DIARIO DE UNA LECTORA DE TOLSTÓI: EL CAMINO DE LA VIDA CON TOLSTÓI Y SELMA ANCIRA

Fuente: Undine von Reinecke

Sinopsis de la editorial
El camino de la vida sólo vio la luz en ruso en 1911, unos meses después de que Lev Tolstói falleciera en la estación ferroviaria de Astápovo. El libro, que había permanecido inédito en español, como un tesoro escondido, es la culminación de la obra moral del escritor y la expresión más completa de su pensamiento religioso: un destilado de máximas legadas por los sabios de todos los tiempos y de todas las tradiciones del mundo que le inspiraron sus propias reglas para el perfeccionamiento interior. Cada uno de los treinta y un capítulos que integran este volumen—uno por cada día del mes—conforman un singularísimo breviario espiritual destinado a «llevar una vida de bien» y contribuir así a la realización de una aspiración tan antigua como irrenunciable: la convivencia pacífica entre los individuos y los pueblos.

25 de enero de 2020

<Yo sola no puedo cambiar el mundo, pero puedo lanzar una piedra a través del agua para crear muchas ondulaciones.> Madre Teresa de Calcuta

Siempre he sentido una gran admiración por todas esas personas que a lo largo de la historia han renunciado a su propia vida y, en un momento dado, decidieron ocupar su tiempo y energías al servicio de quienes lo necesitaban más. Un ejemplo claro es la Madre Teresa de Calcuta, su abnegación sin duda alguna la elevó como ser humano por encima del resto de la sociedad. Pero, ¿es necesario que todos nos entreguemos del mismo modo? No es una pregunta tan sencilla de responder, ¿verdad?


Capítulo XXV: La Abnegación


<La felicidad del hombre está en la comunión con Dios y el prójimo por medio del amor. Los pecados son un impedimento para esta felicidad. La causa de los pecados radica en que el hombre cree que su felicidad está en satisfacer las pasiones de su cuerpo y no en el amor a Dios y al prójimo. Y por eso la felicidad del hombre consiste en liberarse de los pecados. Para liberarse de los pecados hay que hacer un esfuerzo para renunciar a la vida corporal.>

Ya hemos comentado que Tolstói en un momento de su vida decidió dar un cambio interior. Renunció a muchos privilegios fruto de su posición como noble y terrateniente, ofreciendo sus tierras, energía y sabiduría al servicio de los más humildes; a sus campesinos de Yásnaia Poliana. Pero no solamente se quedó en sus intenciones de inicio, según cumplía años su filosofía fue tomando forma hasta llegar a renunciar interiormente a todo lo que le ataba a lo terrenal. Algo que le causó muchos problemas con su familia. Pues bien, en el capítulo de hoy nos explica justamente ese sentimiento o cualidad; nos habla de la abnegación, de la renuncia total al “yo” a favor del prójimo y de Dios.

Comienza explicando lo mucho que esclavizan los pecados capitales al hombre, y recomendando su liberación poniendo todas nuestras energías en  vivir para el alma. Algo que, por otra parte, ya nos había contado en capítulos anteriores. Y nos dice que, como es posible liberarse de las ataduras materiales, eso demuestra que el alma es lo verdaderamente importante.

<Todos los pecados carnales-la lujuria, la ociosidad, el lujo, la codicia, la malevolencia, todos-se deben, única y exclusivamente, a que reconocemos el cuerpo como nuestro yo, a que subordinamos el alma al cuerpo. La liberación de los pecados está en reconocer al alma como nuestro yo, en someter el cuerpo al alma.>

<Que el hombre pueda renunciar a su vida corporal prueba claramente que en el hombre hay algo en aras de lo cual renuncia.>

<Cuando más te abandones a lo corporal, más perderás en lo espiritual.Cuanto más renuncies al cuerpo, más ganarás en espíritu. Piensa cuál de los dos te es más necesario.>

Nos asegura que la abnegación no es renunciar a tu persona, sino cambiar el concepto de lo que verdaderamente es importante para una persona: el alma. Y basa es idea en que lo material desaparece con la muerte, en cambio lo espiritual no, ya que nos espera la otra vida. Centra sus ideas en la doctrina de Cristo.

<La abnegación no es la renuncia de uno mismo, sino sólo el traslado del propio “yo” del ser animal al  espiritual. Renunciar a uno mismo no significa renunciar a la vida. Al contrario, renunciar a la vida carnal es aumentar la verdadera vida espiritual.>

< (…) La vida orientada a un fin material no puede tener ningún sentido. La muerte destruye toda esa vida.Para que la vida tenga algún sentido, hay que vivir de tal manera que la muerte no pueda destruir la obra de la vida. Ésa es la vida que Cristo revela a los hombres. Él muestra a los hombres que junto con la vida del cuerpo, que no es sino el espectro de la vida, hay otra vida, una vida verdadera, que da la verdadera felicidad al hombre y que todo hombre conoce en el fondo de su corazón. La doctrina de Cristo es la doctrina de lo ilusorio de la vida personal, de la necesidad de renunciar a ella y trasladar el sentido y la finalidad de la vida a la vida divina, la vida de la humanidad entera, la vida del Hijo del Hombre.>

< (…) La enseñanza de Cristo a propósito de que la vida no se puede asegurar y que siempre, en todo momento, hay que estar preparado para morir, ofrece un mayor bienestar que la enseñanza del mundo a propósito de que es necesario asegurar la propia vida. Y ofrece un mayor bienestar, aunque sólo sea porque lo ineludible de la muerte y la falta de seguridad de la vida siguen siendo las mismas tanto con la enseñanza de Cristo como con la enseñanza del mundo, pero la vida, según la doctrina de Cristo, ya no es absorbida sin remanente por la ocupación vana de la seguridad ficticia de nuestra vida, y se vuelve libre y puede ser consagrada al objetivo que le es natural: el perfeccionamiento del alma y el aumento del amor por los seres humanos.>

Nos asegura que renunciando a nuestro “yo” terrenal nos acercamos más a Dios. Y que esa renuncia debe ser siempre voluntaria y generosa; nunca buscando recompensa. De esta manera resucitaremos en Dios.

<Cuanto más renuncia el hombre a su “yo” corporal, más se revela Dios en él. El cuerpo oculta a Dios en el hombre.>

<La renuncia a la vida corporal es valiosa, necesaria y dichosa sólo cuando es religiosa, es decir, cuando el hombre renuncia a sí mismo, a su cuerpo, con el fin de cumplir la voluntad de Dios que vive en él. Pero cuando el hombre renuncia a su vida corporal, no para cumplir la voluntad de Dios, sino para cumplir su propia voluntad o la voluntad de personas como él, esa abnegación no es valiosa, necesaria, ni dichosa; únicamente es dañina para él y para los demás.>

<Si intentas dar gusto a las personas para que te estén agradecidas, tus esfuerzos serán vanos. Pero si haces el bien a las personas sin pensar en ellas, sino por y para Dios, te harás el bien a ti mismo y las personas te estarán agradecidas.A quien se olvida de sí mismo, Dios lo recuerda, y a quien piensa en sí mismo, Dios lo olvida.>

<Sólo cuando nuestro cuerpo muere resucitamos en Dios.>

El amor es algo presente en toda la filosofía de Tolstói, por eso en este capítulo tiene un lugar importante también. Nos dice con respecto a él, que amar a todas las personas es imposible, pero que sí es posible evitar los impedimentos que ponen barreras al amor. Deshacernos de todos los sentimientos negativos, que nos hacen actuar como las "bestias" no dejando penetrar el amor en nosotros. También nos anima a anteponer las necesidades ajenas a las nuestras como hábito de vida.

<No podemos obligarnos a amar a los otros. Pero sí podemos descartar lo que impide el amor. Y lo que impide el amor es el amor al propio yo animal.>

<Debemos crearnos el hábito, cada vez que entramos en relación con una persona, de decirnos a nosotros mismos: pensaré sólo en ella y no en mí.>

También es una constante en las ideas de Tolstói la mala opinión que tiene a cerca de los ricos, y nos dice, que por mucho que ellos compartan, jamás llegarán a sentir la felicidad de la abnegación, pues para ellos compartir no significará jamás tanto como para un pobre (su opinión con respecto a la comparativa entre ricos y pobres, en detrimento de los primeros, no llegó a matizarla nunca parece ser).


Por otro lado, nos recomienda por nuestra propia felicidad dar todo cuanto tengamos, darnos a nosotros mismos.

<Cuanto más confortable y rica exteriormente sea la vida de un hombre, más difícil y más lejos de él estará la alegría de la abnegación. Los ricos se ven privados de ella casi por completo. El pobre, con cada interrupción en su trabajo para prestar ayuda al prójimo, con cada trozo de pan ofrecido al mendigo, experimenta la alegría de la abnegación.El rico, por lo contrario, no experimenta la alegría de la abnegación se de los tres millones que tiene, le da dos al prójimo.>

<Lo que has dado es tuyo, lo que has retenido es de los otros. Si te has privado de algo para dárselo a los otros, te has hecho un bien a ti mismo, y ese bien será siempre tuyo y nadie podrá quitártelo.Si has retenido algo que otro quería tener, sólo lo has retenido temporalmente o hasta el momento en que te veas obligado a darlo. Y te verás obligado a darlo, sin duda, cuando te llegue la muerte.>

<Si el hombre piensa sólo en sí mismo y busca en todo su beneficio, no puede ser feliz. Si quieres vivir para tu verdadera felicidad, vivir para ti, vive para los otros.> Séneca

Nos asegura que para conseguir ser felices debemos hacer una reconversión espiritual, dejar la "bestia interior" y trabajar el alma. Y vuelve a decir, como en capítulos anteriores, que el trabajo espiritual en soledad es muy recomendable, de este modo te encuentras con la "abnegación divina"; con Dios.

<Renunciar a la felicidad animal en aras de la espiritual es la consecuencia de un cambio de la conciencia, es decir, el hombre que antes se reconocía a sí mismo solamente como un animal, comienza a reconocerse como un ser espiritual. Si este cambio de la conciencia tiene lugar, lo que antes se consideraba una privación, un sufrimiento, ahora ya no se ve como sufrimiento o privación, sino como la prioridad natural de lo mejor frente a lo peor.>

<No hay nada más importante que el trabajo interior en soledad, con la compañía única de Dios. Este trabajo consiste en frenar en uno mismo el deseo que su personalidad animal tiene de felicidad, recordarse a uno mismo la falta de sentido de la vida corporal. Únicamente cuando estás solo contigo mismo, con Dios, es posible hacer esto. Cuando estás con la gente, actúas bien exclusivamente cuando has preparado la capacidad de abnegación en soledad, con la compañía única de Dios.>

<Renunciar del todo a uno mismo es convertirse en Dios; vivir únicamente para uno mismo es transformarse en una bestia absoluta. La vida humana consiste en el alejamiento cada vez mayor de la vida animal y el acercamiento gradual a la vida divina.>

Para finalizar, Tolstói asegura que la abnegación no es renunciar a la vida, sino encontrar la verdadera vida. Esa que antepone el amor a todo lo demás. Ahí está la auténtica felicidad.

<A muchos les parece que si excluyen de la vida la personalidad y el amor por ella, no quedará nada. Les parece que sin la personalidad no hay vida. Pero esto únicamente les parece a aquellas personas que no han experimentado la alegría de la abnegación. Prescinde de tu personalidad, renuncia a ella, y te quedará aquello que es la esencia de la vida: el amor, que procura un bienestar incontestable.>

Comenzaba esta entrada con un ejemplo de persona admirable, la Madre Teresa de Calcuta. No creo que nadie pueda decir nada malo sobre ella, comparta o no su fe. Y preguntaba si sería necesario que todos siguiéramos su ejemplo. Tras haber leído este capítulo dedicado a la abnegación podemos ver como Tolstói llego a una conclusión positiva en su tiempo; concluyó que dar la vida por el prójimo es necesario para el individuo. Yo no puedo declararme en contra de este propósito tan encomiable, pero sí veo que llevarlo al extremo no es imprescindible. Una vez más me declaro a favor del equilibrio. En mi opinión, renunciar absolutamente a todo incluso podría dañar a nuestros seres más queridos. Porque ¿sería justo que un padre o una madre decidieran abandonar su proyecto de vida, dejarlo todo y embarcarse en una cruzada social sin pensar en cómo eso afectaría al resto de la familia? Quizá sí, quizá no, todo depende del caso en particular. Generalizar en la vida nunca lleva a la verdad absoluta. No obstante, como me ha ocurrido en muchos de los temas que Tolstói ha tratado hasta ahora en El camino de la vida, no puedo dejar de empatizar con el motor que le mueve: el amor generoso.

<En la vida de cada uno de los hombres y en la vida de todos los hombres en su conjunto hay una única ley: para mejorar la vida, es necesario estar dispuestos a dar la vida.>


Hasta la próxima entrada, amigos.



Undine von Reinecke ♪



👉el audio es de 1921

Comentarios

  1. Vamos a ver, yo creo que hay que saber entregarse y darse a los demás en su justa medida pero de ahí a la abnegación no; no considero que por darlo todo a los demás y olvidarme de mí misma, todos seamos más felices. Hay un límite para todo, por qué cuando te olvidas de ti, terminas llena de frustración, incluso de rencor hacia los demás, hay que saber cuándo has de ser dadivosa y cuando egoísta.
    De hecho no soporto a los abnegados que lo proclaman, que lo llevan como bandera o que lo arrastran como una cruz ante los ojos de los demás, eso no lo soporto, otra cosa son las personas por encima de lo normal que viven entregados a otros porque si les hace realmente felices: Gandhi, Teresa de Calcuta, Santa Teresa de Jesús, me quito el sombrero ante ellos porque para mí eso es más que abnegación, eso es amor incondicional al prójimo.

    Qué tema tan delicado y complicado a la vez, yo es que soy egoísta para algunas cosas, lo reconozco.

    Besitos bella Undine 💋💋💋

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    1. Buenas tardes otra vez, querida Yolanda:
      Yo tampoco creo en la abnegación absoluta, es más, tampoco considero egoismo pensar en uno mismo. Eso sí, controlando el ego.
      También me causan rechazo quienes presumen de abnegación, y he conocido algunos casos. La admiración me la despiertan las mismas personas de las que tú hablas, esas que eligen un tipo de vida al servivio de los demás, sin causar víctimas a su paso.
      Ciertamente es un tema delicado, y no creo que seas egoista. Eres humana y has elegido un tipo de vida, un derecho que todos debemos ejercer.
      Otro beso grande, preciosa!!

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  2. Dejando de lado lo que mucha gente piensa de Jorge Bucay, hay algo que escribió y que se me quedó grabado y es que a veces es bueno ser egoísta... Sólo si yo me siento capacitado y bien podré ayudar a los demás... Resumiendo mucho, eh???
    Pero vamos... Eso de la abnegacion total, no se yo... Sobre todo en los tiempos que corren...

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    1. Buenas tardes otra vez, Ana:
      Estoy totalmente de acuerdo con lo que apuntas, la abnegación total me parece incluso frustrante en muchos casos. No he leído a Bucay, pero me has despertado el interés, y sin duda alguna me lo apunto. ¡Muchas gracias por esta interesanta aportación!
      Un beso grande!!

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  3. Buenas noches, Undine:
    Sigo estando más cerca de ti que de Tolstói. No, no es necesario renunciar a absolutamente todo y dejar cosas importantes tiradas por el camino. Creo más en un equilibrio entre ambas cosas, entre lo terrenal y lo divino, por supuesto que el alma, o lo espiritual tiene que ser guía pero no tiene por qué aniquilarlo. Por ejemplo, somos felices cuando compramos algo, puede parecer superficial pero si lo piensas bien, quien fabricó y quien vendió ese algo vive de eso, y a lo mejor lo hizo también con ilusión. Me gusta mucho ese anuncio que dice algo así como que todo lo que existe ahora fue antes el sueño de alguien. Pues eso, que no se trata de perder el norte con lo terrenal pero tampoco denostarlo completamente.
    Pero sí que estoy de acuerdo en lo que dice del amor, es que cuando habla de amor...
    Hasta luego.

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  4. Otro día más con un tema complicado que nos hace reflexionar. La abnegación. Como madre te dire que no soy nada abnegada. Por ejemplo, el día que me he tenido que dedicar a todo lo que supone a veces el día a dia y me voy a la cama y no he leído ni una frase siento que he perdido el día. Yo también me decanto por el equilibrio. Los abnegados que lo pregonan en realidad no lo son, sólo alimentan su ego, ¿no crees? Pero sí, también existen los otros, los que viven absolutamente para los demás y lo hacen en silencio.

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    1. buenas noches:
      Estoy totalmente de acuerdo contigo. Creo que yo, también soy madre, lo que hago por mi familia lo hago por cariño y sentido de la obligación, para nada soy abnegada :) No creo en los mártires y sí en las personas que cuidantanto de los suyos como de sí mismos.
      Pero, como bien dices, existen seres especiales que renuncian a todo con verdadera generosidad, pero no son tantos.

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