DIARIO DE UNA LECTORA DE TOLSTÓI: EL CAMINO DE LA VIDA CON TOLSTÓI Y SELMA ANCIRA

Fuente: Undine von Reinecke

Sinopsis de la editorial
El camino de la vida sólo vio la luz en ruso en 1911, unos meses después de que Lev Tolstói falleciera en la estación ferroviaria de Astápovo. El libro, que había permanecido inédito en español, como un tesoro escondido, es la culminación de la obra moral del escritor y la expresión más completa de su pensamiento religioso: un destilado de máximas legadas por los sabios de todos los tiempos y de todas las tradiciones del mundo que le inspiraron sus propias reglas para el perfeccionamiento interior. Cada uno de los treinta y un capítulos que integran este volumen—uno por cada día del mes—conforman un singularísimo breviario espiritual destinado a «llevar una vida de bien» y contribuir así a la realización de una aspiración tan antigua como irrenunciable: la convivencia pacífica entre los individuos y los pueblos.

17 de enero de 2020

Contrariamente a lo que mucha gente cree, el mundo del diseño de interiores y la decoración no es en nuestros días un lujo destinado tan sólo a las clases privilegiadas; también abarca un amplio espectro de cometidos, atendiendo  las necesidades de negocios y colectivos de todos los eslabones sociales: Locales comerciales, viviendas unifamiliares, centros de ocio, gimnasios, oficinas, etcétera. Es un abanico tan grande y variado de clientela, que da la ocasión al profesional de este sector a volverse un estudioso de la conducta humana. 

Recuerdo un caso que me contó un cliente del estudio donde yo trabajaba hace algunos años. Decía necesitar de nuestros servicios porque debía cambiar su empresa de edificio. Al parecer, la comunidad de vecinos donde estaban sus oficinas había quebrado.

Muy extrañados por la noticia, pues el edificio parecía un lugar tranquilo y con vecinos aparentemente normales, preguntamos al cliente cual había sido el motivo de dicho desastre. Él nos contó que el descuido y desinterés por parte de los propietarios. Al parecer, nadie quería hacerse cargo de la junta de gobierno de la comunidad de vecinos,  y dejaron en manos de ciertos individuos cuestionables el mantenimiento de la finca. Estos señores, sin que nadie revisara sus gestiones, especularon con las reformas y obras que el edificio necesitaba contratando a amiguetes, e inflando las facturas para repartirse las ganancias entre todos. ¿Qué pasó? Que las reservas económicas de la comunidad se gastaron y,  que una derrama tras otra en años sucesivos llevó al caos y la ruina a personas decentes. Los propietaros pensaban que era más fácil y cómodo dejar la responsabilidad de sus locales y viviendas en manos ajenas y sin control ninguno. Confiando en la buena fe del individuo.

Capítulo XVII: La Superstición del Estado


<La herejía del Estado consiste en reconocerse a uno mismo unido a gente del mismo pueblo y del mismo Estado, y separado del resto de la gente de otros pueblos y otros Estados. Las personas se torturan, se matan, se expolian unas a otras y a sí mismas debido a esta terrible herejía. El hombre se libera de ella únicamente cuando reconoce en sí mismo el principio espiritual de la vida, uno y el mismo en todos los seres humanos. Cuando reconoce este principio, el hombre ya no puede creer en las instituciones humanas que separan lo que fue unido por Dios.>

Este capítulo era uno de los que más curiosidad me despertaba. Siempre quise conocer qué llevó a la gente a apodar como “anarquista cristiano” al gran Lev Tolstói. Quería bucear en su particular filosofía, y comprobar si sus ideas eran capaces de comprometerme y revolucionarme. Debo confesar que tras su lectura, sus mensajes me han parecido más de lo mismo, poco sostenibles, y que la defensa de sus axiomas no estaba a la altura de su gran cabeza; viendo una vez más, que muchos de ellos contradicen sus ideas al considerar a los poderosos casi como "una raza a parte", que no entraba en su ecuación de amor, perdón e igualdad entre los hombres. 

Por otro lado, tengo la sensación de que él mismo no tenía claro como fusionar sus ideas para crear una teoría, y recurriendo a los temas que más le obsesionaban, para llegar a la única posible conclusión para él, su Fe. Es en definitiva, un capítulo que reitera una y otra vez lo que ya había dicho con anterioridad, pero de manera más enfática. 

Su primer empeño era demostrar lo corruptos que son los gobiernos, que basaban su poder en la violencia y la opresión. Acusaba a los individuos de confiar como tontos en ellos, de ser supersticiosos:

<Se puede entender por qué los zares, los ministros, los ricos se aseguran a sí mismos y le aseguran a los demás que la gente no puede vivir sin un Estado. Pero, ¿por qué apoyan el Estado los pobres, a los que éste nada da y sólo atormenta? Solo porque creen en la falsa doctrina del estado.>
<La falsa doctrina del Estado es nociva aunque sólo sea por el hecho de hacer pasar la mentira por verdad, pero es sobre todo nociva porque crea en las personas buenas el hábito de actuar en contra de su conciencia y de la ley de Dios: despojar a los pobres, juzgar, ejecutar, combatir creyendo que todos esos actos no son malos.>
<Que el Estado con sus demandas, sus juicios y sus ejecuciones hace mucho mal a las personas, lo ve todo el mundo. Todo el mundo ve también que para liberarse de este mal sólo hace falta no apoyar al Estado en sus malas acciones. ¿Por qué entonces la gente no se libera de los males que le ocasiona el Estado? ¿Por la falsa doctrina del Estado? Hay una sola manera de liberarse de dicha doctrina: la verdad.>

Si conocéis a Tolstói, o habéis ido siguiendo el diario, adivinaréis cual es esa verdad. Un enigma poco oculto a esta altura del camino, pero que como ha venido haciendo en todos los capítulos no revelará claramente hasta el final. Mientras tanto sigue dando argumentos en contra de los gobernantes, diferenciándolos del resto de los individuos, señalándolos. Ve a los poderosos como seres controladores , que esclavizan a la población poco avispada con las leyes que se inventan, asustándola además, para  poder controlarla y confundirla con su hipocresía. Cita a Maquiavelo para explicar cómo lo hacen:

<No es preciso que los príncipes posean virtudes, pero es indispensable que cada uno aparente poseerlas. Más aún: para los gobernantes las virtudes que no se tienen es, al contrario, de mucho provecho. Así pues, para los príncipes es muy importante mostrarse compasivos, fieles a su palabra, humanos, piadosos y sinceros; ser así no es perjudicial únicamente si un príncipe con virtudes semejantes es capaz, en caso de necesidad, de sofocarlas y de manifestar lo opuesto completamente.>
<Para los príncipes es especialmente importante mostrarse piadosos; en este caso la gente puede ser fácilmente engañada, ya que en su mayor parte juzga sólo por el aspecto externo, dado que la capacidad de juzgar en profundidad ha sido concedida sólo a unos cuantos.(…)(…) Si el príncipe es capaz de conservar sólo su vida y su poder, cuales quiera que sean los medios que él utilice con ese fin, serán considerados honestos y dignos de alabanza.>

Después de dar su opinión con respecto a los grandes que rigen las naciones, no se queda ahí, sino que los coteja con bandidos y delincuentes, saliendo muy mal parados en la comparación. Un texto el que sigue a continuación y que a mí me ha parecido ingenuo, basado en ideales románticos:

<Los bandidos despojan principalmente a los ricos; los gobiernos en cambio, despojan principalmente a los pobres y protegen a los ricos, que son quienes les ayudan en los crímenes. Al realizar sus acciones, los bandidos arriesgan su vida, mientras que los gobiernos no arriesgan casi nada. Los bandidos no reclutan a nadie a la fuerza para su banda; los gobiernos reclutan a sus soldados mayormente a la fuerza. Los bandidos se dividen el botín mayormente en partes iguales; los gobiernos distribuyen el botín de manera desigual: cuanto más participa alguien en el engaño organizado, mayor recompensa recibe. Los bandidos no corrompen premeditadamente a las personas; los gobiernos, para, para alcanzar sus objetivos, corrompen a generaciones enteras de niños y adultos con falsas enseñanzas religiosas y patrióticas. Y lo más importante: ningún bandido, ni siquiera el más cruel, ningún Stenka Razín, ningún Cartouche, puede compararse en crueldad, en dureza y en el refinamiento de las torturas no sólo con los príncipes desalmados, famosos por su crueldad, como Iván el Terrible, Luis XI, Isabeles, etcétera, sino incluso con gobiernos constitucionales y liberales de la actualidad, con sus ejecuciones, el aislamiento en las prisiones, los batallones de castigo, los destierros, el sofocamiento de las rebeliones y las masacres en las guerras.>

Una reflexión la anterior que me hubiera gustado leer en un grupo de debate, pues estoy segura que muchos persona tendrían ideas interesantes que aportar. Finaliza esta parte del capítulo diciendo que el principal mal del mecanismo del Estado es que destruye el amor, que separa a las personas. Pasa a abordar la siguiente parte acusando al Estado de incitar a la violencia organizándose en ejércitos y luchando unas naciones contra otras. También vuelve a reiterar la insensatez de los habitantes de la tierra, que se dejan manipular por los gobiernos, que les hace creer en las fronteras y en las diferencias entre los pueblos:

<El principal signo distintivo de cualquier gobierno es que exige de los ciudadanos esa fuerza que constituye su fundamento. Así en el Estado todos los ciudadanos son opresores de sí mismos. El gobierno exige de los ciudadanos la violencia y el apoyo de la violencia.>

Basándose en lo anterior, invita al individuo a recapacitar y encontrar el orden de las cosas en el perfeccionamiento interior, un perfeccionamiento que no permita la violencia. Y cita a Bakunin, entre otros, diciendo que había llegado la hora de que desapareciera el Estado:

<Ese cambio que le espera ahora a la humanidad es la transición de la condición animal a la condición humana. Esta transición sólo es posible si el Estado desaparece.>

Como ya comentara en ocasiones anteriores, su opinión es contraria a la existencia de leyes.  En esta oportunidad cita a su admirado Thoreau:

<Pienso que nuestro deber es ser, ante todo, personas, y ya después súbditos. No es deseable cultivar en nosotros un respeto a la ley semejante al que sentimos por el bien. La ley jamás hace a la gente más justa, por el contrario, a consecuencia del respeto a la ley las buenas personas se convierten en ejecutoras de la injusticia.>

Apela a los individuos que se dejen guiar por su conciencia, y que se olviden de leyes estatales:

< (…) Las personas deben obedecer a su conciencia y no a las personas que se llaman a sí mismas zares, cámaras, congresos, senados, tribunales.>
<Es mucho más natural imaginar una sociedad dirigida por leyes sensatas, ventajosas y reconocidas por todo el mundo que esas sociedades en las que ahora vive la gente, sometida a unas leyes estatales que nadie sabe quien implantó.>
Cuestiona el sistema democrático, no cree en él. Es más, alega que la mentira del Estado se basa en él:

<Dicen que el aparato estatal es justo porque fue constituido por una mayoría de votos. Pero esto, en primer lugar, no es cierto: el aparato estatal no fue constituido por una mayoría de votos, sino mediante la fuerza. Y aun si una mayoría de votos lo apoyara, eso no lo haría justo.Un hombre no sólo no tiene ningún derecho a disponer de la vida de muchos hombres, sino que muchos hombres no tienen derecho a disponer de la vida de un solo hombre.>
Y ya enfocando la línea final de su discurso, pide a los cristianos vehementemente que no participen en los asuntos de estado:

<Hacia los gobiernos, como hacia las Iglesias, sólo es posible tener una actitud de veneración o de asco. Mientras la persona no comprenda qué es el gobierno y, de la misma manera, qué es la Iglesia, sólo puede tener una actitud de reverencia hacia las instituciones. Cuando se guía por ellas necesita pensar, para su autoestima, que aquello por lo que se guía es algo original, grande y sagrado. Pero en cuanto comprende que aquello por lo que se guía no es ni original ni sagrado, sino sólo un engaño de gente mala, que aparentando dirigir, se ha aprovechado de él para sus fines particulares, no puede dejar de sentir asco hacia esa gente.>

*Anoto ofensa a la Iglesia.

<Todo verdadero cristiano, cuando se plantea las exigencias del Estado, contrarias a su conciencia, puede y debe decir: no puedo demostrar ni la necesidad de un Estado, ni que éste ocasione daños; sólo sé que, en primer lugar a mí no me hace falta ningún Estado y, en segundo lugar, que no puedo realizar los trabajos necesarios para la existencia del Estado.>

Y una vez que insta a los cristianos a basar su vida en el espíritu de Dios alejándose y terminando con el Estado, habla abiertamente de lo que le gusta y de lo que no le gusta de la anarquía:

< Los anarquistas tienen razón en todo: en la negación de lo existente y en la afirmación de que, con las costumbres actuales, nada puede ser peor que la violencia del poder; pero ellos se equivocan burdamente al pensar que se puede establecer la anarquía mediante la revolución. La anarquía sólo puede ser establecida por el derecho de que haya más y más personas que no necesiten de la defensa del poder estatal, y más y más personas que se avergüencen de aplicar ese poder.>

Y repite una cita de capítulos anteriores:

<Anarquía no significa ausencia de de instituciones, significa sólo ausencia de aquellas instituciones que obligan a las personas a someterse por la fuerza. Al parecer, una sociedad constituida por personas dotadas de inteligencia, podría y tendría que ser así.>

Finaliza el capítulo citando los Evangelios, concretamente a Juan 3, 19-21. Cuyo significado desvela la verdad que nos insinuó al comienzo del capítulo Tolstói: "en Dios está la luz y la verdad para conseguir una vida mejor". Pero, dejando a un lado el tema espiritual, no da ninguna pauta más.

Comentaba al comienzo de esta extensa entrada, que Tolstói no me ha aportado nada nuevo en esta ocasión. Sus ideas enumeran las injusticias del mundo que conoció, pero los axiomas que propone no parece que lleven a ningún sitio concreto, en mi opinión; además de parecerme algunos de sus racionamientos infantiles y poco serios, como la desigual comparación entre bandidos y gobernantes. 

Por otro lado, siempre he creído que para construir algo nuevo no es necesario tirar lo ya existente, sino pensar colectivamente en cómo mejorar lo que ya se tiene. Y eso me lleva a la anécdota con la que comenzaba hoy: Si todos los individuos nos implicamos en los intereses que forman parte de nuestra vida; si colaboramos para que el estado de las cosas se mantenga en las mejores condiciones y permanecemos atentos a ellas, los abusones y delincuentes tendrán más difícil destruir nuestras vidas. 

Termino aquí esta entrada. Me despido de este capítulo exhausta deseando que mañana me depare nuevas enseñanzas.

Hasta el próximo día, amigos



Undine von Reinecke ♪



*Comienzo de silencios, seguid escuchando👌

Comentarios

  1. Hola Undine! me gustó la anecdota de que no hay que tirar todo lo viejo para hacer de cero. Justo estoy padeciendo anna karenina, no se si es que no es mi época para tolstoi o ya no tengo paciencia para un clásico tan abultado culpa de leer todo nuevo... sin embargo lo voy a terminar que dios me de la paciencia jajajaj besos y hermosa reseña como siempre sos un cacho de cultura (L) Besos!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenas tardes:
      No sabes cómo te entiendo con respecto a Anna. A mí la historia "romántica" se me hacía muy tediosa y repetitiva. Es la novela que menos me gustó de él, pero te animo que llegues hasta el final. De todos modos, para conocer bien a Tolstói no es necesario leerse sus novelones, tienes libros más breves y accesibles para momentos menos intensos.
      Un abrazo, y muchas gracias por pasar a leerme y comentar!!

      Eliminar
  2. Mejor no te cuento lo que un administrador lío en mi finca,fue terrible 🤬 Tendemos a pensar que los ricos y poderosos lo son por malas artes, que solo las malas personas llegan a las cimas más altas de la sociedad. Los "pobres" somos todos honrados, buenos y con conciencia, la maldad es exclusiva del poderoso.
    Tolstói tenía un gran defecto: prejuzgar.

    Un día más, un capítulo reflexivo buenísimo.
    Besitos 💋💋💋

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenas tardes, Yolanda:
      Exacto, esa es mi conclusión, la palabra pobre se refiere a las personas llamadas de bien (con más o menos dinero), los poderosos a veces son rateros de guante blanco que aparentan formar parte de lo común de la sociedad.
      Un capítulo que me dejó desfallecida, pese a todo, estoy sintiéndome muy bien con la lectura del libro.
      ¡¡Mil gracias un día más por participar, por acompañarme y por tus amables palabras!!

      Eliminar
  3. Buenas tardes, Undine:
    Creo que a Tolstói le pasa lo que a la mayoría de nosotros cuando hablamos de gobernar o de política, tenemos claro cómo deberían ser las cosas, lo que está bien y lo que no, lo que habría que cambiar, pero si somos honestos, no sabemos cómo se hace eso. Quizás por eso solo decía la teoría y no explicaba de forma práctica sus ideas.
    Estoy de acuerdo en tu visión y que al enemigo ni agua. Porque no debería haberlos pero los hay y ya hemos hablado largo y tendido de la cosa de la mejilla y demás.
    A ver si va cambiando los temas.
    Besitos y buenas tardes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenas tardes, Norah:
      Pues sí, todos pecamos de saberlo todo o casi todo de temas tan trascendentes. En el caso de Tolstói creo que el orgullo y la vanidad le hacían ser excesivo. Hubiera querido que me propusiera ideas claras, que construyera.Pero como decía el otro día, sólo era un hombre.
      Además de lo que decimos que al enemigo ni agua, también debemos responsabilizarnos de las cosas. Un gobierno cualquiera está en el poder, pero no por ese motivo debemos dejar que el rumbo de las cosas vaya por sí solo. El individuo debe participar en la sociedad, construir y vigilar a los que dirigen el país. Eso no evita las cosas, pero puede paliar las consecuencias.
      Si, yo necesito que cambie de rumbo...a ver, mañana me toca tema ciencia.
      Un beso y gracias por tus interesantes matices. Siempre un placer intercambiar contigo!!

      Eliminar
  4. Estoy de acuerdo contigo en que es mejor mejorar lo que ya tenemos todos juntos.
    Me encanta la entrada.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenas tardes, Espe:
      A mí me encanta que me leas y te animes a participar. ¡Un abrazo grande!

      Eliminar
  5. PUes pienso como tú, que no hay que tirar lo que ya está hecho, sino intentar mejorarlo. Tirarlo es como dar pasos para atrás, y hay que ir siempre hacia delante. Y sí, nos tenemos que implicar todos, que también es muy fácil dejar la responsabilidad a otros.
    Que gran entrada, como siempre!
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
  6. Este Tolstói nos trae de cabeza. Sus verdades distan de las mías, es más yo creo que el mismo se contradice. En otras ocasiones apela a la responsabilidad del individuo por su mundo, y aquí nos dice que no hagamos nada y menos que nos metamos en política (aunque lo llame de otra manera). Estos tiempos que vivimos mientras estoy leyendo este Camino de la vida ha dejado bien claro, si es que a alguien le quedaba alguna duda, que no podemos alejarnos de la política. Eso de no quiero saber nada de los políticos es un error. Las decisiones políticas gobiernan nuestras vidas, queramos o no. Nos equivocamos cuando nos alejamos de la política.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida Esther:
      Te está pasando lo mismo que me ocurrió a mí. Las contradicciones en los mensajes de Tolstoi te enloquecen. Te emplazo a que sigas leyendo, y pese a no compartir muchas de las ideas que leas (eso me pasó a mí), verás como al final llegarás emocionada.
      No sabes lo mucho que me gusta leerte, me hace recordar el mes de enero cuando pocos podían adivinar lo que vendría después.
      Un abrazo!!

      Eliminar

Publicar un comentario

ENTRADAS POPULARES EN LECTURAS DE UNDINE

RESEÑA. "LOS TREINTA Y NUEVE ESCALONES", JOHN BUCHAN

RESEÑA: "EL CASCANUECES Y EL REY DE LOS RATONES", E. T. A. HOFFMANN

RESEÑA: "El GATOPARDO", GIUSEPPE TOMASI DI LAMPEDUSA

RESEÑA: EL BAILE, IRÈNE NÉMIROVSKY

RESEÑA: "LA HIJA DEL TIEMPO", JOSEPHINE TEY