RESEÑA: EL ETERNO MARIDO, FIÓDOR M. DOSTOIEVSKI

Fuente: Undine von Reinecke

Ficha Técnica

Editorial: Alba

Traducción: Fernando Otero Macías

Número de colección: CLXXI

Encuadernación: Tapa dura

Formato: 14x21

Páginas: 232

ISBN: 978-84-1178-053-7

Categoría: Alba Clásica

P. V. P.: 19,50 €


Sinopsis de la Editorial

Velchanínov, cerca ya de los cuarenta, es «un hombre que había vivido mucho, y a lo grande»: rubio, apuesto, culto y galante, ha dilapidado ya dos herencias y se encuentra en San Petersburgo para resolver un litigio a propósito de una tercera. Es también hipocondríaco y sueña que «una muchedumbre enorme» se junta en su piso para acusarle de un crimen. De pronto reaparece en su vida un antiguo amigo al que hacía nueve años que no veía y con cuya mujer, ahora difunta, tuvo una larga aventura: Trusotski, un funcionario triste y calvo, alcoholizado, que se presenta como «un hombre hundido, pero no hundido sin más, sino radicalmente hundido». El hecho de que Trusotski tenga una hija de unos ocho años, visiblemente maltratada, despierta en Velchanínov el deseo de salvarla y de expiar así «toda mi existencia anterior, hedionda y baldía». (...)


Propuesta musical para este libro

K nei,- Mijaíl Glinka, intérprete Maria Maksakova

*Crédito del vídeo: canal de YouTube ManricoV

La pieza que el lector está escuchando se titula A ella, K Nei en ruso del original, y es una composición de Mijaíl Ivánovich Glinka (1804-1857), que el músico ruso compuso en 1843, y cuya letra está basada en la traducción rusa, realizada por Serguéi Grigórievich Golytsin (1803-1868), del poema Do D. D. Moja Pieszczotka (A D. D. Mi caricia, 1825), perteneciente al escritor polaco Adam Mickiewicz (1798-1855). *Fuente: pie de página edición El eterno marido, Alba Editorial.

El motivo por el que he elegido esta obra para acompañar la reseña de hoy es porque Dostoievski hace alusión a ella en un momento de la novela. Por otro lado, como menciona Fernando Otero Macías en sus interesantes comentarios, Dostoievski y Glinka se conocieron y el escritor ruso sentía gran admiración por su eminente compatriota compositor.


Lo que Undine opina del libro


<Nunca aconsejéis a un hombre que desconfíe de una mujer con la que ya esté casado. Es demasiado tarde para él.> Lord Byron (1788-1824)


Una de las experiencias que más satisfacción me provocan como lectora son las carambolas literarias. Me refiero a esas casualidades mágicas de encadenar una lectura tras otra, cuando te topas con varios títulos que están relacionados entre sí.

Octave Mirbeau (Fuente: El Nadir Ediciones)

Hace varias semanas, pude disfrutar de una de estas serendipias novelescas, cuando enlacé la lectura de Carta a un abogado de Octave Mirbeau (1894) con mi inmersión en la narrativa de Gabriele D’Annunzio a través de Giovanni Episcopo (1892), dos obras que analizan la institución del matrimonio decimonónico desde el punto de vista masculino. Si en la primera el autor francés presentaba a su protagonista como un hombre caído en desgracia por haber contraído nupcias con una dama sin sentimientos ni compasión, no menos lamentable es la situación de Giovanni Episcopo, el gris personaje principal que perfiló para su obra D’Annunzio, a quien puso en brazos de otra despótica dueña. Ambos relatos comparten muchos motivos en común que, desde mi perspectiva, analizan de manera singular la línea de pensamiento que imperaba en Europa en sus respectivos tiempos. 

Sin embargo, no me topé con estas dos lecturas por casualidad. Las elegí a voluntad como parte del viaje literario👈 que estoy realizando. 

Gabriele D'Annuzio (Fuente: Ed. Funambulista)
La magia surgió después, cuando la editorial Alba anunció una de sus novedades. Se trataba de El eterno marido de Fiódor Dostoievski, una obra que comparte muchos paralelismos con las otras dos nouvelles, especialmente con la italiana, pero que fue publicada dos décadas antes que los textos de D’Annunzio y Mirbeau.

Evidentemente, al leer la sinopsis de El eterno marido me vi impelida a sumergirme inmediatamente la novela, pese al recelo, quizá sea más preciso denominarlo respeto, que siempre me ha causado embarcarme en cualquier texto de Dostoievski, triste secuela que arrastro desde la adolescencia.

Y hoy vengo con entusiasmo a valorar esta fantástica edición de El eterno marido de Fiódor Dostoievski, que la editorial Alba ha puesto en las mesas de novedades con la interesante nota al texto y traducción de Fernando Otero Macías.

Fuente: Alba Editorial

El eterno marido nos cuenta la historia de Velchanínov, un hombre atractivo y vividor que, tras haber dilapidado dos herencias a lo largo de sus casi cuatro décadas de vida, ha alquilado una casa en San Petersburgo, mientras dura el pleito que ha interpuesto para conseguir hacerse con el capital de una tercera. De estado anímico febril, aprensivo y desbocado, durante sus paseos por la ciudad se topa reiteradamente con un tipo algo extraño, que parece tener interés en él. Velchanínov se obsesiona con estos encuentros, y cree que no son casuales. Hasta que un día, el extraño individuo se presenta en su casa y todo comienza a tener sentido. Se trata de Trusotski, un antiguo conocido de Velchanínov, con cuya esposa tuvo un affaire en el pasado. Sin embargo, la dama falleció hace algún tiempo, sumiendo a este caballero en la desesperación y al cargo de una hija de tan solo ocho años. La niña da muestras visibles de estar siendo maltratada por su alcoholizado progenitor, y Velchanínov, conmovido por la triste vida que lleva la pobre huérfana y por las sospechas que despiertan en él su fecha de nacimiento, decide hacerse cargo de padre e hija, comenzando así una historia trepidante, de dar caza al gato o al ratón. 

El eterno marido es una absorbente y divertida novela corta, una obra poco conocida de Dostoievski que, sin embargo, pertenece al periodo de madurez creativa del autor, y que están enclavada entre El idiota (1869) y Los demonios (1871), dos de sus títulos más admirados. La obra fue escrita mientras el escritor vivía fuera de Rusia (1867-1871), y fue publicada por primera vez en la revista Zariá en los números de enero y febrero de 1870, con el título original de Вечный муж ,( Vechny muzh). La obra vio la luz en forma de libro un año más tarde, gracias al impresor de San Pertersburgo Aleksandr Bazunov. Así nos lo cuenta Fernando Otero Macías, traductor y autor de la nota al texto que aparece al principio del libro, en la que explica también el interesante proceso creativo al que se vio sometido Fiódor Dostoievski para escribir esta historia por encargo de sus editores. Y, pese a que este texto ha pasado de alguna manera inadvertido, parte de la crítica considera a El eterno marido como una de las obras más logradas del autor, y posee una carga enorme de originalidad, porque Dostoievski también recurrió a motivos diferentes a los que solía emplear.

Esta novela es por momentos tan hilarante, y posee un espíritu tan característico de lo que suele definirse como humor negro que, en mi opinión, el texto adquiere forma de tragicomedia muy cercana al carácter burlón de la narrativa dickensiana.  

Por otro lado, en El eterno marido también se trabajan fundamentos de naturaleza comprometida y filosófica habituales en el conjunto de la narrativa de su autor, como son el asesinato, la venganza, el suicidio, la destrucción de los valores familiares, la redención a través del renacimiento espiritual… Como vemos, muchos de los recursos que Dostoievski utilizó a lo largo de su carrera como escritor, y que le ayudaron a constituirse como uno de los autores de referencia de su generación y para las que vinieron después. Él fue pionero a la hora de analizar los sentimientos y las contradicciones del individuo.

Fuente: Alba Editorial

Con todo y con ello, desde mi perspectiva, lo realmente especial o interesante de la obra es cómo Dostoievski presenta la temática principal. El escritor utilizó el motivo del adulterio apartándose de los clichés literarios habituales y de manera tan sugerente que, pocos años después, Lev Tolstoi publicaría su famosa novela Anna Karénina usando la misma temática y algún que otro recurso ambiental similar. Eso sí, la obra tolstoiana tiene una personalidad sutilmente diferente que establece una distancia considerable entre ambos textos. Sólo hay que comparar a las mujeres adúlteras que aparecen en ambas novelas para comprobarlo, ya que la de Dostoievski es difícil que despierte en el lector sentimientos de empatía o compasión.

Y en este punto me remito al principio de mi reseña, cuando establecía ciertos paralelismos entre Giovanni Episcopo de Gabriele D’Annunzio y El eterno marido. Por un lado, ambas novelas estudian a una figura femenina de personalidad similar, tan pérfida y poderosa como interesante; y por otro, en las dos historias aparece un trío formado por un matrimonio y el tercero en discordia, causante del adulterio. 

Sin embargo, en mi opinión, la principal coincidencia entre Giovanni Episcopo y El eterno marido reside en la figura del marido ofendido, un hombre gris y pusilánime, a quien Dostoievski bautiza como el “eterno marido”,  que posee las características adecuadas para caer en las garras de cierto espécimen de mujer. La diferencia entre la novela del ruso con respecto a la del escritor italiano es el diferente poso emocional que deja en el lector. Si en el caso de Giovanni Episcopo podemos hablar de un auténtico dramón, en la novela de Dostoievski su esencia, pese a determinados acontecimientos que se narran a lo largo del transcurso de la obra, resulta más amable y divertida.

Otra diferencia entre ambas novelas es el planteamiento narrativo. En el caso del texto de Dostoievski, el encargado de contar los sucesos es la figura del amante masculino, mientras que en la obra de D’Annunzio la voz principal corresponde al marido injuriado. Y esta desigualdad tiene gran importancia, porque influye sobre el resultado final: la perspectiva de El eterno marido resulta menos angustiosa y, en ocasiones, incluso luce una vena satírica y muy jocosa, a diferencia de lo que perseguía la obra del escritor italiano.

De hecho, Dostoievski tenía perversas y burlescas intenciones en El eterno marido, ya que su mirada se centra en la relación de “amistad” que une a los dos caballeros de aquel trío adúltero inusual, años después de que se cometiera la infidelidad. 

Retrato de una niña, P. A. Renoir (1880)
Fuente: Wikipedia

Es en este momento cuando entra en juego otra pieza importante de El eterno marido. Me refiero a Liza, la pobre huérfana de madre, a quien el protagonista Velchanínov cree ver como un posible fruto de su indecorosos amoríos con la dama adúltera. Este personaje infantil, por quien el lector se siente tremendamente atraído, será tratado como moneda de cambio por los dos individuos implicados en el pérfido triángulo amoroso. La tensión que se genera es soberbia, espectacular, ya que el escritor ruso utilizó sus mejores dotes estilísticas y creativas, para construir una atmósfera repleta de tensión, sospecha, miedo y rivalidad. En mi opinión, pocos escritores podrían igualarla. A destacar el deslumbrante planteamiento psicológico con el que Dostoievski perfiló a sus personajes, siendo conmovedor el representado por la pequeña Liza, víctima inocente de los pecados de sus padres, que es tratado con suma delicadeza y modernidad. 

No obstante, esa incertidumbre argumental y la opresión ambiental a la que me refería anteriormente, llegado un punto determinado en el relato, se relaja para dar paso una fase de la historia un tanto más distendida y disparatada, repleta de personajes nuevos que ponen la sal y la pimienta en esta nueva cara de la comedia. De ello se deriva que en la obra puede dividirse en dos partes claramente diferenciadas: una primera en la que se narra el reencuentro entre Velchanínov y Trusotski, cuyo desenlace culmina en motivo dramático que no puedo desvelar; y una segunda, dominada por ciertas sospechas aterradoras que padece Velchanínov, y por los nuevos acontecimientos que suceden en la vida de ambos caballeros. Esta última parte de la narración se transforma, instantes sí instantes no, en una tragicomedia disparatada, que adopta diferente carácter, pero con resultado siempre emocionante para el lector.

El libro se cierra en una estación ferroviaria. Este lugar no debe confundir a quienes se embarquen en esta historia, ya que los hechos que allí acontecen, puedo prometer, son muy diferentes a los que recuerden de Anna Karénina. Y hasta ahí puedo contar, el resto tendrán que descubrirlo cuando lean El eterno marido, una obra de trama original, estilísticamente brillante, abrumadora, muy humana, que posee por encima de todo ese espíritu característico con el que se define el alma eslava, esa de la que Chéjov dijo que era difícil deshacerse, y a la que Gogol culpaba de llevar a los rusos a morir de manera dramática.

Así es El eterno marido, una historia un tanto peculiar, incluso algunos podría apelar a ella como surrealista, que analiza con inteligencia y mucho humor avatares cotidianos de la vida,  en su búsqueda incansable de la redención.

<¿Qué ha contribuido más a la felicidad humana, lo real o lo imaginario?> Friedrich Nietzsche (1844-1900)


Undine von Reinecke ♪



El autor por la Editorial

Fuente: Alba Editorial

Nació en Moscú en 1821, hijo de un médico militar. Estudió en un colegio privado de su ciudad natal y en la Escuela Militar de Ingenieros de San Petersburgo. En 1845, su primera novela, Pobre gente (ALBA CLÁSICA núm. CIX; ALBA CLÁSICA MINUS núm. 70), fue saludada con entusiasmo por el influyente crítico Bielinski, aunque no así sus siguientes narraciones. En 1849, su participación en un acto literario prohibido le valió una condena de ocho años de trabajos forzados en Siberia, la mitad de los cuales los cumplió sirviendo en el ejército en Semipalatinsk. De regreso a San Petersburgo en 1859, publicó la novela La aldea de Stépanchikovo y sus habitantes. Sus recuerdos de presidio, Memorias de la casa muerta (ALBA CLÁSICA MAIOR núm. X; ALBA CLÁSICA MINUS núm. 55), vieron la luz en forma de libro en 1862, un año después que su primera novela larga, Humillados y ofendidos (ALBA CLÁSICA MAIOR núm. LI; ALBA CLÁSICA MINUS núm. 85). Fundó con su hermano Mijaíl la revista Tiempo y, posteriormente, Época, cuyo fracaso le supuso grandes deudas. La muerte de su hermano y de su esposa el mismo año de 1864, en que publicó Memorias del subsuelo (ALBA CLÁSICA núm. CLXIV), la relación «infernal» con su amante, Apolinaria Suslova, la pasión por el juego, un nuevo matrimonio y la pérdida de una hija le llevaron a una vida nómada y trágica, perseguido por acreedores y sujeto a contratos editoriales desesperados. Sin embargo, desde la publicación en 1866 de Crimen y castigo, su prestigio y su influencia fueron centrales en la literatura rusa, y sus novelas posteriores no hicieron sino incrementarlos: El jugador (1867), El idiota (1868; ALBA CLÁSICA MAIOR núm. LXXIX), El eterno marido (1870), Los demonios (1872; ALBA CLÁSICA MAIOR núm. LXVIII), El adolescente (1875, ALBA CLÁSICA MAIOR núm. LXXXV) y, especialmente, Los hermanos Karamázov (1878-1880; ALBA CLÁSICA MAIOR núm. LVIII). Sus artículos periodísticos se hallan recogidos en su monumental Diario de un escritor (1873-1881; ALBA CLÁSICA MAIOR núm. XXXVII; ALBA CLÁSICA MINUS núm. 50). Dostoievski murió en San Petersburgo en 1881.

 

Comentarios

  1. Buenos días, Undine.
    Entiendo y comparto tu respeto-recelo hacia el autor. Tan solo he sido capaz de leer Crimen y castigo que me fascinó. Luego lo intenté con Los hermanos Karamazov y me resultó imposible.
    Interesante esa diferencia entre una novela de adulterio y trío amoroso que está contada por el amante adúltero o por el marido. Sería difícil que el marido le diera un toque cómico o divertido, mientras que al amante le va de maravilla ese toque burlón. Tomo nota de la novela. Así amplío mi conocimiento de Dostoievski.
    Un beso.

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  2. ¡Hola! Yo no he me atrevido todavía con el autor y no sé si llegaré a hacerlo algún día pero, si lo hago, seguramente opte por Crimen y castigo. Un besote :)

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  3. Me gusta este autor. Tomo nota. Te mando un beso.

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  4. Buenos días, Undine:
    Ya te decía que el autor está en la lista de las buenas intenciones, de esos que sientes una especie de obligación moral lectora de probar al menos una vez en la vida.
    También me asustaron siempre los clásicos rusos, por extensión, por si eran demasiado densos o abstractos y aunque con Karenina perdí parte de ese miedo, aún perdura y eso que hace un par de años también pude con Guerra y paz. Lo más complicado de los rusos es que les ponen varios nombres al mismo personaje.
    Me parece una historia muy interesante la que traes y más asequible que Los hermanos Karamazov, que es la típica que quiero leer como reto en plan, a que puedo.
    Pero igual mejor empiezo por aquí, que me ha gustado el tejemaneje.
    El humor negro quizá sea junto con el sarcasmo y la ironía el tipo de humor que mejor me encaja.
    Me lo llevo.
    Besitos y feliz comienzo de mes

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  5. Buenas tardes Undine, Dostoievski es un autor que me fascina aunque me resulta difícil, Los hermanos Karamazov me encantó lo mismo que El idiota, Memorias del subsuelo me resultó en cambio mas complicado y no me he atrevido con Crimen y Castigo. Esta que traes hoy puede ser una buena opción para retomarlo. Inteligencia y humor siempre es una buena combinación. Un abrazo.

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