RESEÑA: CUENTOS DE FANTASMAS, EDITH WHARTON

Fuente: Undine von Reinecke

Ficha Técnica

Editorial: Eneida

Colección. Confabulaciones

Traductora: Ioanna Sotuela

ISBN: 9788415458692

Nº Páginas: 128

Dimensiones: 13 x 21

Precio: 9,95 €


Sinopsis de la Editorial

Una atmósfera inquietante y aterradora gravita sobre estas historias en las que nada es lo que parece y donde el horror nos acecha detrás de cada página. La sorpresa se oculta bajo la piel de lo cotidiano en estos magistrales relatos de fantasmas que constituyen, probablemente, los mejores cuentos de terror del siglo xx.


Propuesta musical para este libro



El concierto para piano y orquesta que el lector está escuchando fue escrito por George Gershwin (1898-1937), laureado compositor y pianista estadounidense nacido en Brooklyn, Nueva York, cuyas composiciones abarcaron géneros populares, el jazz y, por supuesto, el clásico. Célebre por sus temas para el cine y el teatro, ha pasado a la historia por obras tan universalmente conocidas como Un americano en ParísRhapsody in Blue o la ópera Porgy and Bess, entre muchas otras.

Mi elección del Concierto para piano y Orquesta en Fa se debe a que George Gershwin lo compuso en 1925, año comprendido en el periodo de tiempo en el que Edith Wharton escribió y publico muchos de sus cuentos de fantasmas. Por otro lado, ambos creativos eran neoyorquinos y vivieron en París durante la década de 1920, donde se codearon con la flor y nata de la élite intelectual. En la Ciudad de la Luz Gershwin escribió Un americano en París, poema sinfónico basado en la estancia del compositor en la capital francesa, que años más tarde sería utilizado en el cine, en una adaptación de 1951 protagonizada por Gene Kelly y Leslie Caron. 


Lo que Undine opina del libro


<Lo peor de las mansiones modernas es que no tienen lugar para los fantasmas.> Oliver Wendell Holmes


Hoy, 19 de octubre de 2022, llego a Nueva York en mi peregrinar literario alrededor del mundo, siguiendo las huellas de Phileas Fogg, el famoso personaje de Julio Verne. En la anterior etapa de La vuelta al mundo en doce libros me centré en los antecedentes socioculturales de la ciudad desde su nacimiento hasta el siglo XIX, concentrándome también en los escritores y en los estilos literarios que definieron el nacimiento de las letras norteamericanas. Para ilustrarlo elegí como protagonista de la reseña a Mark Twain (1835-1910), uno de los más grandes escritores de todos los tiempos nacido en aquellas tierras, y en su libro Guía para viajeros inocentes👈, un texto que ofrece al lector un estupendo espectro de cómo era la sociedad norteamericana decimonónica en tiempos del autor. 

Edith Wharton (Fuente: elmundo.es)

En esta nueva edición de mi aventura literaria en su etapa neoyorquina, debía seleccionar la obra de un escritor que hubiera nacido, visitado, publicado o situado alguno de sus textos en el propio Nueva York en el periodo de tiempo que daba paso a la nueva centuria. Tras muchas negociaciones personales valorando el tema, me decidí por una escritora que representa esa figura con excelencia, ya que el general de su obra ofrece al lector un espectro inconmensurable de lo que fue la élite neoyorquina de aquel momento. Me refiero a la inigualable Edith Wharton (1862-1937), la primera mujer en ganar el Premio Pulitzer (La edad de la inocencia, 1921), en ser nombrada Doctor honoris causa por la Universidad de Yale, y en ser aceptada como miembro de la Academia Americana de las Artes, recibiendo además la medalla de oro de este organismo, otorgada por el gobierno de su país. ¿Puede haber mejor elección para la reseña de hoy? Yo creo que no. 

Artículo de 1924 sobre Wharton (Fuente: New York Times)

Sin embargo, una vez me hube decidido por Wharton, me tuve que enfrentar a un nuevo dilema. ¿Cuál de sus muchos y estupendos títulos debía analizar? Evidentemente, las primeras opciones que evalué fueron sus grandes novelas, entre las que se encuentran algunas de mis favoritas: La casa de la alegría (1905), El arrecife (1912) o Las costumbres nacionales (1913), tres ejemplos maravillosos que, además de ilustrar a la perfección el estilo narrativo de la escritora, me daban pie para hablar de su “viejo Nueva York”, ese mundo exclusivo y complejo en el que se educó y al que sometió en sus obras a una dura crítica. No obstante, me guardo esa arista de la autora para comentarla en futuras reseñas, porque al encontrarnos tan cerca de la fecha en que celebramos las festividades de Halloween y el día de Todos los Santos, quiero ofrecer a mis lectores una faceta de Wharton que es tan interesante o más que la anterior, la de cuentista, un género que desarrolló prolíficamente, con el que despuntó especialmente gracias a sus cuentos de fantasmas, con los que ganó mucho dinero gracias a su éxito. Comenzó a escribir estos relatos inquietantes en 1902 y, una vez iniciada en el género, seguiría inmersa en él hasta el final de sus días. No obstante, antes de entrar en materia literaria me parece oportuno dar tres pinceladas de cómo era Nueva York comenzado el siglo XX, cuando Edith Wharton gestaba su camino hacia el éxito.

Puente deBrooklyn (Torre de Manhattan,1900)
Fuente:historiadelosrascacielosdenuevayork.blogspot.com

La Gran Manzana experimentó grandes cambios al llegar el nuevo siglo, que se habían venido incubando en la centuria anterior. La ciudad emergía con fuerza fomentado por el crecimiento industrial y comercial que la convirtió en un centro de comunicaciones de magnitud internacional, obligando a las autoridades a reformar y ampliar la red de transporte, debido al inmenso tráfico diario que tenía. De ahí el nacimiento en 1904 de la Interborough Rapid Transit Company, la primera línea de metro de Nueva York, o las mejoras realizadas en la famosa estación ferroviaria, conocida como Grand Central, y a las acometidas en su ajetreado puerto naval. Este crecimiento de la urbe vino acompañado de un incremento poblacional, favorecido por la llegada masiva de inmigrantes desde todos los puntos del planeta, incluida la migración interior del país, que convirtió la metrópoli en un crisol de culturas multirracial. La población se fue distribuyendo según su origen o nacionalidad en barrios o guetos. Alojar a tantas personas llegadas de fuera no fue tarea fácil, llegando a convertirse en un verdadero problema en la década de 1920, con la llegada de la Gran Depresión que echó a la calle y dejó sin hogar a un número considerable de habitantes, debido a la pobreza y a la escasez de trabajo. De lo que supuso el crecimiento de la ciudad y de la repercusión que esto tenía en los barrios obreros os hablé meses atrás en la reseña de La madre de George de  Stephen Crane👈, una novela que no deja impasible a nadie por la dureza de su mensaje y que supone un interesantísimo documento sociocultural. 


Edificio Flatiron en 1903 (Fuente:stepienybarno.es)
No obstante, y en relación a la cultura, esa llegada de gentes venidas de todas partes hizo que Nueva York se fuera convirtiendo paulatinamente en el foco principal del país, marcando tendencia. Su arquitectura se transformó, en un mar de rascacielos que competían por ser cada uno más alto que el otro desde que se construyó el primero de todos, el Edificio Flatiron (1902), hasta que la zona sur de la isla terminó siendo un museo art decó de hormigón y nuevos materiales de construcción llegada la década de 1930. Sus barrios fueron adquiriendo personalidad propia, convirtiéndose algunos de ellos en famosos enclaves artísticos, plagados de galerías de arte y salas escénicas, donde pintores, músicos y escritores anhelaban exhibir sus obras. No menos importante fue el impulso que el deporte aportó a la ciudad con la inauguración en 1905 del Abierto de los Estados Unidos de tenis, y con los éxitos que vieron durante las primeras décadas del siglo los estadios del New York Yankees en béisbol y de los New York Giants en fútbol americano. De todo ello se hicieron eco los medios de comunicación, primero los periódicos y revistas, y más tarde, con la llegada de la primera emisión de radio en 1910, la difusión de lo que en Nueva York acontecía convirtió a esta urbe en el lugar soñado para muchos ciudadanos del mundo. Recomiendo leer el libro Nueva York👈del periodista y escritor español Julio Camba como una interesantísima visión de lo que era la ciudad y sus habitantes en aquellos días, por parte de un testigo extranjero bien documentado.

Pese a la efervescencia del momento, la Gran Manzana no escapó al efecto de la época de entreguerras, protagonizada por la inflación, los movimientos obreros, las revueltas sociales y los problemas antes mencionados, ocasionados por la Gran Depresión y el crack de la bolsa de 1929. El mundo se estaba preparando para otra movilización bélica.

 Este lado del Paraiso, F. Scott Fitzgerald (1920)
En cuanto al universo literario, a finales del siglo XIX los nombres que sonaban eran los de Mark Twain, Jack London y Henry James. Con el nuevo siglo se siguió explorando el tema social desde todos los puntos de vista, tanto el estrato bajo de la clase trabajadora, como el de la elitista alta sociedad. Los escritores que estaban a la cabeza en este momento eran el antes mencionado Stephen Crane (1871-1900), Theodore Dreiser (1871-1945) y, por supuesto, Edith Wharton (1862-1937), la protagonista de la reseña de hoy. Un poco más avanzado el siglo se unirían a ellos otros grandes escritores cuyos nombres son sobradamente conocidos: Gertrude Stein (1874-1946), quien exploró las vanguardias literarias; F. Scott Fitzgerald (1896 - 1940), autor unido a la imagen de los locos años veinte; John Dos Passos (1896-1970) que ofrece en sus obras el desencanto de las expectativas de la clase obrera. Otros nombres sonarán con fuerza, como el de Henry Miller (1891-1980), o Ernest Hemingway (1899-1961), grandes escritores de su generación.

Sala diseñada por Edith Wharton en Park Avenue
Fuente: onlineexhibits.library.yale.edu

Volviendo al tema principal que nos ocupa, ¿qué era de Edith Wharton a comienzos del siglo XX? La escritora que, como casi todo el mundo sabe, pertenecía a una de las familias de mayor prestigio de Nueva York y estaba emparentada con la reina de la sociedad neoyorquina Caroline Webster Schermerhorn Astor, había contraído matrimonio en 1885 con Edward Robbins Wharton, un hombre doce años mayor que ella, que pertenecía a su misma clase social. El matrimonio, que compartía aficiones y el gusto por viajar, se estableció primero en un par de mansiones en Newport, para luego terminar comprando en 1897 una casa en Park Avenue de Nueva York, y en ese tiempo estuvieron viajando por Italia, Francia, Inglaterra e incluso por las islas del Egeo, pasando grandes temporadas fuera de los Estados Unidos. No obstante, la salud mental del marido era inestable, sufriendo terribles depresiones, que terminaron con la feliz y despreocupada forma de vida de la pareja. Por este motivo, se vieron obligados a interrumpir sus viajes y en 1902 se establecieron definitivamente en The Mount, una casa de campo situada en Lenox, Massachusetts, donde hoy por hoy se encuentra el museo dedicado a Edith Wharton. De aquellos días son sus iniciales acercamientos a la escritura, primeramente enfocados hacia el mundo de la arquitectura y la decoración (The Decoration of Houses, 1897), un intento de adentrarse en el mundo del teatro en 1901 con La sombra de la duda👈-obra de reciente descubrimiento que reseñé el pasado año-, y con alguna que otras obras iniciáticas, hasta que publicó en 1905 su primera gran novela La casa de la alegría, obra con la que encontró su potente e inteligente estilo literario.

Edith Wharton, 1915 en el frente francés durante1a G. Mundial Fuente:loa.org 

Los años que pasó en The Mount junto a su marido fueron terribles, debido a la enfermedad mental de su esposo, que afectó a su propia salud. Todo terminó en 1913, cuando la escritora se divorció de éste, después de haber sido diagnosticado por los médicos como incurable, y se trasladó a vivir a Francia, estableciéndose en París, donde le pilló la Primera Guerra Mundial, en la que participó activamente conduciendo una ambulancia, mientras compaginaba esta misión con su oficio de escritora (Summer, 1917, The Marne, 1918…). Y aquí dejo este somero retrato biográfico de Edith Wharton, que algún día completaré, para centrarme en su faceta como escritora de relatos fantasmales.

Dicen los estudiosos de Edith Wharton que la autora comenzó a escribir sus cuentos inquietantes en The Mount un poco afectada por los años de dura convivencia junto a su marido, sintiéndose encerrada en una casa llena de oscuras energías. Como quiera que sea, la escritora recibía en su hogar a la crema y nata de la sociedad, entre ellos a su querido amigo Henry James, que llegó a ser su mentor y representaba una autoridad para el género cuentístico del terror, influyendo enormemente en el estilo que adquirió ella. Por otro lado, en su autobiografía Wharton confesaba que desde niña había sentido una atracción muy fuerte por las historias escalofriantes, a las que relacionaba estrechamente con la enfermedad, debido a que se encontraba postrada en la cama afectada por el tifus la primera vez que tuvo contacto con una de ellas. También aseguraba, que a partir de ese momento tomó miedo de la oscuridad y no era capaz de dormir estando sola en una casa que contuviera en la biblioteca un libro de fantasmas. Afirmaba también que más de una vez había quemado un ejemplar del género para su tranquilidad. Lo cierto es que desde que en 1902 escribió The Lady's Maid's Bell, traducido al español como La campana de la doncella, primero de sus cuentos fantasmales, Wharton no dejó de producirlos. Es más, su última publicación fue una recopilación de los mismos fechada poco tiempo antes de su fallecimiento en 1937, con lo cual, debemos suponer que superó aquella aprensión hacia el género de lo inquietante, que tantas alegrías de todo tipo le dio.

Edición en inglés (Fuente: Amazon)

Especulaciones aparte, la cifra de relatos que redactó llegó casi a la centena, siendo muchos de ellos dedicados a la literatura escalofriante. Quienes se han especializado en la obra de la autora aseguran que los que dedicó a las casas habitadas por fantasmas están entre los mejores de su producción. Y son tres de estos mismos los que traigo hoy a Lecturas de Undine, bajo el título de Cuentos de fantasmas, que la editorial Eneida recopiló en el año 2015, como excelente ejemplo de esta singular faceta de la narrativa whartoniana. Las historias aquí presentadas son las siguientes: Después (1910), Kerfol (1916) y La campanilla de la doncella (1902), y aunque son cada una de ellas independientes, es cierto que comparten un mismo motivo, el de la casa ancestral habitada por un fantasma. Veamos las diferencias argumentales que existen entre ellas.

👉Después nos lleva a la Inglaterra contemporánea a la autora. Al país ha llegado una pareja de norteamericanos que, habiendo hecho fortuna con la explotación de una mina en su país, deciden comprar una antigua mansión en la campiña inglesa, para retirarse a vivir de las rentas. El matrimonio bromea con la idea de que su nueva casa esté habitada por un fantasma, y la amiga que les ha buscado su nuevo hogar les habla de una inquietante leyenda que pesa sobre ella. Marido y mujer inician su nueva vida con ilusión, hasta que un día, la esposa comienza a inquietarse por los cambios que percibe en su convivencia y la extraña atmósfera que los envuelve, algo que derivará en algo mucho peor y aterrador. 

👉Kerfol es el nombre de un chateau situado en la Bretaña francesa. Un caballero adinerado de cierta edad se personifica en la finca para conocerla con ánimo de comprarla. El lugar es una propiedad medieval pintoresca de carácter gótico, que esconde entre sus piedras antiguas leyendas de caballería. El guardés de Kerfol que tenía que mostrársela extrañamente parece haber desaparecido, y el visitante inicia el examen de la propiedad por su cuenta. Inicia su visita adentrándose por los diferentes rincones del castillo hasta que, en un momento dado, comienzan a suceder episodios extraños y perturbadores. El visitante, al regresar a París, no descansará hasta desentrañar el terrible secreto que pesa desde hace siglos sobre Kerfol.

👉La campanilla de la doncella nos lleva a una mansión de Estados Unidos ubicada en el campo. Una doncella británica, que ha perdido su trabajo y está recuperándose de una enfermedad, ha aceptado trabajar allí para servir a una dama delicada de salud. Sus labores como doncella no parecen complicadas, porque su señora no recibe casi visitas y el marido pasa mucho tiempo fuera del hogar. No obstante, algunos hechos escalofriantes comienzan a suceder y el personal de la casa finge no darse cuenta. Un día, el sonido de una campanilla despierta a media noche a nuestra protagonista y, al acudir a la llamada, el terror se apodera de ella porque nadie parece haberla accionado. Este hecho desenlaza una cadena de espantosos sucesos que acabarán con la paz de los habitantes de la propiedad.  

The Mount, casa de E. Wharton (Fuente: theparisreview.org)

Como vemos, las tres historias parten de un mismo planteamiento, una casa antigua que guarda secretos, en la que suceden acontecimientos extraños. Pese a ello, los relatos difieren conceptualmente entre ellos y ofrecen un rico abanico de posibilidades temáticas y de contexto que, desde mi punto de vista, están cimentados en la singularidad de la idiosincrasia de Edith Wharton. Esto es, sus narraciones se apoyan en el gran conocimiento del mundo y en el dominio de la cultura literaria que poseía la autora, en las experiencias adquiridas durante sus viajes y en los mitos presentes de los lugares que visitaba, a lo que se unía la inmensa imaginación de la que gozaba. Si añadimos a lo anteriormente enumerado la excelencia de su estilo narrativo, el resultado son tres historias elegantes, trepidantes y de emocionante lectura, que rezuman un singular romanticismo y se asientan sobre una base de ricas descripciones, en las que subyace una latente lección.

No menos importantes son las atmósferas que poseen los cuentos, ambientados y decorados de manera tan sublime que ponen en funcionamiento los órganos sensitivos del lector, viajando a los tres lugares donde suceden los hechos, que la autora conocía a la perfección. De este modo, Wharton consigue secuestrar en sus historias al lector, algo que perseguía con ahínco, ya que su gran preocupación era la capacidad del público para apreciar una buena historia de fantasmas. Así lo comentaba en el prólogo de la antología que publicó poco antes de su muerte, donde afirmaba que la imaginación de los lectores se estaba atrofiando poco a poco, por culpa del cine y los medios de comunicación. La autora seguía diciendo que los fantasmas, para manifestarse, requieren dos condiciones aborrecibles para la mente moderna de su tiempo: el silencio y la continuidad, porque donde una vez apareció un fantasma, parece anhelar aparecer de nuevo; y obviamente éste prefiere las horas de silencio, cuando por fin la radio deja de sonar. Sería divertido conocer lo que hubiera podido opinar hoy en día de las redes sociales y de nuestra atropellada forma de vivir.

Edith Wharton (Fuente:edithwharton.org)

Como quiera que sea, en sus días, Edith Wharton consiguió cautivar a un ejército de lectores con los trucos de su estilo literario, tan irónico, audaz y crítico con la sociedad. Tanto es así, que en alguna ocasión recibió un aluvión de cartas consultándole y pidiéndole explicaciones sobre los motivos espectrales que utilizaba en sus cuentos, tales como unas cartas enviadas por un fantasma (Pomegranate Seed, 1930).

Es cierto que alguna historia es mejor que otra (en mi caso La campanilla de la doncella me dejó un poco desilusionada llegado el final), y que éstas se fundamentan en lo que representa el cuento clásico de fantasmas, pero también es verdad que en sus narraciones espectrales Wharton triunfa evidenciando las preocupaciones humanas, dando salida a sus inquietudes y miedos, empatizando con el lector. Sus relatos no dan miedo como las películas actuales de terror, son narraciones donde utiliza lo sobrenatural para explorar asuntos tan mundanos como la violencia dentro del matrimonio, los horrores de la vejez, la ambición, el vicio y la corrupción. En definitiva, las luces y sombras que asolan con frecuencia el alma de muchos individuos. 



<A veces de noche, enciendo la luz para no ver mi propia oscuridad.> Antonio Porchia



Undine von Reinecke ♪



Os espero a todos en Dublín el miércoles 16 de Noviembre de 2022, en la etapa de irlandesa de La vuelta al mundo en doce libros 2022.👈




La autora por la Editorial

Fuente: Wikipedia

Edith Wharton nació en Nueva York en 1862 en el seno de una familia adinerada e instruida que le proporcionó una sólida educación. Cuando tenía 23 años, se casó con Edgard Robbins Wharton, cuyo apellido adoptó. 

Wharton fue una enamorada de la cultura del viejo continente, al que viajó en numerosas ocasiones, hasta que en 1907 se instaló en París. Durante la Primera Guerra Mundial viajó en motocicleta por el frente y trabajó para la Cruz Roja. Fue amiga de algunos de los mayores intelectuales de la época, como Henry James, Francis Scott Fitzgerald, o Ernest Hemingway. 

Su obra más conocida es La edad de la inocencia, galardonada en 1921 con el Premio Pulitzer, pero produjo desde finales del siglo xix un gran número de novelas, libros de viajes y relatos, entre los que destacan Cuentos de fantasmas. Su obra se caracteriza por el uso de la ironía, criticando la necedad y arrogancia de la alta sociedad neoyorkina.

Divorciada, bisexual, aventurera, transgresora, Wharton dejó escritas algunas de las más memorables páginas del siglo xx. El gobierno de Estados Unidos le concedió la medalla de Oro del Instituto de las Artes y las Letras, siendo la primera mujer en conseguirlo. Falleció el 11 de agosto de 1937 en Saint-Brice-sous-Forêt, cerca de París.


Comentarios

  1. Una reseña completísima. Tuve la suerte de ir a Nueva York hace unos cuantos años con mi hermano, y desde entonces me encanta leer cosas sobre la ciudad. No conocía el libro que nos traes en esta ocasión. Nos vemos en Irlanda!

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    1. Buenos días, Esther.
      Nueva York es una ciudad fascinante, no solo por su formación sino por los personajes que construyeron su historia. Te animo a que te adentres en la vida de Edith Wharton, ya verás qué interesante.

      Un abrazo y, sí, tenemos una cita en Dublín :)

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  2. Segunda reseña que leo sobre esta novela... Ya estaba prendada de estas historias porque me encanta el género. Tu reseña me hace plantearme si pedir este título para Reyes jeje. Besos

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    1. Buenos días, Marisa.
      Qué compromiso es recomendar un libro, ¿verdad? Pese a ello, con Edith Wharton lo hago con los ojos cerrados. Espero que lo disfrutes.

      Un abrazo y gracias por la visita!!

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  3. Buenos días Undine!. De Edith Wharton he leído principalmente novelas, aunque según avanzaba en tu reseña reconocí la campana de la doncella, seguro que la leí en alguna antología de relatos de terror. Me apunto el libro para ahondar en la faceta de cuentista de la autora. Estupenda reseña como siempre. Un abrazo.

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    1. Buenos días, Mar.
      No podía recomendarte más la antología de cuentos fantasmales de Wharton (el total de sus cuentos, Impedimenta tiene otro recopilatorio). No todos tienen la misma calidad, pero las historias son muy originales. Ya me contarás.

      Un abrazo y muchas gracias por la visita!!

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  4. Querida Undine:
    Hace poco leí Cuentos Inquietantes, y también estaba el relato Después, que fue uno de mis favoritos. Siempre he dicho que me gusta más la Edith cuentista que novelista. Mis favoritos Ethan Frome y las Hermanas Bunner pero he leído algún más que me ha gustado mucho también.
    No sé si los otros dos cuentos de esta edición que nos traes me convencerían, creo que La campanilla no, pero el otro sí. Si lo encuentro en la biblio, me lo traigo a casa.
    Muchas gracias por este maravilloso paseo por Nueva York y la vida de Edith.
    Besitos y feliz semana

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    1. Buenos días, Norah.
      Sé que leíste la edición de Impedimenta (su traducción es mejor, finalicé mi lectura de Después con Cuentos Inquietantes), es más, me decidí por los relatos de Wharton para esta etapa del reto gracias a ti. Como te dije en Instagram, mi idea era haber leído el mismo libro que tú, pero no me dio tiempo. Todo se andará.
      Sobre Edith Wharton, adoro a esta escritora, de hecho, tuve una época que leía una novela tras otra de ella. Mis favoritas (no sé muy bien la razón, quizá porque las uno a mi descubrimiento de la autora) son El arrecife y Las costumbres nacionales. Algún día las traeré por aquí.

      Un abrazo y muchas gracias por tu atenta lectura!!

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  5. Ays, cómo me tientas con estos relatos! Tengo que leerlos!
    Besotes!!!

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    1. Buenos días, Margari. Te recomiendo que te dejes llevar por la tentación, estos cuentos lo valen. Ya me contarás.

      Un abrazo y feliz finde!!

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  6. Hola Undine, me hace gracia que llegara a quemar libros de fantasmas porque no podía dormir si estaba sola, pero luego ella escribiera sobre los mismos. Ironías de la vida.
    En fin, que me gusta esta autora y me apunto el libro
    Un beazo

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    1. Buenos días, Nitocris.
      Es cierto, es muy cómico el aspecto de Wharton que se refiere a sus miedos a las historias de terror. Estoy segura que lo superó gracias a sus propios trabajos. Quizá tomara como terapia escribirlos.

      Un abrazo y muy buen fin de semana!!

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  7. De esta autora he leído "Después" y me dejó con ganas de más. Una reseña muy completa, ¡gracias!
    Besos.

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    1. Buenos días, Rosa. Desde mi punto de vista, Después es un relato excelente, quizá el mejor de los que conozco de la autora, aunque aún no los conozco todos.
      Un abrazo y muchas gracias por tus amables palabras!!

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  8. Espectacular todo el trabajo que nos muestras de la autora. Yo de Wharton leí "Santuario", "Las hermanas Bunner" y Madame de Treymes" y me gustaron mucho. No conocía estos cuentos, y me has dejado con muchas ganas de hacerme con ellos. Abrazos.

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    1. Buenas tardes, Ful.
      No soy imparcial con Edith Wharton, todos sus trabajos me gustan, aunque reconozco que no todos tienen la misma calidad. No obstante, la interesante faceta que nos muestra como escritora de historias de fantasmas no tiene desperdicio.

      Un saludo, y gracias por la visita!!

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  9. Me gusta mucho Edith Wharton, pero creo que prefiero sus novelas. Los relatos cada vez me gustan más, pero ya si metemos fantasmas... ya sabes que lo sobrenatural no va mucho conmigo, aunque tratándose de Wharton, me tienta mucho.
    Un beso y enhorabuena por la genial reseña en la que no sólo hablas de la autora y su obra sino de la maravillosa ciudad de Nueva York en el cambio de siglo XIX al XX.

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    1. Buenas tardes, Rosa.
      L o entiendo perfectamente, Rosa, cada uno tenemos nuestras preferencias. No obstante, te invito a que leas el cuento titulado Después, es una maravilla. Es más, yo creo que un director de cine español pudo haberse inspirado en él para una de sus películas. Si tetiendo con esto, no dejes de comentarme a qué guión de película te recuerda.

      Un abrazo y gracias por visitarme!!

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  10. ¡Hola! Aunque en principio no se asemeja demasiado a lo que yo suelo leer, creo que debería plantearme darle una oportunidad a esta mujer tan talentosa y dejarme sorprender por ella. Un besote :)

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    1. Buenas tardes, Marya.
      Ciertamente no concuerda con las lecturas que sueles reseñar. Edith Wharton escribía de manera crítica sobre la sociedad de su época, especialmente de clase alta. No obstante, supongo que de vez en cuando te gustará ser infiel a tu género favorito y experimentar con otras lecturas. Si es así, con esta autora no te equivocarás, su narrativa es espectacular.

      Un abrazo, y muchas gracias por la visita!!

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  11. ¡Hola!
    No he leído uno de sus libros. Y la verdad no había oído hablar de esta autora. Me gusta la premisa, así que va otro para mi wish list de navidad. Gracias por la recomendación.
    Saludos

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    1. Buenas tardes, Yessykan.
      Edith Wharton fue la primera mujer en recibir el Premio Pulitzer, ahí es nada. Fue una gran novelista, una mujer muy interesante desde todos los puntos de vista. Te invito a que leas La edad de la inocencia, La casa de la alegría, o La solterona, esta última adaptada al cine con Bette Davis como protagonista. Ya me contarás.

      Un abrazo y gracias por la visita!!

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  12. Holaa!! sin duda me ha llamado muchísimo la atención, me lo llevo apuntadísimo porque suena de lo más interesante. Gracias por tu increíble reseña.

    Blessings!!

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    1. Muchas gracias, Booklover!! Lo cierto es que Edith Wharton sorprende siempre en sus trabajos. Si finalmente lo lees, no dejes de comentarme qué te aparecido.

      Un abrazo y feliz inicio de semana!!

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  13. En este caso me ha interesado más las notas que das sobre el contexto y la autora que el libro en sí ya que ni los relatos ni los fantasmas son santos de mi devoción.
    Besos

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    1. Buenas tardes, Laky.
      Entiendo lo que comentas. A mí me ocurre eso mismo con otros géneros, como las distopías o la ciencia-ficción, prefiero centrarme en lecturas que me atraigan más. No obstante, si alguna vez se te cruza alguno de estos cuentos de Edith Wharton no dudes en leerlo, creo que te pueden gustar.

      Un abrazo y mil gracias por visitarme!!

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  14. Perfecto para Halloween, además me encantan las narraciones más breves de Edith Wharton, me gustan más que sus novelas más extensas. Por no hablar de que me encantan las historias de fantasmas y lo bien que nos has enmarcado histórica y geograficamente a la autora y su obra. Un beso grande.

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