no hay duda:

<Nada prueba tan claramente la falsedad de la religión profesada entre nosotros, como el hecho de que personas que se consideran cristianas no sólo puedan poseer riquezas en medio de gente necesitada, sino que además se sientan orgullosas de sus riquezas.>

Algo que me ha gustado muchísimo, y que puede aplicarse a cualquier ser humano, es la crítica a las excusas que buscamos para nuestras malas conducta. ¿Quién no se ha topado con un ser avaro y egoísta, que pudiendo hacer el bien a sus seres queridos, los trata como extraños y enemigos?:

< (…) Esto ocurre porque cuando la gente obra mal suele inventar razonamientos según los cuales las malas acciones no son malas acciones, sino la consecuencia de leyes inmutables y que se encuentran fuera del control del hombre. (…)>

Un capítulo interesantísimo el de la avaricia.  Que trata especialmente de la injusticia, del mal reparto de las riquezas en el mundo; un mal presente aún en nuestros días. Pero deja sin abordar, como es natural, lo mucho que ha cambiado la estructura social en el mundo. El crecimiento de una clase media que vive con mucho más de lo que necesita, demandando más y más, siendo cómplice y víctima a la vez del sistema imperante.

Han cambiado las formas de gobierno, los políticos ya no pertenecen tan sólo a las clases afortunadas, pero quienes tienen el poder para combatir las injusticias no parecen tener voluntad férrea para hacerlo. Hoy por hoy sigue habiendo ricos y pobres, no creo que eso cambie jamás. Pero si cada uno de nosotros apeláramos a nuestra conciencia y obráramos en consecuencia, es muy posible que algo mejorara. Así lo creía Lev Tolstói, y es éste otro de los motivos por lo que yo lo admiro:

< ¡Con cuántos esfuerzos y cuántos pecados se consigue y se preserva la riqueza! Y, sin embargo, sólo hay una alegría que podemos obtener de la riqueza conseguida. Esta alegría consiste en, tras entender todo lo malo de la riqueza, renunciar a ella.>

Undine von Reinecke ♪



Comentarios

  1. Perseguir la santidad a través de la pobreza me parece un camelo. Me parece un camelo cualquier clase de santidad. Por cierto, en la Rusia zarista se daba mucho lo de los santurrones de oficio, creo, no sé si los popes andarían detrás, porque hay que ver también cómo eran los clérigos ortodoxos, aliados del poder, al que bendecían, pero se ve que ese comportamiento avaricioso ha sido propio de todas las castas sacerdotales, digamos.

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    1. Yo tampoco creo en ello. Ni en la necesidad de ser pobre para ser buena persona. Además, la ausencia de dinero no equivale a bondad. Seguro que las estadísticas lo confirmarían.
      En cuanto alos hombres santos rusod...Rasputín fue el consejero de la última zarina, y ya se sabe lo que su figura representó para la historia de su país.
      Hay muchas ideas en el libro que son cuestionables, no hay duda.
      Un abrazo!!

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  2. Holaa!! pues sin duda un tema muy interesante y debatible y una reseña muy bien elaborada. Gracias por compartirla.

    Blessings!!

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  3. Hola Undine!! Menuda reseña, o más bien reseñas, más exhaustivas y completísimas que estás haciendo de esta obra. ¡Maravillosa reseña! Besos!!

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    1. ¡Muchas gracias, Ana!
      Para mí está siendo una gran experiencia, me alegra compartirlo con las personas interesadas en el tema. :)
      Feliz sábado!!

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  4. Genial reseña, muy completa y que te hace reflexionar.
    Besos

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    1. ¡Muchas gracias Espe!
      Tienes mucha razón, el libro de El camino de la vida es justamente para eso: Reflexionar.
      Un abrazo, y feliz tarde!!

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  5. Buenas tardes, Undine:
    Este va muy ligado al anterior. Por cierto, me gustan mucho las vivencias que nos cuentas antes de empezar con el tema.
    Mi abuelo decía siempre eso de "nadie se hace rico trabajando".
    Es cierto que solemos tener más de lo que necesitamos y además ahora peor que nos hacen creer que comprando somos más felices. A veces sí, cuando se trata de cosas especiales o que has tenido que hacer un esfuerzo especial por conseguirlas pero tener por tener y acumular sin ton ni son no tiene sentido.
    Ahora bien, ser pobre no tiene ninguna gracia, cuando apenas llega para comer ni para pagar una vivienda algo digna.
    Besos

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  6. Yo estoy de acuerdo, Norah, la pobreza no es sinónimo de santidad. Tampoco creo que nadie debería padecerla.
    Estoy encontrando ideas muy radicales, pero sin duda, la razón encuentra el punto de "el camino" donde encontrar el equilibrio que acerca a la verdad.
    Un beso, y muchísimas gracias por tus palabras, Norah!!

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  7. Este fue un tema muy abordado por Tolstói, el librito de ¿Cuánta tierra necesita un hombre? creo que también va por ahí, no lo he leído. A veces leyendo a Tolstói uno puede caer en el simplismo de los ricos son malos, los pobres son santos. Y no es lo mismo la pobreza buscada y elegida, o más bien la austeridad, que la pobreza impuesta.
    Un beso!

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    1. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Durante mi lectura de El camino de la vida me sentí así con respecto a Tolstói. Para él las cosas eran de una determinada manera, porque las buscó voluntariamente, pero si hacemos una encuesta entre las personas desfavorecidas, es muy posible que las estadísticas fueran variadas en el resultado.
      Como te decía en otro comentario anterior, las cosas no son ni blancas ni negras, en mi opinión.
      Un abrazo!!

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