DIARIO DE UNA LECTORA DE TOLSTÓI: EL CAMINO DE LA VIDA CON TOLSTÓI Y SELMA ANCIRA
Fuente: Undine von Reinecke |
Sinopsis de la editorial
El camino de la vida sólo vio la luz en ruso en 1911, unos meses después de que Lev Tolstói falleciera en la estación ferroviaria de Astápovo. El libro, que había permanecido inédito en español, como un tesoro escondido, es la culminación de la obra moral del escritor y la expresión más completa de su pensamiento religioso: un destilado de máximas legadas por los sabios de todos los tiempos y de todas las tradiciones del mundo que le inspiraron sus propias reglas para el perfeccionamiento interior. Cada uno de los treinta y un capítulos que integran este volumen—uno por cada día del mes—conforman un singularísimo breviario espiritual destinado a «llevar una vida de bien» y contribuir así a la realización de una aspiración tan antigua como irrenunciable: la convivencia pacífica entre los individuos y los pueblos.
13 de enero de 2020
Hace algunos años era aficionada a una serie televisiva
norteamericana. Dicha producción, tenía
como protagonistas a un grupo de estudiantes de medicina que entraban a
trabajar en un hospital. Uno de los personajes más importantes del serial era
un neurocirujano exitoso al cual se le presentaban diariamente casos de cirugía
cerebral de extrema dificultad. Cuando
veía las diferentes situaciones a las que se enfrentaba dicho doctor me asaltaba
una gran pregunta: ¿qué clase de persona debe ser aquella que se siente capacitada
para tanta responsabilidad? Porque yo tenía y, sigo teniendo muy claro, que no poseo las facultades necesarias para ejercer esta profesión; por otro lado, tampoco
quiero tanta responsabilidad. Admiro y agradezco el trabajo de estos y otros
profesionales de categoría, que asumen el riesgo que entraña tener vidas humanas
entre sus manos. Por eso yo me vuelvo a preguntar: ¿deberían estos expertos tener la
misma consideración e igualdad de condiciones económicas que otros que, eligiendo el mismo trabajo y estudiando en la misma universidad de
prestigio, hubieran sacado su carrera raspando y cometiendo errores en
sus operaciones? Y otra pregunta más, ¿a cuál de los dos eligiríamos para que nos operara?
Capítulo XIII: La Desigualdad
<El fundamento de la vida del hombre es el espíritu divino que habita en él. El espíritu divino es el mismo en todos los seres humanos. Y por eso los seres humanos no pueden no ser iguales entre ellos.>
El capítulo de hoy es de esos especialmente complejos, pues en
la actualidad sigue siendo uno de los temas sociales que más conversaciones y
discrepancias levantan. La pregunta es: ¿somos todos iguales? Para cualquier
persona racional es incuestionable que, hablando de derechos humanos y primeras
necesidades, la respuesta es sí. Pero quizá
el problema viene cuando la cuestión que se formula es otra: ¿tenemos todos derecho
a todo? Según Tolstói, que siempre lleva sus
teorías al terreno espiritual, la respuesta es sí siempre. Es evidente que su
punto de partida, en mi opinión, es correcto:
<Antiguamente la gente creía que los hombres nacían de distintas castas, aristócratas y plebeyos, descendientes de Jafet o de Cam, y que algunos debían ser patrones y otros esclavos. La gente reconocía la división entre patronos y esclavos porque creían que había sido establecida por Dios. Esta superstición burda y perniciosa, aunque de otra manera, se acepta aun hoy en día.>
Nada que objetar al maestro, ésta era la realidad de su tiempo. El problema
viene cuando plantea esta otra situación:
<Todos somos hermanos, y sin embargo cada mañana uno de mis hermanos o hermanas vacía mi bacinica; todos somos hermanos, pero yo necesito por la mañana un cigarro, azúcar, un espejo, etcétera, objetos en los que han trabajado y han dejado y dejan la salud personas que son como yo, mis hermanos y hermanas. Todos somos hermanos pero yo vivo de trabajar en un banco o en un comercio haciendo que los objetos que necesitan mis hermanos sean más caros. Todos somos hermanos, pero yo vivo del sueldo que recibo por acusar, juzgar y ejecutar al ladrón o a la prostituta, cuya existencia está condicionada por mi forma de vida y a quienes yo sé que no hay que ejecutar sino corregir. Todos somos hermanos, pero yo recibo un sueldo por predicar a la gente una falsa fe cristiana, privándola de la posibilidad de conocerla verdadera. Todos somos hermanos, pero yo doy a los pobres mis trabajos pedagógicos, médicos, literarios sólo a cambio de dinero. Todos somos hermanos, pero yo recibo un sueldo por prepararme para matar, aprendo a asesinar o fabrico armas y pólvora, o edifico fortalezas.>
¿Verdad que ahora, y llevándolo a nuestros días, todos
tenemos nuestra propia opinión? Como decía antes, este capítulo es francamente
revolucionario y difícil de tratar. Por ello, no me voy a complicar con él. En
palabras del maestro:"huyo igual que las bestias ante el peligro". Tan sólo
mencionaré que aquí percibimos ya sus ideas políticas mezclándose con las
religiosas; algo con lo que se ganó el apelativo de anarquista cristiano.
Durante todo este episodio de El camino de la vida tiene
empeño en demostrar que todos somos iguales y que tenemos los mismos derechos,
porque estamos insuflados por el alma de Dios, seamos como seamos; repite lo
mismo que el capítulo dedicado a la soberbia, apelando a la igualdad entre los
pueblos, siendo el amor verdadero el motor que iguala a los hombres:
< Se dice: siempre habrá unas personas más fuertes, otras más débiles, unas más inteligentes, otras más tontas. Precisamente por eso, porque unas personas son más fuertes y más inteligentes que otras, dice Lichtenberg que es necesario que todos los hombres tengan los mismos derechos. Si además de la desigualdad en la inteligencia y la fuerza, hubiera desigualdad de derechos, la opresión de los débiles por parte de los fuertes sería todavía mayor.>
Estoy convencida que todos los seres humanos tienen derecho a
una vida digna, y a conseguir los medios o a las ayudas oportunas para mejorarla todo lo posible. Pero también creo en una cualidad:
sentido de la responsabilidad. Este concepto no se menciona en ninguna parte y,
en mi opinión debería exigirse a todos los individuos: un estudiante, un trabajador social, un obrero o el neurocirujano del que hablaba al comienzo de la entrada. También creo en el reconocimiento para aquellos que asumen en su persona mayor carga hacia la sociedad, ejerzan la profesión que ejerzan. Eso alimenta el progreso, aunque
siempre habrá quienes se aprovechen de ello, tanto pobres como ricos, neurocirujanos u obreros. Los “listos”
no entienden de clases sociales.
Me ha sorprendido encontrar esta cita de John Ruskin, y la anoto. Sus palabras me
dan pie para abordar la recta final de esta entrada en mi diario:
< ¿No deberíamos esforzarnos para organizar nuestra vida de modo que la ascensión por los peldaños sociales no seduzcan a los hombres, sino que los asuste? Porque dicha ascensión los priva de uno de los principales dones de la vida: las relaciones de igualdad entre todos los hombres.>
Si de verdad él creía en estas palabras que escribió, ¿no
hubiera dejado su labor como mecenas, pues ésta favorecía al que creía mejor
artista dejando sin mecenazgo al que no cumplía sus cánones de excelencia?
Finalizo ya aquí mis anotaciones por el día de hoy. Me quedo
con la cita que elige Tolstói para cerrar el capítulo:
<En ti, en mí, en cada uno de nosotros, vive el Dios de la vida. En vano te enfadas conmigo, no soportas que me acerque: sabe que todos somos iguales.>MAHMUD HASCHA HINDÚ
Undine von Reinecke ♪
Mi abuelo decía: Dios me libre de sobresalir en algo y despertar envidias. Yo siempre he tenido muy claro lo que se me da bien y lo que no, y ya, a meses de cumplir los 50, no me preocupa en absoluto lo que se me da mal, me siento bien con lo que sí sé hacer. El Universo nos equilibra.
ResponderEliminarSomos iguales en lo primordial, somos diferentes en lo secundario.
Tema complicadillo este,pero como reflexión es brutal.
Besitos bombón 💋💋💋
Tu abuelo era un hombre muy sabio!!
EliminarYo no tengo complejo alguno, aunque existan muchas personas que me superen en diferentes aspectos. Siempre me he alegrado de las cosas buenas que le suceden a la gente, y siempre he procurado situarme al lado de los "grandes", para aprender de ellos. No veo que mal reside en ello. Tratándose de derechos humanos, entonces el asunto de la igualdad entre las personas es indiscutible.
Un abrazo, guapísima!!
Hola.
ResponderEliminarTodos somos iguales y con los mismos derechos, ya que nadie es más que nadie, sin embargo, siempre habrá personas que sobresalgan por encima de otras.
Un saludo.
Buenas tardes:
EliminarNo debemos acomplejanos por ello, yo al menos me alegro de que existan personas de excelencia intelectual, deportiva, médica, etc. Todas estas cosas son buenas para la sociedad, creo yo.
Un abrazo, y bienvenida un día más!!
Me encantan las citas y tienes razón en que todos somos iguales y merecemos lo mismo.
ResponderEliminarBesos
¡Gracias por leerme, Espe!
EliminarUn abrazo!!
Buenas tardes, Undine:
ResponderEliminarQué fácil es la respuesta a primera vista y qué complejo se vuelve cuando escarbas un poquito.
Claro que todos somos iguales y valemos lo mismo. Pero tiene luego tantos matices... La verdad es que es complicado explicarlo. Lo que más me ha hecho pensar es eso de cómo nos necesitamos todos y qué fácil es a veces mirar por encima del hombro. Deberíamos tener mucho cuidado con eso.
Por otro lado decirte que no te preocupes, los estudiantes de medicina son todos brillantes, los errores médicos fatales son como los accidentes de avión, un cúmulo de desgraciadas circunstancias y no el simple error de una sola persona. Los cirujanos no operan solos, ni siquiera ese de la serie, así que mínimo dos o más tienen que cometer el mismo error.
La medicina no es intuición, es ciencia.
Buenas noches.
Buenas tardes de nuevo:
EliminarPor supuesto que todos somos iguales!! El problema es cuando nuestras actitudes no son equitativas. Me explico, que algunos sujetos prefieren aprovecharse de la buena gente, y otros cargan con más responsabilidades. Y no es cuestión de títulos, solo de cada individuo y su proceder personal
Lo de los médicos, era sólo un ejemplo grandilocuente. Si mi hermana me leyera seguro que diría lo mismo que tú, ella es enfermera y siempre comenta las responsabilidades de su entorno. Un mundo muy duro, por otra parte.
Un beso, preciosa, y hasta la próxima etapa!!
Un tema complejo un día más. Todos somos iguales, sí, pero ¿se nos trata de manera igual a todos? Esta claro que no, en un mundo donde todo depende del lugar en el que nazcas, por poner un ejemplo rápido sobre esto. No es lo mismo nacer en un lado del Mediterráneo que en otro. Tolstói nos hace meditar mucho. Un abrazo
ResponderEliminarNo, no se nos trata igual a todos, sin duda. Nuestro nacimiento, y no sólo tenendo presente el país, marca nuestras oportunidades. Pero también debemos tener presente otras cuestiones. En mi opinión, hay personas que esperan que se les de todo hecho y otras con una capacidad de esfuerzo infinita; incluso en el seno de una misma familia eso es así. Yo creo que las cosas no son ni blancas ni negras, hay matices a la hora de valorar las cosas. Eso sí, no debemos perder nuestra humanidad a la hora de tratarnos entre nosotros.
EliminarUn abrazo!!