DIARIO DE UNA LECTORA DE TOLSTÓI: EL CAMINO DE LA VIDA CON TOLSTÓI Y SELMA ANCIRA

Fuente: Undine von Reinecke

Sinopsis de la editorial
El camino de la vida sólo vio la luz en ruso en 1911, unos meses después de que Lev Tolstói falleciera en la estación ferroviaria de Astápovo. El libro, que había permanecido inédito en español, como un tesoro escondido, es la culminación de la obra moral del escritor y la expresión más completa de su pensamiento religioso: un destilado de máximas legadas por los sabios de todos los tiempos y de todas las tradiciones del mundo que le inspiraron sus propias reglas para el perfeccionamiento interior. Cada uno de los treinta y un capítulos que integran este volumen—uno por cada día del mes—conforman un singularísimo breviario espiritual destinado a «llevar una vida de bien» y contribuir así a la realización de una aspiración tan antigua como irrenunciable: la convivencia pacífica entre los individuos y los pueblos.

28 de enero de 2020

Cuando era adolescente jugaba en un equipo de baloncesto formado por chicas de diferentes colegios. Comenzando la competición una temporada, una de mis compañeras enfermó gravemente y, aunque al principio nadie sabía por qué faltaba a tantos entrenamientos y partidos, todo el equipo imaginaba que algo malo ocurría. Pese a ello, cada vez que nuestra compañera conseguía un poco de energía para entrenar, el equipo entero la trataba como si nada ocurriera. Los resultados positivos de la competición de ese año nos llevaron a clasificarnos para el campeonato de España. Y un día, justo antes del pitido inicial de la semifinal, nos dieron la terrible noticia del fallecimiento de nuestra compañera enferma. Nunca olvidaré las caras de mis compañeras al escuchar la noticia, pero lo que siempre tendré presente, es el tesón y la entereza con la que, llamémosla Ana, afrontó esos pocos meses a sus diecisiete años. 


Capítulo XXVIII: Los Males



<Decimos que es un mal todo lo que empaña el bienestar de nuestra vida corporal. Y, sin embargo, toda nuestra vida no es sino la liberación gradual que el alma experimenta de aquello que constituye la felicidad del cuerpo. Y, por eso, para quien entiende la vida como es en realidad, los males no existen.>

El capítulo de hoy es un regalo que un hombre de edad decide donar a quien quiera aceptarlo, a nosotros. Es una reflexión de vida que Tolstói quiere compartir con ánimo de ayudar a quienes lo necesiten. El tema: afrontar las penas. Evidentemente, su visión cristiana sobrevuela constantemente por su mensaje, pero también el sentido común y la experiencia.

Comienza asegurando la importancia del alma sobre el cuerpo, idea que viene defendiendo desde el comienzo de El camino de la vida. Y como en capítulos anteriores, se refiere al hombre como el espíritu de Dios. Cuando el individuo consigue entender esta realidad, Tolstói asegura que, le es más fácil soportar las desgracias. De ello se deduce que el cristianismo ofrece amparo, el hombre sin fe carece de esta esperanza.

<El hombre es el espíritu de Dios en un cuerpo.Al principio de su vida el hombre no sabe esto y piensa que su vida está en su cuerpo. Pero conforme va viviendo, se va dando cuenta de que su verdadera vida está en el espíritu y no en el cuerpo. La vida entera del hombre consiste en ser más consciente de esto cada vez. Y esta consciencia se consigue con mayor facilidad y mejor a través de los sufrimientos del cuerpo. Así que son justamente los sufrimientos del cuerpo los que hacen que nuestra vida sea tal y como debe ser: una vida espiritual.>

Por otro lado, asevera que el crecimiento espiritual va parejo a la madurez del individuo, a su envejecimiento. Y que la experiencia que dan las consecuencias de nuestros malos hábitos, nos hacen ver la necesidad de llevar una vida mejor.

<El crecimiento físico no es sino la preparación de las reservas necesarias para el crecimiento espiritual, que comienza con el declive del cuerpo.>

<Los sufrimientos de una vida irracional despiertan la conciencia de lo indispensable que es una vida racional.>

Nos asegura que, como suele decirse coloquialmente, “la experiencia es un grado”. Y que los jóvenes no conocen aún el beneficio de la aflicción como medio para conseguir un carácter más firme. Que los males suelen traer enseñanzas beneficiosas para el alma; son lecciones de vida.

<Quien es joven y ha vivido poco no sabe lo que los viejos han aprendido con la experiencia: no sabe que todo lo que nos resulta desagradable, difícil, todo lo que llamamos aflicción, es un verdadero bien, que todo eso no es sino una prueba, una constatación de cuán firmemente estamos convencidos de lo que sabemos y profesamos. Y si no poseemos esa firmeza, estas vivencias nos son necesarias para hacernos más firmes en nuestras convicciones.>

<La mayor parte de las veces lo que consideramos un mal para nosotros es un bien que aún no hemos entendido.>

<Decimos que los sufrimientos son males, pero si no hubiera sufrimientos, el hombre no sabría donde termina y donde comienza aquello que no es él.>

También quiere hacernos ver que todos podemos aportar algo a la sociedad, que pese a todo los impedimentos físicos que las enfermedades nos traigan, somos válidos de muchas otras maneras. Y que los sufrimientos parejos a las dolencias traen consigo fuerza para el espíritu; grandeza interior.

<No existe ninguna enfermedad que pueda impedir al hombre el cumplimiento de su deber. Si no puedes servir a los hombres trabajando, sírvelos con el ejemplo de una amorosa paciencia.>

<Cuanto más sufra el hombre físicamente, mejor se sentirá espiritualmente. Y por eso el hombre no puede estar mal. Lo espiritual y lo corporal son como los dos extremos de una balanza: mientras más pesa el extremo de lo corporal, más alto se eleva el extremo de lo espiritual y mejor se encuentra el alma, y viceversa.>

Nos indica que, solamente quien no reconozca sus defectos y culpas, no podrá soportar la carga de sus males. Pero que si los identificamos, podremos afrontar cualquier dolor y terminar con él. Sólo si dejamos una vida de errores podremos cerrar el capítulo de las aflicciones y vivir tranquilos.

<Los sufrimientos son sobre todo difíciles de soportar para aquél que, habiéndose apartado de la vida del mundo, no ve los pecados con los que ha causado sufrimiento al mundo y por eso se considera inocente.>

<El mal no existe más que dentro de nosotros, es decir, en un lugar del que puede ser expulsado.>

<El hombre puede evitar las desgracias que Dios le envía, pero para las desgracias que él mismo se ocasiona por llevar una mala vida, no hay salvación.>

<Busca en los sufrimientos la importancia que tienen para tu crecimiento espiritual, y la amargura del sufrimiento desaparecerá.>

Por último, Tolstói nos invita a ser fuertes y firmes en nuestra lucha contra la depresión que nos es causada por nuestras desdichas. Si conseguimos vencer el dolor, y educamos nuestro carácter pensando más en la felicidad ajena que en la propia, entonces conseguiremos la armonía interior. Esta paz que ganamos al vencer nuestro dolor es la herramienta que nos acerca a Dios.

<Eso que nos aflige y creemos que nos impide cumplir con nuestro cometido en la vida es, precisamente, nuestro cometido. Te atormenta la pobreza, la enfermedad, la calumnia, la humillación…Basta con que te compadezcas a ti mismo para que te sientas el más desdichado entre los desdichados. Pero si tedas cuenta de que el cometido que has de cumplir en la vida consiste precisamente en vivir de la mejor manera posible en la pobreza, la enfermedad y la humillación, en vez de desánimo y abatimiento experimentarás brío y seguridad.>


<Cuando te sientas desgraciado, acuérdate de las desgracias de los otros y de que la situación podría ser aún peor. También recuerda de qué eras culpable antes y de qué eres culpable ahora; y lo principal, acuérdate de que eso que tú llamas desgracia te ha sido enviado como prueba para que aprendas a sobrellevar la desgracia con amor y docilidad, y para que gracias a esta desgracia te vuelvas mejor. Y en ese volverse mejor radica todo el cometido de la vida.>

<El hombre nunca está cerca de Dios como cuando está en desgracia. Aprovéchalo y no pierdas la oportunidad de acercarte a lo único que da una felicidad constante.>

El capítulo de hoy ha sido reconfortante y placentero de leer. He sentido a Tolstói como un abuelo sabio y cercano, que intenta ayudar a las nuevas generaciones, transmitirles su sabiduría; su experiencia de vida. Su intención es constructiva y amable, intentando hacer más fácil a sus discípulos el enfrentamiento al dolor. Una abnegación más razonable, que la que pedía en capítulos anteriores, ya que nos ofrece una erramienta para combatir: fortalecer el espíritu interior. En mi opinión, viable para personas con fe o sin ella.

Esta idea me lleva a elegir para cerrar la entra de hoy  una cita que no pertenece al maestro. Un axioma que nos hace reflexionar sobre la importancia de cuidar y hacer crecer nuestro buen talante ante la adversidad, y que a mí me hace preguntarme quién quiero ser:


<La manera en que el hombre acepta su destino es infinitamente más importante que su destino en sí.> Humboldt


Hasta la próxima entrada, Amigos.


Undine von Reinecke ♪



Comentarios

  1. Buenas madrugadas:
    Solo por esto ya vale la pena:
    "". Es verdad que a veces no entendemos la lección hasta que no pasa un tiempo y la vemos con perspectiva. Es como un dibujo, cuando estás encima y lo estás haciendo no lo ves. Sigo pensando que ciertas aflicciones nadie debería vivirlas a menos que haya sido culpable de algo atroz, pero eso no suele pasar. ¿Cuántas veces hemos pensado que alguien malvado tiene demasiada suerte?
    Pero sí, si hablamos de aflicciones más normales digamos, tiene razón, hay que aprender y seguir, porque al final todo pasa.
    Besos y que tengas buen día.

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    Respuestas
    1. ¡Qué madrugadora estás hoy!
      Últimamente me estoy reconciliando con Tolstói, Norah. En cuentro en él la serenidad del que ha comprendido que luchar no es el camino. Su manera de intentar dar paz a las personas me sugiere mucha empatía.
      Un abrazo, preciosa, y mil gracias por todos estos momentos que me dedicas!!

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  2. Un termino que se ha puesto de moda en nuestros días es la resiliencia, que significa justo lo que nos dice Tolstói en este capítulo. Sacar lo bueno de la adversidad, aceptar lo que viene y de ahí volverse a levantar. Decir sí a la vida a pesar de todo.

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