RESEÑA: A PROPÓSITO DE LADY CHATTERLEY, D. H. LAWRENCE

Fuente: Undine von Reinecke

Ficha Técnica

Editorial: Funambulista

Traducción de Javier Ruiz Martín

ISBN: 978-84-126587-4-3

Rústica con solapas

Tamaño: 12 x 20 cm

132 páginas

PVP sin IVA: 14,42 €

PVP con IVA: 15 €


Sinopsis de la Editorial

Más allá de la importancia literaria de El amante de Lady Chatterley, es innegable que su fortuna se debe, en parte, al esfuerzo de la censura por prohibir una de las novelas más controvertidas de la historia de la literatura. D. H. Lawrence empezó a redactarla en 1926 (llegó a escribir tres versiones diferentes; la segunda, editada en esta misma colección) y la publicó en Italia dos años después. Enseguida, el libro fue etiquetado de obsceno y censurado en varios países, y en Inglaterra hasta 1960. La polémica que surgió no dejó indiferente al autor, quien, en 1929, unos meses antes de su muerte, decidió escribir este alegato contra las acusaciones que la hipocresía del mundo biempensante de la época dirigía contra su obra. Acompaña a este texto un ensayo, también de 1929, que complementa sus tesis, titulado Pornografía y obscenidad.


Propuesta musical para este libro

If love were all es un éxito musical de 1929, compuesto por en inglés Noel Coward (1899-1973), quien la escribió para la opereta Bitter Sweet. Al parecer, la pieza podría tener connotaciones autobiográficas, cuestión que no tendría más relevancia, si no fuera por la gran carga melancólica que tiene con respecto al tema de la soledad. Su autor, un hombre que salió de la nada y se convirtió en una figura mediática, tanto en los escenarios londinenses como entre la alta sociedad de la capital inglesa, era conocido por su ingenio, su descaro y su imagen “chic”. Las obras de Coward no sólo triunfaron en Inglaterra, sino que también cruzaron el Atlántico, y fueron interpretadas por estrellas de Hollywood como Judy Garland. El propio compositor conquistó Norteamérica, estrenando espectáculos y triunfando con ellos en Las Vegas.

Noel Cowand puede considerarse como un auténtico triunfador tanto en lo social como en el mundo del espectáculo, donde destacó como dramaturgo, compositor, director, actor y cantante. También fue un destacado miembro de las letras de su tiempo, y abordó la poesía, el género cuentístico y la novela, por lo que fue nombrado en 1970 miembro de la Royal Society of Literature. Pese a su fama y reconocimiento profesional, su vida estuvo siempre impregnada de un cierto secretismo debido a su homosexualidad, siguiendo los convencionalismos ingleses del tiempo que le tocó vivir.


Lo que Undine opina del libro


<Los hombres son criaturas muy raras: la mitad censura lo que practica; la otra mitad practica lo que censura; el resto siempre dice y hace lo que debe.> Benjamin Franklin (1706-1790)


Decía Oscar Wilde que en los mejores días del arte no existían los críticos del arte. El escritor irlandés debía conocer muy bien este tema, porque la grandeza de su obra no fue ni entendida ni bien recibida por la encorsetada y conservadora moral victoriana. Aquellos que utilizaron su controvertida forma de vida como argumento para encerrarlo en la cárcel, no podían aceptar que las masas leyeran El retrato de Dorian Gray (1891). Esta novela, que hoy está considerada un icono de la literatura universal, no pasó la dura criba de los críticos decimonónicos ingleses, pese a que Wilde reformuló el principio argumental de su novela, eliminando de ésta la relación homosexual que aparecía en ella, en previsión a la condena que recibiría su obra por parte de la censura. Y el genial escritor, que terminó sus días en la más completa indigencia, jamás disfrutó de la gloria que merecidamente le otorga en nuestros días la que muchos consideran su obra magna.

Durante 1890 se publicó mensualmente en la revista
Lippincott El retrato de Dorian Gray (Wikipedia)

Dos décadas más tarde, concretamente en 1913, E. M. Forster comenzó a escribir Maurice, otro título en el que aparecía el tema de la homosexualidad. Su autor, muy consciente de la dura respuesta que iba a tener por parte de la sociedad, decidió no publicarla, ahorrándole ya de paso el bochorno del escándalo a su propia madre. Maurice no vería la luz hasta 1971, un año después del fallecimiento de Forster, cuando las leyes de Inglaterra habían cambiado y ya no prohibían la homosexualidad.

A día de hoy, que un libro sea censurado por estos temas nos parece ridículo a la mayoría. La sociedad ha luchado porque prime ante todo la grandeza intelectual, respetando la libertad artística, en consonancia con los derechos del individuo y del colectivo con el que convive. No obstante, en los últimos tiempos ha surgido una nueva moda, la de reescribir los textos de autores de épocas pasadas, en previsión de posibles ofensas que amenacen las “nuevas sensibilidades". Y así, las novelas de autores como Ian Fleming -el creador de James Bond-, las del genial Roald Dahl -autor de Charlie y la fábrica de chocolate-, o incluso las de Agatha Christie, la gran dama del crimen, están siendo sometidas a determinadas mutilaciones que, desde mi perspectiva, limitan las posibilidades de quienes ven en la lectura un medio para desarrollarse y crecer intelectualmente como lector.

Fuente: Editorial Funambulista
Y en esto estaba yo pensando hace algunas semanas, cuando vi una nueva publicación. Se trataba de A propósito de Lady Chatterley, un texto perteneciente a D. H. Lawrence, que la editorial Funambulista había sacado al mercado con la traducción y el postfacio de Javier Ruíz Martín

No tardé ni un segundo en hacerme con ella, ya que la evidente conexión que tenía con El amante de Lady Chatterley (1928), la última y más mediática obra de D. H. Lawrence, me despertó mucha curiosidad, y me llevó a trazar una cierta relación con ese fenómeno que nuestro panorama literario está viviendo, siendo víctima de esa censura encubierta a la que antes hice mención. Y, aunque las circunstancias que subyacen en los dos casos son muy distintas, El amante de Lady Chatterley también sufrió muchas condenas, y más de una mutilación.

Con todo y con ello, probablemente el argumento de El amante de Lady Chatterley sea uno de los más conocidos del universo literario, por el morbo y curiosidad que despertó su prohibición, una condena que los censores consideraban justa, argumentando que la novela era sucia pornografía, ya que en ella aparecían escenas eróticas, y pasajes que hablaban explícitamente sobre sexo, en los que se usaba un lenguaje subido de tono. Qué duda cabe, que a esos mismos críticos ingleses de entreguerras tampoco les gustó el romance que aparece en la novela, protagonizado por un hombre y una mujer de muy distinta clase social. D. H. Lawrence realmente había retado a la sociedad inglesa de su tiempo, y su hazaña debía ser castigada. Empero, el correctivo avivó el interés por esta obra, y los especuladores del mundo editorial aprovecharon para hacer negocio de ello. Sabían que la historia tenía muchas posibilidades de éxito.

James Wilby y Joely Richardsond como
 Lord y Lady Chatterley en la adaptación 1993
Fuente: en.kinorium.com

La novela trata sobre Lord y Lady Chatterley, una pareja joven que había contraído matrimonio poco antes de concluir la Primera Guerra Mundial. Y, a causa de la terrible contienda, la felicidad del matrimonio se verá trastornada al caer herido el marido en el campo de batalla, quedando parapléjico, y por ende, impedido para cumplir con su deber conyugal. Finalizada la guerra, Sir Clifford Chatterley se traslada junto a su esposa a la mansión que posee en Nottinghamshire, una región minera de las Midlands, donde el aristócrata posee una explotación. Allí la pareja intenta comenzar una nueva vida, él ocupado en sus asuntos, ella atendiendo las necesidades de su marido. Sin embargo, las circunstancias no favorecen el entendimiento entre ambos cónyuges, y Connie, la famosa lady Chatterley, busca refugio fuera del hogar. Lo encuentra en el bosque adyacente a la mansión, donde trabaja y vive el guarda de coto que atiende la propiedad de sir Clifford, con quien inicia una tórrida y peligrosa relación.

Edición inglesa autorizada y mutilada (1932)
Fuente: Wikipedia

El recorrido que siguió este título no fue sencillo: más allá del escándalo que despertó su temática sexual, la obra sufrió muchos cambios hasta llegar a los lectores en su plena y actual integridad. El autor llegó a escribir hasta tres versiones del libro, dando como válida la tercera, que es la que ha pasado a la historia como canónica, y que D. H. Lawrence publicó  por cuenta propia en una tirada muy corta, cuando vivía en Italia, allá por el año 1928. Desde entonces, se han publicado diversas ediciones del texto, muchas de ellas piratas, y otras víctimas de los recortes efectuados por la censura inglesa, y por la de otros países que compartían la misma opinión. La obra estuvo prohibida en Reino Unido en su forma íntegra hasta 1960, momento en que se permitió la publicación de la novela completa, gracias a la editorial británica Penguin Books. La conocida firma británica del mundo literario se atrevió a publicar la obra original de D. H. Lawrence, y a causa de ello, se interpuso contra ésta una demanda por obscenidad, en base a la ley gubernamental de 1959 (Obscene Publications Act). Sin embargo, y tras pasar por el estrado conocidos nombres de las letras británicas, Penguin Books ganó el juicio, y, desde ese momento, El amante de Lady Chatterley quedó libre de toda restricción. Si mi memoria no me falla, el libro no llegaría a España hasta una década después, aunque circulaban muchas versiones recortadas.

Yo leí hace muchos años una de esas ediciones mutiladas, que no me causó gran sensación. Y no fue hasta toparme con una edición íntegra, publicada en España por Alianza editorial en 1980, que fui consciente de hasta qué punto había sido parcial mi lectura. Puedo asegurar a mis lectores que existen notables y cualitativas diferencias entre la obra como la pensó el autor y mi edición retocada de la década de 1970. 

Fuente: Editorial Funambulista

Posteriormente, en el año 2013, la editorial Funambulista publicó la segunda interpretación que D. H. Lawrence había hecho de su historia, aquella que escribió justo antes de la canónica, y que éste decidió no publicar. Los editores españoles decidieron titular el libro como La segunda Lady Chatterley para diferenciarla de la versión ya conocida, y la pusieron a nuestra disposición en una edición muy cuidada, con la traducción de J. L. Lacruz y Gonzalo Gómez Montoro, quienes también se ocuparon de la introducción y el postfacio del libro respectivamente. Su lectura me resultó tremendamente emocionante, y la disfruté de manera especial, no sólo por las diferencias argumentales que existen con respecto a la versión tercera que el autor dio como válida, sino por la belleza conceptual que reside en la misma, ya que La segunda Lady Chatterley goza de un profundo lirismo en conexión con la naturaleza y lo prístino del ser humano, que la hace más amable y poética. Desde mi punto de vista, esta segunda versión debió ser lo que inspiró al escritor para ir más allá y componer su conocida obra prohibida, a la que extirpó de manera consciente ese espíritu elegíaco para dar a su obra un carácter más crudo y real, más acorde con su carácter personal. 

Por otro lado, la información complementaria que aportan tanto la introducción como el postfacio de La segunda Lady Chatterley son tremendamente interesantes, y fue gracias a este libro que conocí la existencia de A propósito de Lady Chatterley, el ensayo que publicó D. H. Lawrence en 1929, cansado y frustrado por la censura a la que fue sometida su obra, y por el abuso de especuladores literarios que se beneficiaron de su creación, publicando ediciones piratas de la misma. 

Así pues, cuando conocí la noticia de la publicación de A propósito de Lady Chatterley, y motivada por la indignación que me han despertado las nuevas modas de censura literaria de las que hablé al comienzo de la reseña, me dispuse estas vacaciones de Pascua a releer las dos versiones publicadas de la famosa novela - La segunda Lady Chatterley y El amante de Lady Chatterley-,  y a ver algunas de sus adaptaciones cinematográficas, como preparación para mi lectura del ensayo de D. H. Lawrence, cuyo contenido paso ahora a comentar.

A propósito de Lady Chatterley recoge las impresiones de D. H. Lawrence sobre la respuesta que tuvo su novela en la sociedad en el momento de su publicación, y las posteriores opiniones que le surgieron. El libro está dividido en dos ensayos: A propósito de <El amante de Lady Chatterley> y Pornografía y obscenidad.

1ª edición inglesa no censurada (1960)
Fuente: blogs.nottingham.ac.uk

En el primer texto, D. H. Lawrence comienza hablando de lo que supuso para él que surgieran en diferentes lugares del mundo ediciones piratas de su novela, y hace un alegato contra las malas artes de estos editores sin escrúpulos que se enriquecieron a su costa, gracias a la expectación que había levantado El amante de Lady Chatterley, por obra y gracia de los censores ingleses que, imbuidos aún de prejuicios victorianos y una acentuada hipocresía, hicieron de esta prohibición un caldo de cultivo para que se multiplicaran estas prácticas.

Por otro lado, y en este mismo sentido, es muy interesante el razonamiento que hace Lawrence en favor de lo que él entendía como una vida sexual sana, en detrimento de la educación británica imperante durante la época victoriana, la eduardiana y en la que había crecido intelectualmente el autor. La misma suerte corren sus coetáneos, quienes no se libran de la crítica, acusándolos de creerse muy modernos, mientras pone bajo el microscopio sus hábitos sexuales.

En este punto, es importante recordar que D. H. Lawrence tenía una manera muy particular de entender el mundo, quizá muy adelantada a su época, con la que se ganó la incomprensión de sus contemporáneos, por lo que terminaría por autoexiliarse de Inglaterra algunos años después de finalizar la Primera Guerra Mundial. Pero esa es otra historia de la que hablaré en futuras ocasiones.

Como quiera que sea, sus obras no eran bien recibidas, porque sus ideas acerca de la industrialización, el tema del sistema de clases y su manera de entender la sexualidad, así como el lenguaje que empleaba para describirlas, iban más allá de lo que la nación británica de entreguerras, en líneas generales, estaba dispuesta a soportar.  A esto no contribuyó favorablemente el escándalo en el que se vio envuelta su vida privada, cuando se fugó con Frieda Weekley, la esposa de un antiguo profesor universitario suyo, con el que la dama había tenido tres hijos. No obstante, gracias a E. M. Forster y al reputado crítico literario Frank Raymond Leavis (F. R. Leavis), que hablaron en favor de su honestidad creativa y su virtuosismo literario, su memoria no quedó fijada a la idea de autor de pornografía, y como un depravado para la posteridad.

D. H. y Frieda Lawrence (Fuente: paperlionltd.com)

D. H. Lawrence dejó constancia en A propósito de Lady Chatterley de su repulsión hacia esa conducta intolerante que rechazaba su obra, tachándola de pornográfica y contraria a la moral sana, y cargó contra la individuos que hacían bandera de ello. Fue probablemente esta última idea la que le indujo a escribir poco después Pornografía y Obscenidad.

En este segundo ensayo del libro, Lawrence continúa en la misma línea con su discurso, pero en esta ocasión centra su interés en aclarar de manera vehemente qué era y qué no era para él la pornografía. Por otro lado, descarga su ira sobre los individuos que hacen uso de ella, distinguiendo los diferentes prototipos de usuarios. He de decir que me sorprendió que se atreviera a incluir en el texto, haciendo objeto de su furia, a varias personalidades de las letras inglesas, entre las que se encuentran Jane Austen, Charlotte Brontë y George Eliot, entre otros, llevando la peor papeleta el irlandés George Bernard Shaw. Dejo aquí este apunte, para que mis lectores comprueben por sí mismos si están de acuerdo con Lawrence o no.

Y, pese a que su diatriba se advierte como el fruto de un orgullo herido, y que algunas de sus afirmaciones puedan parecernos cuanto menos sorprendentes, lo cierto es que leer sus palabras es una experiencia enriquecedora, que lleva al lector a reflexionar sobre la libertad creativa, el respeto a la obra de arte, y la realidad intelectual, la política y la social

En este sentido nos habla al final del libro Javier Ruíz Martín, traductor y autor del postfacio de A propósito de Lady Chatterley, quien ve en el vehemente escrito de D. H Lawrence un panegírico en favor de la libre expresión artística. Invito a mis lectores a conocer este interesante texto, en el que nos encontramos con anécdotas francamente interesantes, que son el colofón a un libro muy interesante, editado con gran esmero y con pies de página que lo enriquecen.

Carátula vídeo adaptación 1993 (Fuente: Amazon)
Mi inmersión en el “universo Lady Chatterley” ha sido francamente interesante y emocionante. Me ha gustado volver a esta obra después de tantos años, para contrastar de manera ordenada mis impresiones sobre la creación de su autor. Durante las pasadas semanas leí primeramente La segunda Lady Chatterley y continué con la versión canónica conocida cómo El amante de Lady Chatterley. Tras leer estos dos libros, vi tres adaptaciones: la que hizo la BBC en 1993, protagonizada por Sean Bean, Joely Richardson y James Wilby; la realizada en 2015 por la misma productora, pero con James Norton, Richard Madden y Holliday Grainger en los papeles principales; y finalmente vi la que estrenó en 2022 Netflix, con Emma Corrin, Jack O'Connell y Matthew Duckett a la cabeza de los actores, y con la aparición de la genial Joely Richardson en el papel de la enfermera Mrs. Bolton, que había sido Lady Chatterley en 1993.

Si la primera vez que leí esta novela vilipendiada por los contemporáneos de D. H. Lawrence la admiré como un referente de su época, hoy la he visto con mucho más admiración, no sólo por dibujar con gran acierto la época de entreguerras en las Midlands inglesas, una zona minera donde el contraste de clases y las consecuencias de la Gran Guerra amenazaban con cambiar el paisaje y a sus habitantes, como pude constatar aquella primera vez, sino como un gran trabajo intelectual y de introspección. Más allá del anecdotario y las connotaciones autobiográficas que pueda contener El amante de Lady Chatterley, la clarísima evolución conceptual que desarrolló el escritor en las diferentes versiones que escribió, desde mi perspectiva, son una muestra de su calidad literaria, a nivel estilístico, narrativo y como pensador. 

Por ello, terminar esta intensa vivencia leyendo A propósito de Lady Chatterley ha sido muy instructivo para recordarme que toda época tiene sus mitos, sus ideas y sus críticos. En nosotros está aceptar o no lo que nos quieren inculcar.


<¡Cómo! ¿Nada de crítica? No. El genio es una entidad como la naturaleza, y quiere, como ésta, ser aceptado pura y simplemente. Una montaña se toma o se deja. ¡Hay gente que hace la crítica del Himalaya piedra por piedra! Todo en el genio tiene su razón de ser. Es porque es. Su nombre es el reverso de su luz. Su fuego es una consecuencia de su llama. Su precipicio es la condición de su altura.> Victor Hugo (1802-1885)



Undine von Reinecke ♪



El autor por la Editorial

Fuente: Editorial Funambulista

David Herbert Lawrence nació en 1885 en Eastwood, Inglaterra, cuarto hijo de un minero y de una maestra. A los dieciséis años dejó los estudios y empezó a trabajar en una fábrica; sin embargo, al poco, un brote de neumonía lo obligó a abandonar el trabajo y a dedicarse a la enseñanza. Entretanto reanudó los estudios y se graduó en la Universidad de Nottingham. En 1907, publicó su primer cuento, A Prelude to a Happy Christmas (firmado por su mejor amiga, Jessie Chambers), con el que ganó un concurso de relatos. Después de trasladarse a Londres, vio la luz, en 1910, su primera novela, El pavo blanco, y, al año siguiente, El intruso. La profunda huella que le dejó la muerte de su madre le inspiró su tercera y autobiográfica novela, Hijos y amantes, en la que describió su propia juventud y, al mismo tiempo, la condición de la clase obrera en la Inglaterra de principios del siglo xx. Tras los difíciles años de la Primera Guerra Mundial pasados a caballo entre Inglaterra y Alemania, emprendió largos viajes que lo llevaron a vivir en Italia, Australia, México y Estados Unidos; esta fue la etapa más prolífica de la carrera literaria de Lawrence. En su estancia en Florencia, en 1926, empezó a redactar su novela más famosa y controvertida, El amante de Lady Chatterley, de la que redactó tres versiones, la última de las cuales fue publicada de modo restringido en 1928 y se hizo famosa. La obra permaneció censurada por pornográfica en Inglaterra hasta el año 1960. La polémica que surgió a raíz de la primera publicación del libro llevó a su autor a escribir en 1929 A Propos of Lady Chatterley’s Lover (que en breve publicará Editorial Funambulista). Murió de tuberculosis en Francia en 1930.


Comentarios

  1. Hola Undine, una muy instructiva e interesante reseña. No he leído El amante de Lady Chatterly, ni ninguna de las que mencionas, pero me las apunto para otra ocasión.
    Un besazo

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  2. Buenos días, Nitocris.
    Agradezco mucho tus amables palabras. Te invito a que leas en algún momento El amante de Lady Chatterley, es una experiencia lectora francamente interesante, como también lo es disfrutar del ensayo que escribió al respecto D. H. Lawrence. Ya me contarás.

    Un abrazo, y gracias por la visita!!

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  3. Buenos días Undine!. Leí el amante de Lady Chatterley hace unos años, en una edición que regalaba el periódico El mundo. La verdad es que me movió la curiosidad sobre una historia tan prohibida y censurada, y no me pareció para tanto; no se si porque la versión estaba basada en la edición censurada, o porque son otros tiempos y estamos cansados de ver y leer historias más explícitas y peor escritas.
    Yo estoy en contra de la censura de las obras literarias porque todas son hijas de su tiempo y no sólo nos proporcionan información valiosa sobre el pensar y sentir de cada época, si no que nos ayuda a no cometer los mismos errores.
    En cuanto a los ensayos que nos presentas, no los conocía, pero me los llevo muy bien apuntaos. Siempre resulta interesante e instructivo pasarse por tu Blog. Un abrazo.

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  4. ¡Hola! Qué pena que su obra haya sido tan criticada y tan mal recibida. Me encantaría leerlo para sentir tanta admiración como has sentido tú con la lectura y con la relectura. Un besote :)

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  5. No he leído aún nada del autor y mira que tengo El amante de Lady Chatterley pendiente en la estantería desde hace... Ahora tu extraordinaria reseña me deja con ganas. El problema es que le van colando pendientes...
    Besotes!!!

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  6. Querida Undine:
    Aplaudo fervientemente tu última frase. Ante todo tener criterio personal pero no sin ton ni son sino después después de enterarte de qué van las cosas.
    Nunca he leído ni tenía pensado ninguna de las versiones de Chatterley que veo que circulan, así que me podía haber caído cualquiera en las manos y yo me lo hubiera creído sin más, que estaba leyendo el original, que solo había una versión.
    Creo que nunca me he informado tanto de una obra por mucho que me haya gustado, me quedo con la historia y ya está. Debería poner un poco más de interés alrededor de mis lecturas, al menos de las que son especiales.
    Como siempre ha sido un placer pasarse por aquí a combatir la ignorancia y aprender cosas interesantes.
    Respecto a la censura actual me parece que se están yendo las cosas de las manos, es increíble, a estas alturas.
    Si alguna vez me decido con este clásico, me aseguraré de coger una buena versión y evitamos disgustos.
    Besitos y feliz inicio de mayo

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  7. ¡Hola preciosa!
    Creo que hace bastante tiempo que leí El amante de Lady Chatterley pero ahora no lo recuerdo con certeza, ya mi cabeza me va fallando jajajja. Los que nos traes hoy no los he leído.

    ❀ Fantasy Violet ❀
    Besotes! 💋💋

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  8. Ups... pues yo me quedé en El amante, que anda por casa pero no lo he leído todavía. Lo intenté una vez pero lo dejé. No fue porque no me gustara. No recuerdo lo que ocurrió pero ahí se quedó. Desde luego, de tus post siempre sale una con nuevas lecturas y mucho más erudita jeje. Besos

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