RESEÑA: HICIMOS UN JARDÍN, MARGERY FISH

Fuente: Undine von Reinecke

Ficha Técnica

Editorial: Gallo Nero

Traductora: Blanca Gago

Colección: Narrativas

Formato: 14 x 19 cm

Nº Páginas: 160

ISBN: 978-84-19168-53-5

P. V. P. : 19 €


Sinopsis de la Editorial

Este libro fue el origen de todo lo que vendría luego para Margery Fish y para muchos jardineros del mundo que se inspiraron en su trabajo. En la década de 1930, cuando la guerra ya se cernía sobre ellos, Margery y su marido Walter se marcharon de Londres y compraron una casa en ruinas y un corral en East Lambrook Manor, Somerset, con la intención de rehabilitarla y hacer un jardín. Este libro es el relato de su aventura. Margery y Walter tenían ideas muy contrapuestas acerca del jardín. En primer lugar, estaba el jardín que Walter quería: un desfile suburbano reglamentado de senderos, césped y dalias. Y luego estaba el jardín que Margery anhelaba y que de hecho creó con éxito en los años posteriores a la muerte de su marido en 1947: una especie de jardín armonioso, informal y espumoso, con sus bordes llenos de flores «verdes» y sus rincones sombreados repletos de flores.


Propuesta musical para este libro


* Crédito del vídeo: Canal de YouTube Vera Lynn

La canción que el lector está escuchando se titula If I am Dreaming, pertenece al álbum del mismo título, que la famosa vocalista inglesa Vera Lynn (1917-2020) grabó para la productora Decca en 1956. La cantante, que se había hecho muy famosa en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, siendo conocida como The Forces’ Sweetheart (la novia de las fuerzas armadas), porque cantaba para los soldados durante la contienda, siguió gozando de mucho éxito durante la década de 1950. De hecho, era frecuente escuchar su voz a través de todas las emisoras de radio de los Estados Unidos y del Reino Unido. La cantante gozó de tanta fama, que en 1969 fue nombrada Oficial de la Orden del Imperio Británico y, seis años después, le otorgaron el grado de Dama Comandante.

El motivo por el que he elegido esta canción para amenizar la reseña de hoy, se debe a que apareció en la lista de éxitos inglesa de 1956, el mismo año que se publicó Hicimos un jardín de Margery Fish. Por otro lado, no sería extraño imaginar a Fish trabajando en su jardín al son de la suave voz de Vera Lynn.


Lo que Undine opina del libro


<En la naturaleza nada hay superfluo.> Averroes (1126-1198)


Ahora que la época estival nos acompaña, y que el buen tiempo nos invita a salir de nuestros hogares, me viene a la memoria una de las frases que, posiblemente, más a menudo haya citado desde que abrí el blog. Me refiero a esa máxima del famoso orador romano Ciceron (106 AC-43 AC), que habla de la felicidad absoluta cuando se disfruta de una biblioteca cercana a un jardín. Literatura y naturaleza son dos placeres que el verano suele  reunir y propiciar.

Hughenden Manor,  Buckinghamshire , Inglaterra
Fuente: Undine von Reinecke

Solazarse con una interesante lectura al aire libre, rodeados de las fragancias exuberantes y del colorido variopinto que nos ofrece hasta el más modesto jardín, es un deleite exquisito que todo lector sabe apreciar.

Los ingleses saben mucho al respecto. No en vano, el pueblo británico se ha distinguido desde antaño por su apego hacia la lectura y por su amor al mundo vegetal. De hecho, si la memoria no me falla, la primera biblioteca circulante data de 1725 y fue creada en Edimburgo por el poeta y librero Allan Ramsay. Por otra parte, quién duda de que los británicos llevan la jardinería en los genes, sólo hay que visitar aquellas Islas para llegar a esa conclusión. No son tantos los países que pueden presumir de lugares tan bellos como los que encontramos en el parque de Chatsworth House, en Derbyshire, los jardines de Trewithen, en Cornualles, o los de Cawdor Castle, situados en una la localidad escocesa cercana a Inverness.

Como mis lectores asiduos saben, yo he dedicado muchos veranos a recorrer la geografía británica. Bien pertrechada y cámara fotográfica en mano, he viajado por Escocia e Inglaterra, visitando grandes mansiones y casas de campo, con sus parques, huertos y jardines, que un día fueron el orgullo de sus señoriales dueños, y hoy están abiertos al público, para que los amantes de la belleza los puedan disfrutar.

Sin embargo, la jardinería nunca ha sido una práctica exclusiva de la clase privilegiada británica. En Gran Bretaña, todo individuo con un metro cuadrado de terreno se ve impelido a diseñar su propio jardín. De ello dan fe los muchos concursos florales que se convocan anualmente. Estas iniciativas se remontan a los siglos XVII y XVIII, datándose la fundación de la prestigiosa London Horticultural Society a comienzos del XIX, y son acontecimientos dignos de contemplar.

Como decía, entusiastas de los jardines hay muchos en Gran Bretaña. Estos limpian, cavan y siembra la tierra, visitan viveros, asisten a exposiciones, intercambian esquejes con otros jardineros y, por supuesto, disfrutan leyendo un buen libro que habla sobre los misterios que oculta el mundo vegetal.

Sissinghurst, Kent, Inglaterra (Fuente: Undine von Reinecke)

A propósito de los libros que hablan sobre jardinería, este es un género literario que los británicos manejan también divinamente. De hecho, sorprende comprobar la cantidad de novelistas famosos que han hecho sus pinitos en este campo. Por poner algún ejemplo, Penelope Lively escribió un maravilloso ensayo titulado Vida en el jardín👈 (2017), y la autora eduardiana Vita Sackville-West, consumada jardinera, que diseñó el maravilloso vergel de Sissinghurst, escribió varios textos con esta temática, aunque también era conocida por sus interesantes artículos, que publicaba en las revistas especializadas y en la prensa en general.

Una de aquellas famosas reseñas, publicada en The Observer en 1956, se la dedicó al libro Hicimos un jardín de Margery Fish que, como mis lectores imaginan, es la obra que me ocupa hoy. La edición española pertenece a la editorial Gallo Nero, que la ha puesto a nuestra disposición con la cuidada traducción de Blanca Gago.

Pero, ¿quién era Margery Fish? El nombre también era nuevo para mí cuando vi el título por primera vez. Prepárense mis lectores, porque desde hoy ya no la van a olvidar. 

Margery Fish (1892-1969), fue una jardinera y escritora inglesa, cuyos textos estaban dedicados al mundo de la jardinería. Su figura ha pasado a la historia por ser una de las personalidades que más han influido en el desarrollo de lo que se denomina English Cottage Gardening, que viene a ser ese tipo de paisajismo informal que lucen las bonitas parcelas de las casas de campo y que también se ve en algunos de los pequeños terrenos traseros de los hogares urbanos, porque que ha calado hondo en el corazón británico. Para que mis lectores se hagan una idea, si recuerdan la adaptación televisiva Miss Marple, basada en el famoso personaje creado por Agatha Christie, en muchos de los episodios se identifica ese tipo de floresta, ya que, tanto la protagonista como sus amistades de la localidad campestre de St. Mary Mead poseen un jardín rural. Así deben imaginar el tipo de vergel que buscaba Margery Fish, un paraíso vegetal multicolor y aparentemente ecléctico, compuesto por flores, plantas varias, árboles y elementos decorativos complementarios, cuya misión es enmarcar armoniosamente y en sintonía con el entorno que debe acompañar. 

<¿Quién no ha soñado con tener un jardín de hierbas, un pequeño oasis de plantas antiguas de fragancia delicada, con setos recortados de boj o lavanda, romero o santolina?>

Kelmscott Manor, Cotswolds, Oxfordshire (Inglaterra)
Fuente: Undine von Reinecke

Fish no fue una jardinera elitista ni pretenciosa, y tampoco recibió una formación paisajística al uso. De hecho, su vocación emergió pasada ya la cuarentena de manera casual; en su juventud, ella prefería dedicar su ocio a menesteres deportivos como el golf. Por otro lado, su vida profesional no transcurría al aire libre, sino en oficinas. Fish se había preparado para ser secretaria y trabajó como tal para diferentes empresas del sector de la prensa. A ese respecto, debe mencionarse la estrecha colaboración que mantuvo durante la Gran Guerra con el prestigioso editor Lord Northcliffe, y la que sostuvo años después junto a Walter George Fish (1874 - 1947), editor del periódico Daily Mail, que sería su última función como secretaria, ya que posteriormente se dedicó a escribir artículos para diferentes empresas periodísticas, escribiendo incluso sobre temáticas deportivas. 

Margery contrajo matrimonio en 1933 con Walter G. Fish, el hombre que había sido su último jefe, y este hecho cambió diametralmente su forma de vida. Tras un viaje realizado por Walter G. Fish a Alemania en 1937, convencidos de que se aproximaba una guerra, la pareja decidió comprar un cottage en el campo para alejarse de los posibles peligros bélicos que pudieran amenazarlos en Londres. Ese fue el germen de su afición a las plantas.

Así nos lo cuenta Margery en Hicimos un jardín, donde también narra cómo la afición por trabajar en el jardín le llegó casi de manera espontánea y gracias a su esposo, que era el típico inglés orgulloso de sus dotes con las plantas, y que estaba acostumbrado a lidiar con jardineros desde siempre. Sea como sea, Margery Fish, que dio muestras de ser una tenaz aprendiz jardinera y no se achicó frente a las imposiciones del maestro, mediante el común sistema de prueba y error, y dejándose llevar por la intuición, consiguió encontrar su propio estilo paisajístico. 

Fuente: Editorial Gallo Nero

Y eso justo es lo que relata Hicimos un jardín, un relato fascinante, divertido y muy instructivo, que denota las grandes dotes narrativas de la autora y su enorme sentido del humor. 

La narración arranca en el momento en que el matrimonio compró el cottage East Lambrook Manor, una propiedad del siglo XV destartalada, ubicada en la parroquia de Kingsbury Episcopi (Somerset), donde pretendían establecer su hogar el tiempo que durase la guerra, y finaliza años después de haber concluído la contienda, cuando Margery ya era una jardinera de enorme reputación y Walter había fallecido tiempo atrás.

Durante la lectura, el lector conocerá cómo fue el proceso para encontrar el cottage ideal, también disfrutará del proceso de rehabilitación que experimentaron la vivienda y la parcela adquirida por los Fish, y cerrará el libro entusiasmado, tras deleitarse con el bello y emotivo pasaje final escrito por Margery Fish.

En medio de todo ello, se topará con escenas de diferente carácter, tanto didáctico como sociocultural, ya que el libro es un documento muy interesante para conocer cómo era la forma de vida en el campo en el periodo de entreguerras de la clase media alta británica. Fiestas, reuniones e intercambio de consejos sobre jardinería siembran estas páginas. De tal modo, que si mis lectores están pensando plantar su propio jardín, pueden utilizar el libro de Margery Fish como su fiel guía, porque Hicimos un jardín contiene interesante  información sobre especies florales y sobre la conveniencia de plantar una u otra especie en determinado lugar. 

<La prímulas pequeñas y escondidas al pie de los muros son muy atractivas. La variedad Wanda, al crecer entre las piedras, forma una guirnalda, muy distinta de la que los pájaros picotean entre los tulipanes o los nomeolvides (...)>

En otro sentido, el estilo tan personal y directo que posee el texto entabla estrecha relación con el lector, quien parece estar disfrutando de las confidencias de una buena amiga. Este aspecto del libro lo percibimos especialmente en los pasajes que narran las disputas del matrimonio Fish, ambos empeñados en construir un jardín de muy diferente condición. Sus riñas y las puyas que la escritora dirige hacia su marido y, en ocasiones, hacia sí misma,  aumentan el carácter hilarante de Hicimos un jardín.  

Hughenden Manor,  Buckinghamshire , Inglaterra
Fuente: Undine von Reinecke

Bucear en este texto es tan divertido y emocionante, que el proceso se convierte en una experiencia altamente visual. Algo imprescindible en un libro que persigue la practicidad sin desfavorecer el espíritu plástico y artístico.

Como decía al comienzo de la reseña, Margery Fish se convirtió en un icono de la jardinería en Gran Bretaña. Los resultados que consiguió experimentando en su parcela de East Lambrook Manor, donde estuvo trabajando herramienta en mano y casi sin ayuda durante dieciocho años, fueron tan espectaculares que, en la actualidad, su precioso jardín está catalogado como de Grado 1 por English Heritage. Por otro lado, sus grandes dotes como comunicadora carecen totalmente de afectación y poseen la cualidad de empatizar con el lector, por lo que es lógico que sus libros sigan siendo en la actualidad un referente para todo aquel que apueste por una jardinería responsable, armoniosa y respetuosa con el mundo natural. Así es Hicimos un jardín.


<La naturaleza benigna provee de manera que en cualquier parte halles algo que aprender.> Leonardo Da Vinci (1452-1519)


Undine von Reinecke ♪


La autora por la Editorial

Fuente: Editorial Gallo Nero

Margery Fish (1888-1969) pasó la mayor parte de su vida en Londres antes de mudarse a Somerset. Fue colaboradora activa de las revistas Amateur Gardening y The Field. Como voluntaria de la Cruz Roja Británica, abrió su jardín al público para recaudar fondos que luego donó a esta asociación y otras organizaciones benéficas.


Comentarios

  1. ¡Hola! Este no lo veo para mí pero creo que a mi hermana le podría encantar por los temas que trata así que se lo voy a recomendar para que le eche un vistazo. Un besote :)

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    1. Buenos días, Marya.
      Ya me contarás qué opinión merece este libro a tu hermana. Espero que lo disfrute muchísimo.

      Un abrazo, y gracias por leerme!!

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  2. Querida Undine:
    ¿Seguirá la gente joven esa tradición jardinera?
    La botánica se me resiste. Este año volví a intentar sembrar girasoles y ahí están, intentando brotar, de momento solo tengo hojas. También solo se me ocurre a mí sembrar una de las flores que más sol necesitan en un sitio donde ni siquiera ha llegado el verano todavía.
    Es curiosa la historia de esta mujer y seguro que lo cuenta interesante. Gallo Nero siempre trae este tipo de libros, pacíficos y de buen rollo.
    Besotes y feliz semana

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    1. Buenos días, Norah.
      Yo creo que sí, que una parte de la población joven inglesa se interesa por la jardinería. En mis visitas a la campiña inglesa he visto a muchas parejas jóvenes visitar estos vergeles con su familia.
      Yo tampoco soy especialmente hábil con las plantas, pese a lo mucho que me gusta el paisajismo. No obstante, no cejo en mi empeño de estudiar este fascinante mundo que tantas alegrías me proporciona. Y sí, Gallo Nero es una editorial muy original que nos proporciona lecturas variadas e interesantes.

      Un besote, y muchas gracias por tu presencia!!

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  3. Hola Undine, parece un libro tranquilo y apacible, pero los jardines no son lo mío, por mucho que haya anécdotas que hagan referencia a su vida conyugal no creo que me llegaran a llenar tanto como para ponerme con él. Pero me encanta saber más cosas.
    Un besazo

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    1. Buenos días, Nitocris.
      Entiendo tus palabras, cada lector conoce muy bien su criterio. No obstante, si te topas con el libro échale una mirada, ya verás que es muy interesante.

      Un abrazo, y gracias por comentar!!

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  4. De Reino Unido solo conozco Londres, Edimburgo y Glasgow. Nunca nos hemos atrevido a alquilar coche para recorrer la isla con eso de conducir por la izquierda. Es por eso que solo conozco los parques ingleses de series y películas, pero me atraen mucho más que los geométricos y pulcros jardines franceses.
    No sé si me animaré con este libro, pero me ha resultado interesantes saber de la autora.
    Un beso.

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    1. Buenos días, Rosa.

      Sin duda, la conducción en Reino Unido no es cosa fácil. Sin embargo, la libertad que proporciona disponer de un automóvil me facilitó llegar a lugares que quedan muy alejados de las rutas turísticas. De hecho, durante mis viajes por Inglaterra y Escocia no creo haberme topado con ningún ciudadano español, italiano o francés, por poner algún ejemplo, fuera de las grandes ciudades. Por otro lado, el transporte público tiene un precio elevado, y viajar en automóvil resulta más económico. Gracias a ello he conocido lugares maravillosos y he podido estudiar a fondo el patrimonio sociocultural de aquellos lugares. Todo un privilegio para mí.

      Un abrazo, y mil gracias por leerme!!

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  5. Se ve de esas lecturas tranquilas, para leer con calma, que te tiene que producir hasta paz. Pero no creo que me anime. Mi relación con la jardinería se limita a dos macetas y un cactus, que están sobreviviendo pese a mi maltrato... No es un tema que me tiente, pero eso sí, he disfrutado, como siempre, leyéndote. Y con tu propuesta musical.
    Besotes!!!

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    1. Buenos días, Margary.
      Entiendo lo que comentas, cada uno de nosotros sabemos qué lecturas nos llegan al corazón. No obstante, si te llega este libro a las manos échale un vistazo. Ya verás qué obra tan fascinante.

      Un beso, y muchas gracias por visitarme!!

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  6. ¡Hola! No conocía este libro, pero por lo que cuentas parece interesante. Me encantan tus reseñas, pero sobre todo como escribes :)

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    1. Buenos días, Likur.
      Mil gracias por tus palabras!! Ojalá el libro sea de tu agrado.

      Un abrazo, y gracias por la visita!!

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  7. Qué maravilla de libro, justo lo que necesito ahora mismo para mis vacaciones. Cuando estoy muy estresada, suelo buscar refugio en ensayos sobre naturaleza, pero los jardines también son oasis de calma. Me encanta lo que comentas sobre el sentido del humor de la señora Fish, sobre que es referencia para English Cottage Gardening y esas pullas con su marido. En este sentido, aunque los Leighton son aficionados comparados con los Fish, te recomiendo mucho "Cuatro setos", de Clare Leighton. Besos

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    1. Buenos días, Mónica.

      Me encanta que compartamos esta afición por los libros de este calado. Por cierto, te leí ayer y encargué inmediatamente Cuatro setos de Clarw Leighton. Si tengo ocasión lo leeré este verano. Muchas gracias por compartir el libro conmigo!!

      Un abrazo grande!!

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