DIARIO DE UNA LECTORA DE TOLSTÓI: EL CAMINO DE LA VIDA CON TOLSTÓI Y SELMA ANCIRA

Fuente: Undine von Reinecke


Sinopsis de la editorial
El camino de la vida sólo vio la luz en ruso en 1911, unos meses después de que Lev Tolstói falleciera en la estación ferroviaria de Astápovo. El libro, que había permanecido inédito en español, como un tesoro escondido, es la culminación de la obra moral del escritor y la expresión más completa de su pensamiento religioso: un destilado de máximas legadas por los sabios de todos los tiempos y de todas las tradiciones del mundo que le inspiraron sus propias reglas para el perfeccionamiento interior. Cada uno de los treinta y un capítulos que integran este volumen—uno por cada día del mes—conforman un singularísimo breviario espiritual destinado a «llevar una vida de bien» y contribuir así a la realización de una aspiración tan antigua como irrenunciable: la convivencia pacífica entre los individuos y los pueblos.


30 de enero de 2020

Cuando emprendo un viaje tengo por costumbre dejar por escrito algunas palabras para mis seres queridos. No siempre fue así. Cuando era muy joven vivía día a día consumiendo la vida con gran placer. Y, aunque ahora deleitarme con la belleza sigue pareciéndome una motivación suficiente para afrontar cada día, además de muchas otras cosas de mi vida, también es cierto que pienso mucho en los demás; quizá la maternidad obrara esto en mí. Es por eso que al tomar un avión, o coger un coche, dejo cartas escritas para cada persona a la que quiero. Y no es el miedo a lo que me pueda suceder lo que me motiva, no. En realidad lo que yo temo es el sufrimiento de los que se quedan aquí.


Capítulo XXX: Después de la muerte



<Preguntan: ¿qué pasará después de la muerte? A esa pregunta no hay sino una respuesta: el cuerpo se pudrirá y se convertirá en polvo, eso lo sabemos con certeza. De lo que pasará con eso que llamamos alma, no podemos decir nada, porque la pregunta “¿Qué pasará?” está en relación con el tiempo. El alma no fue ni será. El alma es. Si ella no existiera, nada existiría.>

En este penúltimo capítulo de El camino de la vida, vuelvo a reflexionar sobre el estado anímico de Tolstói. Su necesidad de entender o especular sobre qué es la muerte, y lo que ocurre con el alma tras acontecer ésta. Creo definitivamente, que viendo próximo su final, la necesidad de encontrar una respuesta apaciguadora le obsesionaba. El capítulo me ha incomodado, no por la temática, pues para mí no es algo abrumador, sino porque me he sentido como una intrusa que accede a la intimidad de otra persona. Por ese motivo, esta entrada tendrá una sobriedad y brevedad especial.

El maestro plantea posibles acontecimientos para el individuo cuando muere. Evidentemente, tienen relación con Dios. Elucubra sobre el sentido de la vida y la muerte.

<Cuando morimos, nos puede suceder solo una de dos cosas: o bien lo que consideramos como nuestro ser se transformará en un ser independiente, o bien dejaremos de ser seres independientes para fundirnos con Dios. Ya sea una o la otra, en ningún caso hay nada que temer.>

<Quien ve el sentido de la vida en el perfeccionamiento espiritual no puede creer en la muerte, en que el perfeccionamiento se interrumpa. Lo que se perfecciona no puede desaparecer, sólo puede transformarse.>

<Cuanto más comprendes tu vida, menos crees en que desaparezca con la muerte.>

<A menudo intentamos imaginarnos la muerte como una transición a algún lado, pero esa concepción no nos aporta nada. Imaginarse la muerte es a tal punto imposible, como imposible es imaginarse a Dios. Lo único que podemos saber de la muerte es que la muerte, como todo lo que viene de Dios, es un bien.>

El capítulo continúa hablando de contentar a Dios para no temer a la muerte; de cómo llevar una vida adecuada para afrontar lo que irremediablemente sucederá; de aceptar el final de la vida material, igual que aceptamos el nacimiento; de desechar nuestra propia personalidad para conseguir la verdadera inmortalidad; de lo que el moribundo descubre justo momentos antes de fallecer… Y elijo una única cita como ejemplo para ilustrar mi ánimo tras leer a Tolstói hoy:

<Dicen: “La inmortalidad sólo es verdadera si mi personalidad se conserva”, pero mi personalidad es aquello que me atormenta, es para mí lo más repugnante del mundo, aquello de lo que a lo largo de toda la vida busco librarme.>

Permitidme lectores que me acompañáis en el camino, que finalice aquí mi entrada de hoy, sin comentar ni valorar las palabras del maestro. Mi respeto por su persona, por sus sentimientos al acercase al final de su vida, por los de cualquier individuo que pasa por un trance semejante, me impele a guardar silencio ante su angustia. Porque, eso es lo que me han transmitido a mí sus palabras, quizá la empatía hacia el personaje me haga verlo de este modo. Mañana afrontaremos el último capítulo, que estoy segura será una despedida alegre y reconfortante, pues se titula: La vida es un bien. Estoy deseando dejarme llevar por este axioma.


Hasta la próxima entrada, amigos.



Undine von Reinecke ♪


Sleeping Beauty waltz, Tchaikovsky

Comentarios

  1. Buenas noches, Undine:
    Creo que te has emocionado al contar lo de las cartas. Quizás por eso ya no seguiste la reseña como lo hubieras hecho con otro tema. Ser madre es algo que intensifica mucho más todo lo relacionado con la muerte, con no estar, qué pasará, si los cuidarán bien y lo de no volver a verlos.
    Muchas gracias por compartir algo tan especial para ti. Tal vez por eso conectaste en este caso a ese nivel con Tolstói y no has querido valorar. Es que además es un tema en el que nadie tiene la verdad absoluta y es muy respetable el sentido que cada uno le quiera dar.
    Lo de mañana pinta bien.
    Besitos y un abrazo

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    1. Buenas tardes, Norah:
      Sí, supongo que algo de razón tienes, pero también he visto cómo sufría él. Eso me ha impactado mucho. No me gusta nada ver el dolor en el alma ajena. Pero ya estoy recuperada, el último capítulo hace las paces con todos nosotros. Se despide por la puerta grande.
      Un beso enorme, y mil gracias por todo!!

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  2. Creo que nos ha pasado lo mismo, se nos ha hecho un nudo en la garganta o en el corazón o en el alma, no sé dónde, pero nos hemos emocionado llegadas a este punto.
    Yo solo puedo decir que no sé si debo contentar a Dios, sino a mí misma y dejar bien a los que se quedan aquí. Solo eso.

    Mil y un beso 💋💋💋

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    1. Creo que ambas cosas son lo mismo, Yolanda. Cuando haces bien a los que amas todo es correcto.
      Emoción es poco. Este hombre es de "ese tipo de personas" a las que yo hubiera querido conocer, pese a todas sus sombras.
      Un beso, preciosa!!

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  3. Yo veo a Tolstói ya muy mayor, con mucho sufrimiento interior, sí...

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