DIARIO DE UNA LECTORA DE TOLSTÓI: EL CAMINO DE LA VIDA CON TOLSTÓI Y SELMA ANCIRA
Fuente: Undine von Reinecke |
Sinopsis de la editorialEl camino de la vida sólo vio la luz en ruso en 1911, unos meses después de que Lev Tolstói falleciera en la estación ferroviaria de Astápovo. El libro, que había permanecido inédito en español, como un tesoro escondido, es la culminación de la obra moral del escritor y la expresión más completa de su pensamiento religioso: un destilado de máximas legadas por los sabios de todos los tiempos y de todas las tradiciones del mundo que le inspiraron sus propias reglas para el perfeccionamiento interior. Cada uno de los treinta y un capítulos que integran este volumen—uno por cada día del mes—conforman un singularísimo breviario espiritual destinado a «llevar una vida de bien» y contribuir así a la realización de una aspiración tan antigua como irrenunciable: la convivencia pacífica entre los individuos y los pueblos.
7 de enero de 2020
Amanezco hoy martes a las seis de la mañana. Las fiestas han
pasado y, muy al contrario que me ocurría años anteriores, el mes de enero no
se me presenta como un periodo de tiempo tedioso que hay que vivir con paciencia.
Este año tengo una motivación especial: mi diario sobre El camino de la vida de
Tolstói. ¿No es cierto que cuando ocupamos nuestro tiempo con empresas de una
cierta relevancia personal sentimos una plenitud gratificante? De eso más o menos viene a
hablarnos hoy el capítulo siete del libro, de la mesura y el bienestar en la
vida.
Capítulo VII: Los Excesos
<La sola y única felicidad del hombre está en el amor. Pero el hombre se ve privado de este bien cuando, en vez de aumentar en sí el amor, aumenta las necesidades del cuerpo, dándoles manga ancha.>
En este breve y algo repetitivo capítulo, todo hay que decirlo,
Tolstói vuelve a defender su idea de vivir para el alma y relevar el cuerpo a
un segundo lugar. Se reitera en tomar el cuerpo como un mero
contenedor para el alma. Y se apoya en la famosa frase latina “mens sana in
corpore sano”:
<Al cuerpo hay que servirlo únicamente cuando éste así lo exige. Utilizar la razón para inventar nuevos deleites corporales es vivir al revés: no estamos poniendo el cuerpo al servicio del alma, sino el alma al servicio del cuerpo.>
Aconseja la mesura en todos los ámbitos de la vida, y apoya
el trabajo, la actividad y el esfuerzo como baluartes de satisfacción. A su vez incita
a no desear más de lo necesario como medida de salud física y mental:
<Si quieres vivir tranquilo y libre, aprende a no desear aquello de lo que puedes prescindir.>
<Si estás saludable y has trabajado hasta el cansancio, un pan con agua te parecerá más dulce que al rico todas sus salsas, el jergón de paja más suave que cualquier colchón de muelles y tu blusón de trabajo más agradable al contacto con el cuerpo que cualquier ropaje de piel o terciopelo.>
Condena a los ricos por no emplear bien sus riquezas, aduce que
dichas riquezas los esclavizan. Pero también critica al sector de la sociedad
que marcaba tendencia en su época, algo que me ha sorprendido al leerlo por
inesperado:
<La mayor parte de los hombres de hoy está convencida de que la felicidad radica en servir al cuerpo. Eso se ve por el hecho de que la doctrina más popular en nuestro tiempo es la doctrina de los socialistas. De acuerdo con esta doctrina, la vida con pocas necesidades es una vida infame, y el aumento de las necesidades es el primer indicio del hombre civilizado, indicio de que tiene conciencia de su dignidad humana. Los hombres de nuestro tiempo creen a tal punto en esa doctrina falsa que no hacen sino mofarse de los sabios que veían el bien del ser humano en la disminución de las necesidades.>
Este pasaje me ha hecho remitirme a mi apunte inicial sobre
el mes de enero y la insatisfacción que nos produce el término de las fiestas
navideñas. Si Tolstói volviera a la vida y conociera cómo vive la mayoría del
mundo occidental, el consumismo y la poca espiritualidad que respira nuestra
sociedad, quizá se replantearía más de un enfoque de su doctrina de vida.
Y llegados a este punto, Tolstói enfoca la deseada moderación desde otro aspecto; observa los vicios que esclavizan el cuerpo: la comida, el alcohol y las
sustancias adictivas, que en su época era básicamente el opio:
<Rara vez se muere de hambre. Es mucho más frecuente que la gente enferme y muera por comer demasiado empalagosamente y no trabajar.>
<Para poder vivir bien, el ser humano necesita de su razón, por lo que debería valorar sobre todo su razón, y sin embargo, los hombres hallan placer precisamente en amortiguarla mediante el vino, el vodka, el tabaco y el opio. ¿Por qué ocurre así? Porque los hombres quieren llevar una vida mala y si su razón no está amortiguada, les hace ver que su vida es mala.>
Pero no se queda sólo ahí, como hiciera en capítulos
anteriores, vuelve a condenar la ingesta de carne:
<A lo largo de diez años la vaca te alimentó, a ti y a tus hijos, la oveja te vistió y te calentó con su lana. ¿Y qué recompensa recibe por eso? Que la degüellen y se la coman.>
Su vegetarianismo sale una vez más a relucir de manera
vehemente, y esto me hace rememorar la III Oda a Tolstói que organizó Cuna Literaria
en Madrid. En este acto se nos gratificó a los asistentes con un audio de la
voz del propio Lev Tolstói, en el cual escuchábamos al gran escritor contar un
cuento a sus nietos; gracias a la traducción simultánea de Selma Ancira pudimos
entenderlo. Dicha fábula resultaba muy chocante para ser narrada a unos niños,
pues la violencia de sus palabras condenando comer animales resultaba algo
extraordinaria visto con los ojos de nuestros días. Sin duda, el gran filósofo quiso imprimir carácter en sus descendientes.
Palabras ardientes aparte, lo que yo saco en claro de la
doctrina de Tolstói en este capítulo es el fomento del autocontrol para sentirse
un individuo sano. Dominar los instintos que nos llevan a desfasar en momentos
de ansiedad de todo tipo; en fomentar el trabajo y el esfuerzo como medida de
bienestar personal; en no alimentar en exceso nuestras pasiones carnales. Quizá
lleva su disciplina a límites excesivos, la época en la que vivió no es la nuestra, y hay que entender sus palabras en el contexto en el que se escribieron. Yo siempre he creído que las personas
necesitan de vez en cuando un capricho, ninguna ley drástica y extremista ha
conseguido nunca triunfar contra las pasiones. Creo firmemente en el equilibrio y en que la verdad de
las cosas suele oscilar, pero se acerca siempre al punto medio. También es
cierto que cuando Tolstói dice, “Nadie
se ha arrepentido nunca de haber vivido demasiado sencillamente”, no puedo
evitar pensar que quien toma la decisión voluntaria de vivir de ese modo puede
llegar a sentirse libre y feliz.
Os espero mañana con una nueva entrada en el diario, amigos.
Undine von Reinecke ♪
Hola ☺️
ResponderEliminarno he leido nada similar, estoy segura, aunque se ve llamativo!
muchas gracias por la reseña!
te sigo y te invito a seguirme si gustas!
cariños!!❤️
¡Bienvenida a Lecturas de Undine!
EliminarEn un ratito paso por tu blog a saludar. ¡Muchas gracias por pasar y quedarte! :)
" ¿No es cierto que cuando ocupamos nuestro tiempo con empresas de una cierta relevancia personal sentimos una plenitud gratificante?" Por supuesto. Pero la plenitud se mantendrá y ascenderá grados a medida que profundicemos en empeños novedosos, significativos, descubridores...un ejercicio que los pasos de la vida nos deben compensar, sin perder aliciente.
ResponderEliminar¡No puedo estar más de acuero con tus palabras!
EliminarSigo esta máxima desde adolescente. Mi colegio tenía un lema: "Siempre más, siempre mejor". Yo lo hice mío, e intento siempre seguirlo. Un día sin aprender algo nuevo no es un buen día para mí.
Un abrazo, y mil gracias por todo lo que aprendo de ti!!
¡Bon día Bombón!
ResponderEliminarLos excesos, mi gran lucha toda la vida. Yo necesito equilibrio en todo, mi tendencia natural es dispersarme y excederme, sea lo que sea; llevo años trabajando la mesura y moderación, también la templanza, pues los excesos y el no saber parar me desestabilizan muchísimo. No soy una persona que se motive fácilmente, pero tengo mucha disciplina y con esfuerzo acabo consiguiendo ese punto medio que tanto necesito. No es fácil, pero me es imprescindible.
¡Maremeua, qué bien me lo estoy pasando con estas entradas tuyas, mejor que un psicólogo! 😅😅😅
Mil besos preciosa 💋💋💋
Buenas tardes Yolanda.
EliminarYo creo que pocos nos libramos hoy día de los excesos. En mi opinión, la virtud está en la lucha que mantenemos con ellos. Opino como tú, el equilibrio es la palabra mágica.
Si te estás divirtiendo, ¡ni imaginas el tema que publicaré esta noche: la lujuria!
Un beso grande, preciosa, y muchísimas gracias por acompañarme!!
Qué pillina...😁💋
EliminarHola preciosa!
ResponderEliminarA mí este año la verdad es que el mes de enero se me presenta bastante bien, ya llevaba años que eso no ocurría. Pues si creo que el autocontrol es lo mejor que ahí, aunque a veces cueste un poco conseguirlo.
Feliz Miércoles!
❀ Fantasy Violet ❀
Besotes! 💋💋
Pues, sí, el autocontrol no es fácil. El mérito es intentar encontrar el equilibrio personal. En ello estamos :)
EliminarEspero que tu mes de enero siga genial!!
Un beso grande, preciosa!!
Me encanta lo que estás haciendo.
ResponderEliminarBesos!
¡Muchas gracias, Jani!
EliminarSin duda es algo peculiar, cuesta un pelín de esfuerzo, pero tengo la sensación de estar haciendo algo bueno.
Un besote, y gracias por leerme y comentar!!
Hola.
ResponderEliminarTengo que reconocer que tu diario me está dando a conocer a un autor del que poco sabía y me sorprende que pasara una vida de excesos y libertinaje a otra más pausada. Coincido en que el equilibrio es lo mejor ya que todo en exceso es perjudicial pero reprimirse demasiado tampoco es nada bueno.
Un saludo.
Buenas tardes:
EliminarEstoy totalmente de acuerdo contigo, la represión extremista no trae nada bueno. El capítulo de hoy día 8 habla de la lujuria, ahí me despacho sobre el tema :)
Un abrazo, y muchas gracias por acompañarme en el camino!!
Buenas noches, Undine:
ResponderEliminarEl tema de hoy es muy complicado. Propone un modelo de superhombre en realidad. Que los excesos no son buenos lo sabe todo el mundo, pero no siempre se pueden controlar. Porque resulta que hay gente que tiene un modo de vida muy sano y tampoco son felices, influyen tanta cosas... A veces da la sensación de que se olvida de la imperfección del ser humano y que la lucha constante contra tu naturaleza también supone un gran desgaste.
Besos
Buenas tardes, Norah:
EliminarNo puedo estar más de acuerdo contigo. El hombre es imperfecto, y sus fuerzas son limitadas.
Para mí la virtud reside en el esfuerzo de mejorar día a día. Pedir imposibles es una quimera.
Un abrazote, preciosa!!
"Cuando una persona tiene mucho más de lo que necesita, es porque muchas otras carecen de lo necesario." "Es mejor que la ropa le quede bien a la conciencia a que sólo le quede bien al cuerpo". Me quedo con estas dos frases. El esfuerzo diario por necesitar cada vez menos me parece que es un esfuerzo y un camino para toda la vida.
ResponderEliminarBuenas tardes, Esther:
EliminarTus palabras me parecen muy sabias. En estos días que estamos viviendo, con tantas personas pasándolo mal a causa de la pérdida de empleo y la enfermedad, creo que leer a Tolstói nos hace profundizar en nuestra conciencia.
Comparto estas dos frases que has dejado, sólo siento no haber hecho mi lectura conjuntamente contigo.
Un abrazo grande!!
Mi lectura esta siendo enriquecida con tu diario. La siguiente lectura de este tipo, lo hablamos y lo leemos juntas.
EliminarMe parece fenomenal!!
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